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Terminator en Almería: diez cosas que (a lo mejor) desconocías de Schwarzenegger
Si tuviésemos que definir a Arnold Schwarzenegger en pocas palabras, podríamos tirar de tópico y decir que es un hombre hecho a sí mismo. Un estereotipo que, en este caso, se cumple empíricamente. Para defender esta tesis simplemente tenemos que recordar el aspecto que tenía su cuerpo en los años setenta, cuando se presentó al mundo como el hombre más musculado del universo.
Así lo acreditaron sus siete títulos de Míster Olympia, conseguidos entre 1970 y 1975, y el de 1980. Se centró en el fisicoculturismo para superar sus problemas familiares, que le llevaron a emigrar de su Austria natal a los Estados Unidos y empezar de cero una nueva vida. Se convirtió en el número uno del mundo de este deporte, al que le dio una enorme popularidad.
El cine fue el segundo paso. Sus músculos le abrieron las puertas de la industria, pero tardó en soltarse en la gran pantalla. Las apuestas jugaban en su contra: un marcadísimo acento germánico, casi nulas dotes interpretativas y un nombre impronunciable que provocó el cambio de su apellido por el de Strong (fuerte,) para su debut en la indescriptible Hércules en Nueva York(1970).
Pero otra vez Arnold transformaría las dificultades en virtudes y le daría la vuelta a la situación, hasta tal punto que nos encontramos ante una de las mayores estrellas de la historia del cine de acción que la galaxia del séptimo arte podrá admirar jamás. Autoconfianza, motivación, perseverancia, esfuerzo y un concepto de la vida del hombre nietzscheano, ese que rompe las cadenas de su moral de esclavo para convertirse en el dueño de su camino, en un superhombre, constituyen algunos de los principios que han esculpido a Schwarzenegger como una persona de éxito.
Se trata de las mismas pautas que ha seguido para convertirse en el ciudadano no nacido en los Estados Unidos que más lejos ha llegado en la política de ese país, con sus dos legislaturas como gobernador de California. Republicano, divorciado de Maria Shriver, una Kennedy, su periplo como responsable público será recordado por sus políticas medioambientales.
Pues esta leyenda viva que representa Arnold Schwarzenegger empieza a gestarse en la provincia de Almería hace casi cuarenta años. A continuación, repasamos algunas anécdotas y curiosidades que protagonizó el voluminoso actor cuando dio vida a Conan en los paisajes almerienses en 1981, el personaje que le abrió las puertas del olimpo de los dioses del celuloide.
1. Su primer gran papel. El principio de todo
1. Su primer gran papel. El principio de todo¿Qué tienen en común Peter O’Toole, Clint Eastwood y Arnold Schwarzenegger además de la claridad de sus ojos? Pues que cada uno de ellos protagonizó su primera gran película, aquella que catapultó sus carreras en la industria cinematográfica hasta casi el infinito y más allá, en la provincia de Almería cuando eran perfectos desconocidos para el gran público.
O’Toole lo logró con una obra maestra como Lawrence de Arabia (1962); Clint Eastwood con la revalorada trilogía del dólar de Sergio Leone al encarnar al hombre sin nombre en Por un puñado de dólares (1964), La muerte tenía un precio (1965) y El bueno, el feo y el malo (1966), y Schwarzenegger al embutirse en la piel del guerrero cimerio en Conan, el bárbaro (rodada en 1981 y estrenada al año siguiente) bajo la dirección de John Milius.
Schwarzenegger, a pesar de su popularidad por los Mr Olympia y el documental Pumping iron (1977), sobre esos concursos de fisicoculturismo, no era realmente nadie para el séptimo arte. En el documental Milius, dirigido en 2013 por Joey Figueroa y Zak Knutson, sobre la trayectoria y singular personalidad del director de Conan y, entre otros muchos honores, guionista de Apocalypse now (1979), se relata cómo el cineasta solo veía a Schwarzenegger para dar vida al personaje que ideó Robert E. Howard en 1932.
El amigo de Milius, y estrecho colaborador en sus películas en el departamento de producción, Buzz Feitshans, describe en este documental una elocuente anécdota que evidencia la obsesión de Milius para que Schwarzenegger interpretase a Conan.
Feitshans cuenta que “Dino de Laurentiis (productor de la película) tenía en aquella época una mesa de despacho enorme, era gigantesca. John y yo estábamos sentados en dos sillas al otro lado. Las sillas eran muy bajas. Dino dijo: -¿quién queréis que protagonice esta película?, y nosotros respondimos: – Arnold Schwarzenegger. Entonces se subió a la mesa, la cruzó andando y dijo: – No pienso hacer esta película con Arnold Schwarzenegger, y John contestó: – Vale, vale. Dino se sentó y volvió a preguntar: – ¿A quién queréis?, y John dijo: – A Dustin Hoffman, y Dino respondió: – ¡Largo, id a haced esa película!”.
2. Un gimnasio en los bajos del hotel
María Luisa Pino, profesional del cine con más de cien películas en su filmografía en dos departamentos tan diferentes como el de montaje, donde trabajó como ayudante/asistente, y en el de efectos especiales, visitó Almería a principios del pasado abril para participar en el programa de radio Remake a los 80, que se dedicó en exclusiva, con la colaboración de Almeriacine, al paso de Conan, el bárbaro por Almería, cinta en la que Pino estuvo implicada.
Este espacio de podcast, dirigido por Juan Pablo Molina, tuvo el aliciente casi orgásmico de realizarse en una de las localizaciones de la película, concretamente en La Alcazaba de Almería, coincidiendo con la exposición Alcazaba, patrimonio de cine, que se pudo ver hasta finales del mes pasado en la milenaria fortaleza almeriense.
Pino contó numerosas anécdotas de aquel rodaje, “la película de montaje más grande en la que he trabajado jamás”, afirmó sin titubear. Como suele ocurrir con superproducciones como la que nos ocupa, un completo equipo de montaje se instaló en Almería, cuando el rodaje de Conan desembarcó en la provincia.
Esa sala de montaje improvisada, con varias y pesadas moviolas en las que se examinaba y clasificaba el abundante material filmado que llegaba a diario, se instaló en los bajos del Hotel Golf Almerimar, en El Ejido. Este hotel se encontraba muy cerca de varias de las principales localizaciones almerienses, como el paraje Punta Entinas Sabinar, en El Ejido, o el Peñón de Bernal, en Vícar. En este segundo lugar fue donde se construyó el gran decorado del templo de Thulsa Doom, el villano interpretado por James Earl Jones, y donde transcurre la parte final de la película.
Pino recuerda que justo al lado de la sala de montaje se colocó el gimnasio para que Arnold se mantuviese en forma mientras no rodaba. A María Luisa aquellas máquinas de musculación le parecían “una sala de tortura”. Pino define al actor como poseedor de “una mirada muy limpia, inteligente. En aquella época yo tenía unos estereotipos que se desmontaron con Arnold. Pensaba que las personas que tenían mucha fuerza bruta no podían tener un gran intelecto. Era muy agradable y venía a cotillear al montaje”.
3. Una foto con El Habichuela
José Galera Balazote (1936-2005), conocido popularmente como Pepe El Habichuela, puede que sea uno de los figurantes más famosos de la historia y, sin duda, es uno de los personajes más entrañables, queridos y genuinos de cuantos ha dado la historia del cine en Almería. Hablamos de él en presente porque la ilusión con la que vivió todo lo relacionado con el cine y su querida Almería sigue vigente entre aquellos que lo conocieron.
Trabajó como extra, o desempeñando cualquier otra función en el equipo de rodaje, como repartidor de agua o vigilante de las letrinas, en casi la totalidad de largometrajes que se rodaron en Almería desde los sesenta y hasta los noventa. Su carácter afable, entusiasta y servicial despertaba las simpatías de las grandes estrellas, a las que les gustaba que El Habichuela estuviese a su lado. Así lo confirmaron en sus últimas visitas a Almería los actores Giuliano Gemma o Terence Hill, que por iniciativa propia recordaron a su amigo con mucha nostalgia.
Existe un maravilloso documento gráfico, a pesar de la baja calidad con la que lo hemos podido recuperar, de una foto publicada en una revista en la que queda constancia del paso de El Habichuela por el rodaje de Conan, el bárbaro. En la zona de roulottes, entendemos que durante una pausa del rodaje y delante de la que tenía a su disposición Schwarzenegger, como indica el rótulo escrito a mano pegado en una de las ventanas, El Habichuela posa al lado de Gerry López, coprotagonista que interpretó a Subotai; el director John Milius, Arnold Schwarzenegger, Sven Ole Thorsen, que está justo detrás de él, Ben Davidson, el más alto, y otra persona que no he sido capaz de identificar.
Ahí estaba una vez más El Habichuela, con su escaso metro cincuenta de estatura, con gorra y gafas de sol, mira con media sonrisa a sus compañeros de foto. Otra vez el figurante más famoso del mundo mundial, como a él le gustaba definirse décadas antes de que esa expresión empezase a utilizarla Manolito Gafotas, se codeaba con los más grandes y uno de esos gigantes, aunque todavía no había eclosionado del todo, era Arnold Schwarzenegger!
4. Conan el Indaliano
El movimiento indaliano fue una corriente artística y cultural, principalmente pictórica, que tuvo como fundador y a uno de sus mayores exponentes al pintor y escultor Jesús de Perceval. Se agruparon en torno al Indalo, una figura rupestre del Neolítico, que se asocia a Almería como un icono oficial con el que se identifica a esta provincia.
Arnold Schwarzenegger se convirtió en Indaliano a través de Conan gracias a unos indalos dibujados sobre su rostro y manos en una secuencia crucial de la película. En la escena mencionada Conan se somete a una especie de rito mágico. En la cara le pintan varios símbolos y, entre estos, se filtran indalos que, para que no quepa duda alguna de que ahí se encuentran, están dibujados en rojo, mientras que el resto de las inscripciones están pintadas en negro.
Al maquillador José Antonio Sánchez se le debe este maravilloso guiño. El periodista Javier Adolfo Iglesias recordó esta historia en un artículo publicado en La Voz de Almería en 2015, año en el que Sánchez falleció. El periodista relató que cuando Sánchez volvió a Almería para esta película, tierra en la que había trabajado años atrás en títulos como Saul y David (1964), Como gané la guerra (1966), en la que caracterizó a John Lennon, Shalako (1966), Patton (1970), Viajes con mi tía (1972), El viento y el león (1975)…, “le tenía a Almería tanto cariño que cuando el jefe de arte le pasó unos extraños dibujos y símbolos que tenía que pintar sobre la cara del actor protagonista, José Antonio ”coló“ el famoso indalo en color rojo para que destacara”.
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