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La lucha vecinal en Sevilla tiene nombre de palacio: El Pumarejo

Uno de los patios interiores de la Casa Palacio del Pumarejo de Sevilla.

Ana Carretero

Sevilla —
  • La Asociación Casa del Pumarejo, a la que el ayuntamiento cedió el uso de algunos de sus espacios en 2009, impulsó en noviembre del año pasado una campaña de 'crowdfunding' para rehabilitarla.
  • La iniciativa 'Lo hacemos nosotras' ya cuenta con 20.000 euros y una comisión técnica ciudadana estudia qué reformas son más necesarias.

Mucho antes de que miles de personas tomaran las plazas y comenzaran a articularse en comisiones de trabajo y mareas a través de las asambleas de los barrios surgidas a raíz del 15M, la plaza del Pumarejo ya acogía reuniones ciudadanas cualquier día de la semana y a cualquier hora. Comerciantes, miembros de distintas asociaciones del barrio y los vecinos de la plaza y sus calles colindantes empezaron a organizarse allá por el año 2000. Un rumor recorría el barrio, que por aquel entonces se sometía a un sinfín de cambios y los vecinos de toda la vida, en su mayoría jubilados y ancianos, se veían obligados a hacer las maletas y mudarse a las afueras debido a la presión de los grupos inmobiliarios. La casa grande del Pumarejo, emblema de la plaza, se iba a vender a una cadena hotelera.

“La asociación se creó en junio de 2000”, cuenta David Gómez, uno de sus vecinos. “Al parecer, una cadena hotelera iba a comprar la casa palacio para hacer un hotelito con encanto, de estos que ahora se estila tanto”, explica. “Efectivamente compró a dos de sus dueños -en total eran cuatro herederos- la mitad del edificio”. La casa de estilo mudéjar data del siglo XVIII y fue en su día la residencia del conde Pedro Pumarejo, durante más de 50 años fue el colegio de los Niños Toribios, una especie de hogar social, y en 1883 pasó a ser un corral de vecinos.

BIC desde hace diez años

En el año 2003, el palacio del Pumarejo es declarado Bien de Interés Cultural. “Tras muchas reuniones y mucha presión por nuestra parte, en el año 2004 el Ayuntamiento inicia el proceso de expropiación de un 50% y en 2009 la propiedad es totalmente municipal”, cuenta Gómez. Durante todo ese tiempo, la asociación ciudadana realizó peticiones formales por los cauces administrativos para la rehabilitación de un espacio con 19 viviendas, tres de ellas habitadas por inquilinos de renta antigua. “Una vez el edificio es de titularidad municipal, ellos tienen la responsabilidad de rehabilitarla”, apostilla.

El 21 de mayo de 2011, un día antes de las últimas elecciones municipales, el Ayuntamiento de Sevilla, aún gobernado entonces por PSOE e IU-CA, y la Asociación Casa del Pumarejo, rubricaron un convenio gracias al cual la organización social goza de los derechos de uso de varios espacios del edificio. Antes, los vecinos presentaron una propuesta de rehabilitación a los presupuestos participativos. “El Ayuntamiento tiene aprobado un proyecto de rehabilitación integral, cuya ejecución asciende a los 5,6 millones de euros. E incluso la Consejería de Cultura, al ser un BIC, dio su visto bueno”, relata David. “Ahora la excusa ya no es la titularidad del edificio, sino vaya...la crisis nos ha pillado. Ya no hay dinero. Mientras llegue o no el dinero, pensamos, al menos que se detenga el proceso de deterioro y de ahí que presentáramos la propuesta de presupuestos participativos”.

Urbanismo clausuró un 60% de la casa “por seguridad”

El proyecto de la asociación fue uno de los más votados y se destinaron 141.000 euros para mejorar el suministro y evacuación de agua, actualizar la instalación eléctrica, etc. Es así como en el primer trimestre de 2012 se procede a la impermeabilización del edificio y la restauración del tejado. No obstante, en noviembre del año pasado, la Gerencia de Urbanismo decide clausurar varias galerías por motivos de seguridad y ofrece viviendas sociales a sus vecinos. “Se clausuró casi un 60% del edificio y muchos vecinos se fueron, hartos de tantas obras y de la inseguidad de no saber cuánto tiempo podrían permanecer en su casa”, cuenta David.

Es en ese momento cuando la asociación decide impulsar la campaña de crowdfunding Lo hacemos nosotrasLo hacemos nosotras. Los espacios cedidos a las distintas asociaciones, organizaciones y entidades que dan uso al espacio no se resignan a esperar a que efectivamente se acometan las obras que llevan prometidas desde hace más de un lustro.

20.000 euros para una rehabilitación impulsada por los vecinos

20.000 euros para una rehabilitación impulsada por los vecinos

En estos ocho meses, la campaña Lo hacemos nosotras ha recaudado 20.000 euros. La intención es ir realizando “microproyectos de rehabilitación” para ralentizar el deterioro progresivo al que se somete este monumento alrededor del que se articula la vida del barrio. “Un coro francés que asistió al último encuentro de coros que se organizó donó 2.000 euros tras escuchar la historia de la casa”, explica David. “Ahora nuestro equipo de arquitectos y la comisión ciudadana estudia qué urge más rehabilitar. Por ejemplo, dentro de la protección de Bien de Interés Cultural también se protegen los usos sociales y la variedad de ellos en la casa, incluido el uso como vivienda, que es el que más peligro corre”, recalca. “No descartamos convocar un concurso público de ideas”, concluye el activista.

Según David Gómez, uno de los vecinos impulsores de la campaña, “nuestro soporte legal se basa en dos cosas. En la Ley de Arrandamiento Urbano, en la que se contempla que si un propietario no acomete las obras necesarias de rehabilitación las puede llevar a cabo el inquilino y derivarle el coste al dueño. Y sobre la base de una Orden de Conservación que el propio Ayuntamiento aprobó en marzo del año 2004. La Gerencia de Urbanismo de aquel momento ordenó a los dueños del edificio hacer una serie de obras valoradas en 1,5 millones de euros para sujetar bien la casa”.

La Asociación Casa del Pumarejo no para de trabajar: a las visitas guiadas al espacio, se unen sus constantes esfuerzos por difundir su valor patrimonial y etnográfico, los mercados sociales y culturales e incluso las reuniones informales de los vecinos para cocinar o hacer punto. “Muchas de las inquilinas se reúnen los jueves en uno de los espacios de la casa para coser y hay un intercambio de saberes e historias entre las personas mayores del barrio y los jóvenes”, cuenta David.

En el Pumarejo operan muy diferentes actividades vecinales. Algunos ejemplos son la Oficina de Derechos Sociales, la ONG Arquitectura y Compromiso Social, el grupo local de Ecologistas en Acción o la moneda social Puma, una de las iniciativas más jóvenes, pero que más impulso y dinamismo está dando al barrio. En la casa del Pumarejo se puede asistir tanto a un recital de poesía, como al cine de verano o a clases gratuitas de español para extranjeros. Todo esto ocurre mientras la amenaza constante de una suspesión del convenio de cesión del Ayuntamiento planea sobre un espacio y unos vecinos que no se resignan. Diez años de la declaración de BIC y trece años de una lucha vecinal que continúa.

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