Ahora sí que estamos aviados

Cuando muchos pensaban que Alberto Núñez Feijóo estaba acorralado por el torrente verbal de su lideresa madrileña y las veleidades de muchos de los suyos, hoy leales, con Espinosa de los Monteros, resulta que en realidad estaba pensando, discurriendo. 

El gallego, hoy en la corte, se ha liberado de su cárcel mental, ya no es un cautivo más; ha venido a decir que la democracia es un obstáculo para sus objetivos si con ella no hay prosperidad: democracia o prosperidad. Otra perla para su pancarta junto con otras inolvidables. Luego, su brillante retaguardia discursiva ha aclarado que donde dijo democracia quería decir burocracia, que es que leyó mal. 

Pero todo no puede ser un error o un defecto de comprensión lectora, a lo que, sin duda, aligeraría de sospechas un “fin de la cita” mariano o un que es todo por los nervios porque viene la ultraderecha. En realidad lo que parece es que ya ha llegado porque estaba dentro y ahora se trata solo de discutir quién se lleva el pastel, entre la extrema derecha que se fue del PP a Vox y los que se quedaron, que son los que mandan y por eso no se fueron. La cuestión es si entre los mandarines está Feijóo o es un viajante con doble residencia que acabará en un fondo de la industria de la defensa. 

Puede resultar que el presidente popular se haya sentido cosmopolita por el ambiente y pretenda rivalizar con su vecina de la Puerta del Sol que solo va un poco más allá de Miami y el barrio de Salamanca. En tal caso, habría querido sobrevolar la doméstica ultraderecha hispana y situarse en la revolución global. Esa con sede en los EEUU a la que la democracia le sobra. Su presidente, el patriarca, anda saltándose todas las instituciones democráticas estadounidenses; en sus satélites, van del grosero bricolaje de la motosierra a un sutil golpismo de toda índole, en cuya receta nunca falta la guerra sucia judicial. 

A ver si nos vamos a creer que en este inmenso charco de plutócratas, el voto de un trabajador va a valer lo mismo que el suyo, a ver si todos vamos a tener derechos a una educación y salud públicas

Esa democracia, siempre en peligro, está en trance de ser sustituida por la eficacia de la prosperidad de las grandes corporaciones internacionales, con siglas u ocultas, según deseos y objetivos ya cada vez menos escondidos; y claro, les sobra el Estado, salvo para su propia policía del éxito, un Estado para ellos pero sin el pueblo, que sí es llamado a sostenerlo con su esfuerzo e impuestos mientras ellos recorren el mapa global de los refugios fiscales o transitan en la ilegalidad a través del cabildeo en los sistemas democráticos, es decir, a lo Montoro. 

A ver si nos vamos a creer que en este inmenso charco de plutócratas, el voto de un trabajador va a valer lo mismo que el suyo, a ver si todos vamos a tener derechos a una educación y salud públicas. Hasta ahora han sido escarceos menores e insultos mayores, ahora Feijóo se destapa a lo Torrente. 

Con esa idea de democracia todo cuadra en la estampida desde el centro del PP hasta no se sabe dónde con parada en la extrema derecha. Incluso, su indescriptible posición con respeto al genocidio palestino. En la gran charca de la plutocracia que viene, nada como un buen financiero para ahora y para la retirada, y qué mejor que un buen cabildo sionista en sede cortesana, de los que financian esta revolución mundial que pretende acabar, porque es un lujo, con la democracia.