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Oposiciones a profesor: el antiguo cóctel que, quizás, no elige a los mejores

Las oposiciones de Secundaria comenzarán el 20 de junio

Juan Miguel Baquero

¿Son justas las oposiciones para ser profesor? ¿O es un formato que, por ejemplo, fomenta el factor suerte? La queja por el proceso selectivo resucita tras cada convocatoria, como ha ocurrido tras la última oferta de empleo público. Entrar en el cuerpo docente requiere la superación de un sistema… caduco. ¿Pero existe una solución definitiva y universal, a gusto de todos?

No hay 'santo grial' que buscar. Un remedio tajante e indiscutible se antoja complicado, apuran las fuentes consultadas, opositores y sindicatos. Máxime cuando existen ingredientes de delicado manejo, caso de la valoración subjetiva de las pruebas, la fortuna en los temas que caigan en el examen e incluso en la composición del tribunal de turno. Nadie duda, eso sí, de la validez de las convocatorias.

Descartado entonces un improbable tongo generalizado, el punto de mira está en factores como el desconocimiento de los criterios de evaluación o la negación del derecho a revisar los exámenes. En este sentido avanza una carta remitida a eldiario.es/andalucia por un opositor desencantado. “Todo el proceso es bastante difuso y con un oscurantismo alto”, escribe Manuel (nombre ficticio), doctor en Bioquímica. Y suspenso en la última convocatoria andaluza.

Un sistema que provoca estrés, competitividad y valora más la memorística que la práctica y valía docente, dicen. Las administraciones, por su parte, señalan que cada proceso selectivo de este tipo se desarrolla bajo una reglamentación. Con los pasos a dar, más allá de interpretaciones personales de cada aspirante, claros y públicos como recoge por ejemplo la normativa de las últimas oposiciones andaluzas.

Si cae la 'bolita' con el tema estudiado…

Si en la prueba cae la 'bolita' del tema estudiado… ese es el “azar” aludido. La batería de quejas del típico opositor desencantado alcanza otras múltiples líneas. Como criterios y resultados dispares entre examinadores: “un mismo examen aprobaría en un tribunal y en otro no”, asegura. O la información “desfasada” que aparece en los libros de texto y que los aspirantes a profesor deben reflejar, tal cual, en las respuestas. “A todo el mundo le parece injusto y coincide en esto, pero en un momento determinado no dicen nada”, subraya.

“Las opiniones sobre el procedimiento son tan variadas como opositores hay y el actual sistema no garantiza la selección de los mejores docentes”, refiere la secretaria federal del Sector de Enseñanza de FeSP-UGT, Maribel Loranca. Es “verdad”, continúa, “que el sistema de ingreso provoca polémica y rechazo” y que la “suerte” influye.

El reglamento de ingreso a los cuerpos docentes está recogido en el Real Decreto 276/2007. La regulación, por tanto, “debe ser conocida por todos los opositores”, sugiere el responsable de Educación de CSI·F Andalucía, Juan Arboledas. “Los temarios son mucho anteriores”, de los años 90 del siglo pasado. “Obsoletos”, califica. “Y sí merece una buena crítica el no haberlos actualizado”.

¿Elegir a los mejores?

“Es vergonzoso que no se permita ningún tipo de revisión ni diálogo sobre la nota obtenida o el examen entregado”, resume el responsable de Comunicación de USTEA Enseñanza, Juan Miguel Garrido. Que no se atienda a opositores “con quejas razonadas” es, dice, “humillante”. En un sistema “injusto” y que queda, en su opinión, lejos de cumplir la función “de elegir a los mejor preparados, y no sólo en conocimientos, para ser profesores”. Un “concurso de méritos” sería más útil, sugiere, “pero la Administración no se plantea el cambio”.

Dice un antiguo opositor y actual docente, Rubén Gómez: el sistema vigente “machaca a personas, provoca un estrés enorme y tiene un grado de subjetividad difícil de eliminar”. Desliza claves como el “desorbitado nivel de exigencia” versus “reducido número de plazas ofertadas”, en pruebas que generan “un alto grado de frustración, miedo e inseguridad”. Entiende, aun así, “que fijar criterios de evaluación más allá de principios muy genéricos, es complicado”.

“No les quitamos razón”, alude el coordinador de acción sindical de la Confederación de Sindicatos de Trabajadoras de la Enseñanza (STEs), Salvador Benavent, sobre las quejas. “Pero la clave está en cuál es el sistema de ingreso a la profesión docente”. Un proceso que ahora produce “desconcierto e inseguridad en los opositores” y debería estar más basado en la práctica que en la “evaluación al azar de unos conocimientos”.

“Todos los años se producen quejas generalizadas de aquellos aspirantes que no superan el concurso-oposición sobre la organización del mismo”, sostiene el secretario de Comunicación de ANPE Andalucía, Antonio Brea. Califican como “mejorable” el procedimiento de selección del profesorado. Una rémora para afrontar “a nivel estatal, en el marco de un Estatuto Docente que regule distintos aspectos de nuestra carrera profesional y que llevamos décadas reclamando”. Aunque no comparten “esa impresión de caos organizativo”.

Un par de detalles más. Dicen los expertos que la descentralización de competencias provoca que los escenarios vividos en las diferentes comunidades autónomas son absolutamente dispares. Saben los opositores que hay regiones más apetecibles que otras. En ese supuesto batiburrillo hay también quien navega cómodo, en un sistema que favorece el “negocio” de academias y centros de formación. Las oposiciones, así, vistas en clave económica como “una pequeña industria” cargada de intereses. Y, por supuesto, de miles de ávidos examinandos.

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