¿Dejarías a los de Abascal o Alvise al cuidado de tu familia?

Hace una semana se desató la criminal “caza del moro” en el murciano Torre Pacheco. Se usó la agresión de un misterioso atacante que, según testigos en Antena 3, llevaba sólo una semana en el pueblo, detenido luego en Rentería (País Vasco) y dos compinches llegados hace mes y medio, para lanzar una campaña racista en redes sociales llamando a atacar a inmigrantes y españoles de origen africano, sobre todo magrebí. Algo terrible que ha seguido el patrón de los ataques racistas en agosto pasado en Reino Unido, y con ecos de los ataques en El Ejido (Almería) en el 2000. ¿Os imagináis que cada vez que un maltratador machista es policía o guardia civil desatáramos la ira contra las comisarías?

Domingo Tomás, el vecino de Torre Pacheco atacado por los recién aterrizados en el pueblo de 40.000 habitantes, el 30% de origen magrebí, critica la cacería desencadenada; tanto él como su mujer entienden que todo se ha manipulado. Si es que no se orquestó, digo yo, a la espera de que Marlaska y el Ministerio del Interior que dirige lo investiguen con eficacia y aporten al juez pruebas de quiénes son esos tres y qué hacían en el pueblo, si fueron o los mandaron. Claro que, para investigarlo con interés esclarecedor, convendría que el caso recayera en agentes sin pulserita de Vox en la muñeca como la del policía nacional que en una manifestación pro Palestina en Sevilla hostigó al catedrático emérito de Antropología, referente democrático y andalucista, Isidoro Moreno.

Estemos atentos a esta investigación policial y a la acción de la justicia luego. Llevo yo advirtiendo desde mi artículo del 11 de abril de que Vox había puesto ante su sede central en Madrid una valla islamófoba y antifeminista que daba el pistoletazo de salida a una campaña de odio contra los colectivos de migrantes, de musulmanes y de mujeres. Volví a alerta, en mi columna del 7 de junio, de que el plan neofascista y racista se estaba concretando en lanzamiento de vísceras sobre mezquitas y pintadas amenazadoras contra feministas y musulmanes.

Si yo, mera ciudadana y periodista, alerté el 11 de abril del lanzamiento, con una valla en la sede central de Vox, de una campaña islamófoba y antifeminista, que el 7 de junio volví a denunciar que se concretaba en ataques a mezquitas y a murales pro igualdad por toda España, ¿cómo la justicia, entretenida en sus huelgas ilegales antigobierno, no ha evitado la oleada fascista sobre Torre Pacheco?

Ese día insté a poner pie en pared al escribir: “Urge exigir a nuestros representantes políticos y al poder de la justicia que paren la escalada islamófoba que ya tiene asustada a tantas y tantos vecinos nuestros”. Justo al mes, el 7 de julio, la fascista diputada de Vox, Rocío de Meer, orgullosa heredera del legado franquista de su militar familia, llamó a expulsar a 8 millones de españoles de procedencia extranjera, ella cuyo apellido es de pura cepa… holandesa.

Yo he visto venir lo que se venía. ¿Seré pitonisa? ¿O estará nuestra justicia más ciega de la cuenta entretenida en sus huelgas ilegales contra el gobierno y sin frenar la oleada neofascista?

Auge ultraderechista en las encuestas

Es alucinante la inacción de nuestra democracia en vez de protegernos a la ciudadanía pacífica y de protegerse a sí misma. Pero tanto o más preocupante resulta que la campaña de odio del Vox de los de Abascal y el SALF de Alvise, coincida con un aumento de la intención de votos para ellos, según los sondeos.

La estimación del CIS de julio muestra que mientras PSOE y PP bajan respecto a las generales del 23 de julio de 2023 y al CIS anterior, y Sumar y Podemos se mantienen, Vox ha pasado del 12,4% a un 13,2% y ahora está en un 18,9%, casi una de cada cinco personas (a lo que hay que sumar el 1,5% o 1,7% del SALF de Alvise).

Temerario e injustificable. Los indignantes casos de corrupción de Koldo-Ábalos-Cerdá (PSOE) y Montoro (PP) minan la confianza social en los partidos e instituciones, lógico. Pero, Vox y SALF no son ningún ejemplo de virtud ni transparencia con el Vox de Abascal con multas millonarias por financiación irregular y lleno de opulentos chanchullos y oscuros créditos, mientras Alvise se ve obligado a reconocer ante el juez que cobró 100.000 euros, en fajos de 10.000, en un maletín que le dio un empresario de criptomonedas. ¿Cómo, pese a su corrupción y a instigar la conflictividad social, crecen en apoyos?

¿Confiaríamos nuestros hijos a estos iracundos?

Me pregunto quién, no ya de izquierda, de cualquier ideología, se iría tranquilo a hacer algo importante, por rápido que fuera, dejando a su hija, padre anciano, hermana con discapacidad, sobrine, amiga lesionada… al cuidado de cualquier dirigente, militante o simpatizante de estos Vox y SALF que atacan a Cruz Roja o a Cáritas mientras arengan a descamisados mu locos que apatrullan las calles, aullando amenazas, y blandiendo bates y botellas cortantes.

¿Alguien le confiaría sus hijos, ancianos o dependientes a los sembradores de pánico en Torre Pacheco con sus palos y botellas cortantes? ¿Y a los Abalascales y Alvises que los impulsan? ¿Cómo entonces votarles o abstenerse para que los votos de otros los encumbre al gobierno para que implanten su supremacismo violento?

¿Queremos para nuestros pueblos y ciudades el ambiente de terror, la inseguridad ciudadana que los fascistas de Vox y SALF han sembrado en Torre Pacheco? ¿Es nuestra aspiración temer que al salir a la calle una revuelta de iracundos violadores de la ley y apaleadores neonazis se nos lleve, a nosotros o a nuestros seres queridos, por delante?

Entonces, ¿cómo votarles o abstenerse permitiendo que los votos de otros los encumbren al poder, a ministerios, al gobierno para implantar su ideal de odio y supremacismo violento?

Reconstruir la plaza de encuentro

Es una irresponsabilidad que el PP, como tanta derecha hoy radicalizada, se sume a la política de odio y chivos expiatorios que sabemos a dónde lleva. El PSOE y el equipo del presidente Sánchez, que afortunadamente hoy abanderan un discurso positivo sobre la migración, deben acompasarlo con hechos sobre regularización, fin de las deportaciones en caliente y liderando la construcción de una alternativa socialdemócrata europea y global frente al seguidismo anti-inmigratorio de sus homólogos en Reino Unido, Dinamarca y el ex canciller alemán. Y Sumar, Izquierda Unida, Más País, Podemos, Compromís… todas las izquierdas progresistas han de estar a la altura del enorme desafío y articularse juntas para poder de verdad evitar retrocesos y lograr avances. Empezando ya por derogar la 'ley mordaza'.

Muchas fecundas ideas bullen en mi cabeza tras participar, como moderadora, en el muy interesante curso de verano de la Complutense Cómo comunicar en Derechos Humanos, organizado por la Secretaria de Estado de Relaciones con las Cortes y Asuntos Constitucionales, en El Escorial. Pero dos se me han quedado clavadas:

Una, que hemos dejado que la gran conquista civilizatoria que son los Derechos Humanos, ese lugar de amplio consenso que reunía a la ciudadanía, con ansia hasta de ampliarlo, de pronto, con la estrategia polarizadora, nos lo hayan etiquetado de “algo de un grupo extremista al que el otro extremo está enfrentado”. Así lo explicó Luis Cayo, del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI), y estoy de acuerdo con él en que hay que reconstruir el consenso en torno a los Derechos Humanos Universales como punto de encuentro y avance.

Frente al agresivo proyecto neofascista debemos reconstruir el espacio de los derechos humanos como una plaza acogedora para quienes nos respetamos diversos y queremos disfrutar de la vida conviviendo con seguridad, paz y bienestar.

Y, a la vez, como expuso Carlos Escaño, de Amnistía Internacional, conviene trabajar con el esquema “Visión-problema-solución” poniendo las necesidades y cuidados de la gente en el centro. Pienso en la vivienda, el trabajo-sueldo-descanso, la integración social, la convivencia entre diversos, la educación, investigación y sanidad pública para que, ojalá y pronto, se curen enfermos de cáncer como Borja Sémper a quien deseó lo mejor de corazón.

Cuidémonos, mejoremos esta Europa con tanto margen de mejora, donde ¡por primera vez un país, Rumanía, ha nombrado a un ministro gitano! Démonos cuenta de cómo nos atacan como sociedad cuando nos exigen aumentar al 5% el gasto militar y acto seguido la potente Francia congela pensiones, recorta gasto social y funcionarios quita días festivos para contener la deuda. ¿Qué y quiénes mejoran o atacan nuestra seguridad y bienestar?