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“El gran problema de la democracia es que el pueblo se ha convertido en público y no en actor”

El ex alcalde de Vitoria José Ángel Cuerda. /EDN.

Eduardo Azumendi

Vitoria-Gasteiz —

A más crisis, más derechos sociales. Es la receta contra la crisis en la que coinciden el ex alcalde de Vitoria, José Ángel Cuerda; el secretario del Ararteko, Faustino López de Foronda; y el periodista de El Correo, Francisco Góngora. Los tres han participado en un coloquio organizado por las Aulas de la Experiencia de a Universidad del País Vasco (UPV), en Vitoria, en el que han tratado de responder a la pregunta '¿Qué está pasando?'.

Cuerda, de quien destaca su dimensión y compromiso social que hoy día sigue cultivando, defendió la concepción noble, íntegra y humanista de la política, cuya única función se debe centrar “en ayudar al que lo necesita”. “La respuesta a la pregunta de ¿qué está pasando? solo la puede dar la política. Sé que hoy se habla de ella con desprecio y que se considera a los políticos como una casta especial. La base ética de la política pasa por las personas, esa es su verdadera esencia. Cada persona es un fin en si misma, nunca puede ser un medio”.

Con la persona en el centro de la política, el siguiente paso que debe dar la política, según Cuerda, es el de proporcionarle bienestar. “La política tiene que cubrir las necesidades básicas de los ciudadanos. Esa es la primera obligación de los poderes públicos”. Y para certificar que la dignidad de las personas es el principal valor a preservar, recordó la declaración de Derechos Humanos. “La política nace para garantizarlos”.

En un momento como el actual, con la sociedad atemorizada y sin saber qué es lo que va surgir tras el progresivo desmoronamiento del Estado de Bienestar, Cuerda recuerda que los verdaderos “actores” de la política son los ciudadanos. “El gran problema de la democracia esd que el pueblo se ha convertido en público y no en actor. Pero los ciudadanos no somos público, tenemos que ser actores de nuestra propia vida”.

La crisis como excusa

Faustino López de Foronda, advirtió de que se está poniendo a la crisis económica como excusa para desmantelar el Estado de Bienestar, cuando en realidad se trata de una crisis de valores en la que pugnan dos ideologías y dos concepciones diferentes de entender la sociedad. “El nuevo modelo social que empieza a emerfer se caracteriza por su radical desigualdad. En España, las 20 personas más ricas tienen tantos recursos como el 20% de la población, la más pobre, que no alcanza el umbral de la pobreza. Nos enfrentamos a un 'apartheid' social”.

Según López de Foronda, es el momento de repensar el nuevo modelo social que surgirá tras la crisis, pero parece evidente “que no se parecerá al que hemos disfrutado. Todo apunta a que surgirá un estado para pobres. La solución no pasa por desmantelar un estado imperfecto, sino por profundizar en sus virrtudes”. El secretario general del Ararteko recalcó la importancia de no diferenciar entre derechos políticos y sociales. “Deben ser indivisibles, porque de lo contrario los políticos siempre tienden a relegar los derechos sociales, que son fundamentales para la dignidad humana”.

Mientras, Francisco 'Paco' Góngora constató que desde 2007 “los periódicos y los medios de comunicación no han dejado de dar malas noticias”. “La crisis está en la calle, en escenas que en Vitoria eran impensables hace muy poco tiempo. El domingo por la mañana salí a comprar el pan y en un radio de 250 metros en el centro de Vitoria conté hasta nueve personas pidiendo. Alguno con un cartel que ponía 'español sin techo', para diferenciarse de otros que eran extranjeros”. “Estamos asistiendo a la muerte de una época y el nacimiento de otra y no sé si estamos preparados y concienciados para ello”.

Góngora reflexionó sobre lo ocurrido en el barrio burgalés de Gamonal y lo relacionó con las declaraciones de algunos políticos acerca de que ya se ve luz en el túnel de la crisis. “En la calle esa no es la sensación. Tal vez lo ocurrido en Gamonal sea un reflejo de lo cansada que está la ciudadanía, exhausta tras cinco años con la nevera vacía y su umbral de tolerancia hacia ciertas declaraciones ya es muy bajo.

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