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Anatomía de Pedro Sánchez
Ahora que la historia es una miniserie y no sólo se le ven las canas o las arrugas sino el maquillaje a los años vividos peligrosamente; ahora que las películas parecen más reales que los telediarios y que el Pequeño Nicolás puede terminar, cualquier día, de Influencer; ahora que Cristóbal Montoro acabará presentando “El precio justo” o “La ley y la trampa” y el Caso Gurtel podría dar para un buen thriller, ya ardo en deseos de que Alberto Rodríguez con Rafa Cobos nos ingenien una “Anatomía de Pedro Sánchez”, en cuatro o en seis capítulos, por lo menos.
Lo que no tengo claro cuál sería el género cinematográfico en la que podría encuadrarse dicha producción. Depende de qué momento de su biografía centraría su argumento, porque --puestos a ello-- lo mismo podría tratarse de una saga, ahora que Indiana Jones quedó gagá tras el dial del destino y James Bond supuestamente volvió a palmarla en la última entrega, aunque anden buscando cómo resucitarle.
La biopic de Sánchez daría, desde luego, para una road movie, con su utilitario recorriendo las casas del pueblo de España para disputarle la secretaría general del partido a Susana Díaz; pero, eso sí, entre su puntito épico y el gore rural, si tenemos en cuenta que llevaba a bordo a Ábalos y a Santos Cerdán, ojú, qué miedo.
Otra posibilidad sería la de enmarcarla entre las pelis de desastres: ningún presidente español ha sobrevivido a tantos, entre la pandemia del Covid-19, el volcán de La Palma, la Dana de 2024 o, ahora, esos interesantes spin-off de la gripe aviar y de la peste porcina. También le cuadraría un remake de “Mars Attack” o de “V”, en el caso de que los extraterrestres finalmente decidieran invadirnos, lo que no cabe descartar si se tiene en cuenta que la política patria ya está llena de marcianos.
No descartemos una superproducción internacional, con Sánchez como un mutante con superpoderes enfrentándose a supervillanos como Donald Trump, Benjamín Netanyahu o Javier Milei armado como una motosierra como en “La matanza de Texas”, pero 2.0
Una trama judicial también le viene al pelo, aunque para ello sería inevitable el concurso en el guión del mismísimo John Grisham: Sánchez merecería, al menos, un cameo en la cuarta temporada de “El abogado del Lincoln”. Ríase usted del ordenador de Bárcenas machacado a martillazos, del M. Rajoy en sus papeles, de la sede de Génova a título lucrativo, no hay nada como una filtración atribuida sin pruebas de peso al Fiscal General del Estado, un email de Begoña Gómez o el españolísimo caso del presunto enchufe de su hermano, para urdir una acción trepidante entre togas y puñetas: “lawfare o no lawfare, esa es la cuestión”, declamaría el actual inquilino de La Moncloa, como si a Hamlet lo interpretase Kenneth Branag, si es que no lo hizo ya.
A sus 92 años, no se si Costa-Gavras está para muchos trotes pero Paolo Sorrentino sirve para un apaño. Me refiero a que a este periodo de gobierno le irían como anillo al dedo esas películas masoquistas en las que nada más leer los créditos finales notas como que te entra una mala leche ubérrima y sales del cine o del sofá con ganas de partirle la cara a tu cuñado. Qué gran Maléfica haría Isabel Díaz Ayuso, ya veo a Anthony Hopkins en el papel de Miguel Ángel Rodríguez y yo creo que, afeitándose, Luis Zahera podría retratar perfectamente a Alberto Núñez Feijoo.
No descartemos una superproducción internacional, con Sánchez como un mutante con superpoderes enfrentándose a supervillanos como Donald Trump, Benjamín Netanyahu o Javier Milei armado como una motosierra como en “La matanza de Texas”, pero 2.0.
No aconsejo, en último caso, que se inspiren las productoras en “Una mente maravillosa”. Aunque su gobierno –qué excelente estrella invitada sería Yolanda Díaz-- haya sido capaz de contener la inflación e incrementar, al mismo tiempo, las pensiones y el salario mínimo interprofesional, que haya creado el Ingreso Mínimo Vital y la excepción ibérica, recomiendo en ese caso el mercado internacional, porque en España este argumento no parece interesarle a nadie, ni en los rankings de audiencias ni en las encuestas electorales. La caída de la casa Usher o la del Imperio Romano podrían ser buenos puntos de partida para lo que está por venir. Los fantasmas y los bárbaros se manifiestan, de hecho, con cierta frecuencia, ante la sede de Ferraz, con un cierto aire de familia a las gemelas de “El resplandor”.
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