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VENTANA RURAL
Retos y desafíos del sector agrícola, ganadero y pesquero en un mundo en transformación
Durante muchos años, la ciencia agrícola se centró en buscar componentes tecnológicos que mejorasen la productividad de las explotaciones donde los regímenes de mercado e institucionales establecidos por el Estado eran las principales causas de la adopción de nueva tecnología. El modelo general ha consistido en innovar continuamente, reducir los precios en la explotación agrícola y externalizar los costos.
Este modelo hizo posibles los extraordinarios logros del sistema CCTA (Conocimientos, Ciencia y Tecnología Agrícolas) en los países industrializados después de la Segunda Guerra Mundial y la difusión de la Revolución Verde a comienzos de los años sesenta. Ahora bien, dados los nuevos desafíos a los que nos enfrentamos hoy, cada vez se reconoce más en las organizaciones oficiales del ámbito de la ciencia y la tecnología que debe revisarse el modelo actual de CCTA.
Las actividades habituales han dejado de ser válidas. Ello conduce a replantear el papel que pueden desempeñar los CCTA en la consecución de los objetivos de desarrollo y sostenibilidad, un papel que implica un mayor compromiso desde diversas perspectivas mundiales y enfoques posiblemente contradictorios de modo que orienten y propongan estrategias de acción que permitan las múltiples funciones de la agricultura.
Muchos profesionales del campo denuncian un exceso de burocracia, falta de claridad en los requisitos ecológicos y una distribución desigual de las ayudas
En un contexto global de cambio acelerado, el sector primario —que comprende la agricultura, la ganadería y la pesca— se encuentra en una encrucijada decisiva. A pesar de ser la base de la seguridad alimentaria y del equilibrio territorial, este sector afronta retos crecientes que amenazan su sostenibilidad económica, social y ambiental.
1. Las políticas europeas: entre la regulación y la burocracia
La Política Agraria Común (PAC) ha sido durante décadas un pilar fundamental para los productores europeos. Sin embargo, las últimas reformas han generado tensiones. Por un lado, se busca una transición hacia modelos más sostenibles; por otro, muchos profesionales del campo denuncian un exceso de burocracia, falta de claridad en los requisitos ecológicos y una distribución desigual de las ayudas. La necesidad de adaptar explotaciones a criterios medioambientales estrictos, sin un acompañamiento técnico y financiero suficiente, está suponiendo un freno, especialmente para pequeños y medianos productores.
2. La competencia internacional y las tensiones con Estados Unidos
Los acuerdos comerciales y los vaivenes geopolíticos están reconfigurando los mercados. Estados Unidos, con políticas proteccionistas y subsidios estratégicos, representa tanto un socio como un competidor formidable. Las diferencias en estándares de producción, los aranceles y las disputas en la Organización Mundial del Comercio (OMC) añaden incertidumbre a los precios y a las exportaciones. A esto se suma la creciente presión de países emergentes que ofrecen productos a bajo coste, dificultando la competitividad de las producciones locales.
Adaptarse exige inversiones en tecnología, infraestructuras de riego eficiente, razas más resilientes y una gestión más inteligente de los recursos hídricos
3. El cambio climático y la escasez de recursos
Pocas actividades dependen tanto del clima como el campo y el mar. La agricultura sufre los efectos de sequías prolongadas, olas de calor, heladas tardías y eventos extremos que comprometen las cosechas. En ganadería, el estrés térmico afecta a la salud animal y a la productividad. En el mar, la sobrepesca y el calentamiento de las aguas están modificando las rutas migratorias de especies y reduciendo las capturas. Adaptarse exige inversiones en tecnología, infraestructuras de riego eficiente, razas más resilientes y una gestión más inteligente de los recursos hídricos.
4. La sequía: una amenaza persistente
España, como otros países del sur de Europa, vive una sequía estructural agravada por el cambio climático. La falta de lluvias compromete tanto los cultivos de secano como los de regadío, y pone en jaque la disponibilidad de pastos y agua para el ganado. La planificación hidrológica, el uso de aguas regeneradas y la digitalización de los sistemas de riego son algunas de las claves para hacer frente a este desafío. Pero sin una inversión decidida y una gobernanza eficiente del agua, los conflictos por este recurso irán en aumento.
Sin campo no hay futuro, y sin futuro en el campo, el conjunto de la sociedad también pierde
5. El relevo generacional y la despoblación rural
Más allá de lo climático y lo económico, hay un reto humano: cada vez menos jóvenes ven atractivo dedicarse al campo o al mar. La falta de servicios en el medio rural, la baja rentabilidad y la incertidumbre regulatoria disuaden a las nuevas generaciones. Sin relevo, el futuro del sector está en peligro. Fomentar la innovación, mejorar las condiciones laborales y dignificar la imagen del sector son pasos necesarios para revertir esta tendencia.
Conclusión: transformación o resignación
El sector primario no está condenado, pero sí obligado a transformarse. Las soluciones pasan por una mayor coherencia entre las políticas agrarias y medioambientales, un apoyo decidido a la innovación y un reconocimiento social al valor estratégico de la producción de alimentos. Sin campo no hay futuro, y sin futuro en el campo, el conjunto de la sociedad también pierde.
Hay que reconocer y atribuir más importancia a la multifuncionalidad de la agricultura, teniendo en cuenta la complejidad de los sistemas agropecuarios en contextos sociales y ecológicos diversos.
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