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Bienvenidos de nuevo al ruido de sables

Militares durante un ejercicio.

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El regetón no podía traer nada bueno y debe ser por eso que el ruido de sables vuelve a sonar en este país de todos los demonios, como le llamó el primo poeta de Esperanza Aguirre. Si hemos de creer a los clásicos y la música militar es a la música lo que la inteligencia militar a la inteligencia, el chunda chunda de los espadones patrios parece ser una charanga que no pasa de moda, fusionada demasiado a menudo con el matarile y el mambrú se fue a la guerra.

Claro que hay diferencias entre organizar golpes de Estado –hubo varias intentonas de este tipo desde la muerte de Franco, el plusmarquista del golpismo patrio--, ejecutarlos –el 23-F, por ejemplo, supuso algo más que un intento—o insinuarlo desde la reserva y cobrando confortablemente su paguita por los servicios prestados.

Sin embargo, entre esos chats donde vuelve a escribirse la palabra fusilamiento, hasta las misivas al Rey, electrónicas o no, tampoco es moco de pavo el auge de Vox en las redes sociales y en las expectativas electorales que le brindan los sondeos. Siempre, eso sí, es preferible un presunto golpista en un escaño o en el Casino Militar, que al mando de la Acorazada Brunete.

De la seriedad de los órdagos castrenses de los últimos días sirve como prueba el hecho de que Isabel Díaz Ayuso los comprenda. Está perfectamente claro, según parece desprenderse de ese argumentario ultra vestido de caqui: convendría acabar con el Estado de Derecho para defender el Estado de Derecho. Woody Allen seguro que está tomando nota para el guión de su nueva película. La versatilidad de Penélope Cruz seguro que le permite recrear el personaje de la presidenta de la Comunidad de Madrid, pero no veo a Javier Bardem en el papel de Juan Chicharro, presidente de la Fundación Francisco Franco y principal impulsor del manifiesto de más de 270 exmilitares retirados. Que qué alegría da que tan inquietos oficiales se hayan jubilado y tanto nosotros como ellos podamos disfrutar de tan feliz circunstancia.

Como estamos entrando en tiempos vintage, lo mismo tendría que volver Barrio Sésamo para aclararnos que la democracia no invalida las matemáticas y que las mayorías parlamentarias siempre son legítimas, porque se encuentran sustentadas en el voto de la ciudadanía; que es soberana, mientras una tarjeta black en manos de media familia real no demuestre lo contrario. No es ilegal que Bildu esté en Las Cortes. Lo que es ilegal es que un puñado de pensionistas del Cetme se crean legitimados, sin ningún tipo de representatividad, para ilegalizar a las formaciones políticas que han refrendado las urnas. O tal vez, sencillamente, quieran acabar con las urnas, mientras suena en las gramolas una versión indie de la noche de los cristales rotos.

Admiro a los oficiales que son capaces de decirle al principal partido xenófobo de este país que la misión de un Buque de la Armada española no es impedir el paso de pateras y cayucos sino, con arreglo a las leyes del mar, rescatar a las personas a bordo.

Quizá porque me considero antimilitarista, admiro a los militares que se la juegan en cualquier frente por la orden emanada de un despacho remoto. Aunque deteste las invasiones programadas y los daños colaterales, no es mi enemigo el que se la juega en Beirut, en Bagdad, en Kabul o en Somalia, porque alguien le ha dicho que esa es la mejor manera de defender a España. Admiro a los oficiales que son capaces de decirle al principal partido xenófobo de este país que la misión de un Buque de la Armada española no es impedir el paso de pateras y cayucos sino, con arreglo a las leyes del mar y a muchas otras, rescatar a las personas que viajen a bordo.

Quienes apostamos por la no violencia, no entramos en contradicción alguna si afirmamos que Alvar Núñez Cabeza de Vaca, embarcado en la flota de Narváez y reconvertido en hechicero de una tribu india, era de los nuestros. Incluso Blas de Lezo, que de ser inglés, hubiera sido interpretado por Erroll Flynn en la pantalla grande. O aquellos otros que se embarcaron en las expediciones marítimas que zarparon del Cádiz ilustrado a medir el ecuador, a buscar flores o en busca de vacunas. O aquel José Cadalso, caído bajo el fuego de un obús en Gibraltar pero que nos regaló antes algunas de las mejores páginas del prerromanticismo. O, incluso bajo el franquismo, aquel almirante Luis Berenguer, que escribió “El mundo de Juan Lobón” y recibió a Antonio Hernández, en su despacho, arengándole con el título de su libro de poemas: “El mar es una tarde con campanas, ¡ar!”.

Una amiga francesa me comentaba hace mucho: “De todos los ejércitos del mundo, al que menos comprendo es al de España. Lleva sin ganar una guerra desde hace dos siglos, salvo que sea en contra de su propio pueblo”.

Una amiga francesa me comentaba hace mucho: “De todos los ejércitos del mundo, al que menos comprendo es al de España. Lleva sin ganar una guerra desde hace dos siglos, salvo que sea en contra de su propio pueblo”. Los que ahora se levantan con ganas de fusilar a 26 millones de españoles han estado malversando nuestros fondos: hasta el momento, creíamos que su misión era defendernos a todos de que ningún enemigo exterior ni ninguna de las dos Españas pudiera fusilar a nadie.  

Los del chat son heavy metal. Los de los epistolarios, más pop. Los militares abajo firmantes del manifiesto, junto con el teniente general Emilio Pérez Alamán, el almirante José María Treviño y el teniente general Juan Antonio Álvarez Jiménez, más otros muchos generales, oficiales, legionarios e incluso soldados sin graduación; los de las cartas dirigidas al presidente del Parlamento Europeo y al Rey de España pretenden invalidar la actual mayoría parlamentaria, consolidada tras varios procesos electorales y la aprobación de sus primeros Presupuestos Generales del Estado. Y lo hacen, supuestamente, por “los desprecios a España, las humillaciones a sus símbolos, el menosprecio al rey y los ataques a su efigie”. Pero, en el fondo, nos están cantando Giovinezza, Giovinezza, con arreglos electrónicos de David Guetta.  

“Además –proclaman en su escrito-- de permitir violentas algaradas independentistas y golpistas con petición de indultos a condenados por sedición, así como conceder favores a terroristas con el consiguiente menosprecio a sus víctimas”.

Se amparan en el Rey porque no quieren ser tachados de traidores, sino todo lo contrario. Pero traicionan a los españoles, diciendo defender a España imponiéndose a la mayoría de sus compatriotas. Ya ocurrió en el pasado. Y está volviendo a pasar, pasito a paso, a tenor de los síntomas. Según su discurso, estamos al borde del apocalipsis, porque el Gobierno socialcomunista pretende “el sometimiento al Poder Ejecutivo del Poder Judicial, incluida la Fiscal General del Estado”.  Y, ahí una de las madres del cordero, tratan de “imponer un pensamiento único” con leyes como la de Memoria Democrática. Seguimos con las tautologías: pretenden que la Europa democrática que condena al fascismo, condene a España por hacer lo mismo.

Hay amores que matan y el de ciertos militares por España también lo ha hecho. No es este el caso, según argumentan. Y aunque no lo explican así, lo que buscan no es un golpe, sino un golpecito. A la turca, se decía antiguamente, cuando estaban los coroneles y todavía era un niño Erdogan.

Qué raro resulta que no se hubieran sentido indignados cuando las colas del hambre de la crisis de 2008 (...) Qué pintoresco que no escribieran al Rey sobre el emérito cuando se demostró que había usado el nombre de España para negocio desaprensivos

Qué raro resulta que no se hubieran sentido igualmente indignados cuando las colas del hambre de la crisis del 2008 que aquí llamamos del 2011. Qué pena que no se levantasen despavoridos cuando se utilizó el Monasterio de El Escorial, donde se encuentran enterrados nuestros reyes, para una boda privada de la familia del presidente Aznar, con media Gürtel en la alfombra roja. Qué pintoresco que no escribieran al Rey sobre el Rey emérito cuando se demostró que éste había usado en vano el nombre de España para negocios un tanto desaprensivos.

Hay un estribillo de esta canción que no me deja conciliar la serenidad. Y es que estos de ahora no son los que crecieron oyendo sin novedad en el Alcázar y pomporrutas imperiales, sino que iban de maniobras con la OTAN y compartían cursos y gintonics con militares de países de tan larga tradición parlamentaria como Gran Bretaña en donde, que yo recuerde, no hubo ningún conato golpista desde Cromwell y tampoco abundaron cartas con gorra de plato a la reina cuando se convocó el referéndum sobre la independencia de Escocia. Que no salió, por cierto.

Seguramente, esos abajo firmantes de ahora, entre viajes a Washington, despliegues en el Egeo, misiones en el quinto infierno, o chistes de cantina, faltaron a la clase sobre ejército democrático. Que no quiero pensar, Dios me libre, que juntar ambas palabras constituya también otro oximorón. Será quizá por eso que, a José Chamizo, el sacerdote que fuera Defensor del Pueblo de Andalucía, lo denunciaron una vez por injurias al ejército, por el simple hecho de hablar de Gandhi en sus clases de religión.

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