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AGUA
ADIF quiere revisar los túneles del AVE que perforaron el acuífero de Valle de Abdalajís y dejaron al pueblo sin agua

Las obras de la línea Córdoba-Málaga del AVE en Valle de Abdalajís en 2007

Néstor Cenizo

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Hace algo más de 15 años el AVE llegó a Málaga, y aquello fue un hito cuyas consecuencias aún perduran. El 23 de diciembre de 2007, la capital de la Costa del Sol se convirtió en ciudad de salida y destino de la segunda línea de alta velocidad andaluza, que la unía con Córdoba (a poco más de 45 minutos) y con la capital de España, aprovechando la línea Sevilla-Madrid. Mientras Málaga sumaba una infraestructura esencial para su consolidación como polo turístico y empresarial, un pequeño pueblo empezaba a dar por perdida, quizá para siempre, el agua que hasta entonces le había dado fama.

El 23 de marzo de 2005, Valle de Abdalajís había dejado de repente de ser la Villa de los Manantiales: una tuneladora que participaba en las obras perforó su acuífero y le abrió una profundísima herida por la que desde entonces no ha dejado de manar el agua. El túnel se convirtió en un caudaloso río de 7,3 kilómetros, y el acuífero, que hasta entonces almacenaba unos siete hectómetros cúbicos (7.000 millones de litros) perdió la mitad de su volumen hasta final de año, con picos en los que se desangraba a 800 litros por segundo. Desde entonces, la Villa de los Manantiales necesita cada día en torno a medio millón de litros, que le llegan en camiones cisterna fletados por ADIF. El pueblo sigue sin encontrar una alternativa sostenible a su acuífero perdido a pesar de la búsqueda de nuevos pozos.

ADIF sí consiguió taponar la hemorragia para que al menos no afectara a la infraestructura, con una obra de emergencia para la impermeabilización del túnel y otra para recoger en la boca de salida el agua infiltrada y bombearla hacia la cuenca del Guadalhorce. En esto lleva gastados 8,4 millones de euros, según desglosó hace dos años a este medio.

Ahora quiere comprobar que aquellas obras siguen cumpliendo su cometido. Para ello, va a encargar a una empresa que compruebe el recubrimiento que impermeabiliza los túneles y verifique y actualice los sistemas que alertan de su estado. ADIF quiere que realice el “control y auscultación” del revestimiento estanco de estos túneles. El nuevo contrato, de cuatro años de duración, está valorado en 873.000 euros y a su adjudicación optan cinco empresas.

“Estudio del estado estructural”

El objetivo es llevar a cabo el “estudio del estado estructural actual del revestimiento estanco” y “la generación, ajuste y mantenimiento de los modelos numéricos” necesarios para comprobar su evolución, explican a elDiario.es en Andalucía desde el administrador de infraestructuras ferroviarias. Además, ADIF aclara que podrían realizarse ensayos para conocer el estado del hormigón armado que forma las bóvedas de refuerzo, “si se considera necesario”.

Otro objetivo es comprobar el estado del sistema de auscultación del revestimiento, restituirlo y mantenerlo en buen estado. Actualmente, la verificación de la estanqueidad se realiza mediante una red de sensores, complementada con otras dos redes, una automatizada y otra manual. Existe una unidad central de medición instalada en la boca sur del túnel, controlada en remoto por telefonía de datos. Además, hay también una red de control hidrogeológico. Todos estos sistemas deberán integrarse en uno solo.

ADIF quiere también que la adjudicataria evalúe las mediciones, controles e inspecciones que se realizan en la actualidad, sustituyendo partes averiadas u obsoletas por “elementos modernos de funcionalidad equivalente”. La adjudicataria debe proponer un nuevo esquema de umbrales de alerta, un procedimiento de control y un protocolo de actuaciones para supervisar los resultados del sistema de auscultación.

Un revestimiento de 35 centímetros de espesor

El túnel de Abdalajís está formado por dos tubos construidos con tuneladora de doble escudo, unidos por una serie de galerías de evacuación. El revestimiento estanco no se prolonga a lo largo de todo el túnel, sino que tiene una longitud aproximada de 1.125 metros en el tubo Este y de 1.165 en el tubo Oeste, ocupando el tramo donde atravesó los acuíferos afectados durante la perforación.

El revestimiento estanco se construyó como un anillo de hormigón in situ, formando un refuerzo en el interior del anillo de dovelas prefabricadas. Tiene un espesor de 35 centímetros y se utilizaron hormigones de distinta resistencia en dos tramos diferentes, con un doble objetivo: de un lado, formar una barrera estanca para las filtraciones de agua del terreno hacia el interior del túnel, “permitiendo la recuperación de niveles en los acuíferos afectados por la perforación del túnel”, según el pliego. De otro, soportar la presión del agua del trasdós de la barrera impermeable, mediante la estructura de hormigón.

Con el nuevo contrato, ADIF pretende comprobar en qué estado se encuentra la obra de emergencia acometida hace ahora 17 años y garantizar que los sistemas de control y alerta están en buen estado de revista. Para todo esto será necesario autorizar trabajos en el interior de los túneles, preferentemente en horarios nocturnos.

Un pleito pendiente

Mientras, Valle de Abdalajís y ADIF dirimen su relación ante la Audiencia Nacional, que debe decidir si ADIF tiene que seguir suministrando agua al pueblo cuyo acuífero perforó. En 2007, el municipio y la empresa pública firmaron un convenio por el que ADIF, como entidad causante del daño, garantizaba el suministro de agua potable al pueblo. Para ello, aportaría un caudal de 13 litros por segundo a los cuatro manantiales (Nacimiento, Atanores, Fuente de la Reina y Junquillo de Atanores) y entregaría dos nuevos pozos y un nuevo sondeo sobre la traza del túnel en el paraje de Pozos Altos.

Sin embargo, la realidad 15 años después es que los pozos y sondeos son inviables o insuficientes, y para casi la mitad de las necesidades del pueblo sigue necesitando recurrir a camiones cisterna, una solución teóricamente provisional. José Romero, alcalde de Valle de Abdalajís (IU), resalta que nunca se cumplió el compromiso de aportar 13 litros por segundo, entre otras cosas porque la Junta de Andalucía no autorizó el sondeo de Pozos Altos por razones ambientales y técnicas. “No tiene sentido que solo lleguen cuatro de los 13 litros prometidos”. Pero ADIF cree que ya es suficiente y no quiere renovar el convenio de 2007.

El 31 de enero de 2021 dejó de fletar los camiones cisterna, pero pocos días después un auto de medidas cautelarísimas de la Audiencia Nacional le obligó a reponerlos. ADIF asegura que desde entonces ha gastado 5,5 millones de euros en llevar agua a Valle de Abdalajís. En 2021 dijo a este medio que se había gastado 26,6 millones de euros entre sondeos, depósitos o el sistema de recogida y bombeo, a lo que habría que añadir los 5,5 millones de los camiones cisterna. La empresa pública cree que hace tiempo que cumplió reparó el daño causado. “El servicio afectado (surgimiento de aguas por el túnel) ya ha sido repuesto por Adif, por lo que no resulta necesaria la firma de un nuevo convenio”, explican fuentes oficiales.

El año pasado, una obra sufragada por la Diputación de Málaga permitió incrementar la capacidad de dos de los pozos entregados en su día por ADIF. “Este ha sido el primer verano desde que rompieron el acuífero que nos hemos podido duchar a la hora que hemos querido”, dice el alcalde. Los camiones que trajinan el agua a diario han pasado de cuatro a tres, pero en las últimas semanas se han vuelto a producir problemas de abastecimiento en algunas zonas.

Otra de las posibles soluciones que se barajó entonces fue usar para consumo humano el agua que drena el túnel, que hasta ahora se utiliza para riego. Romero está a la espera de concretar una reunión con responsables de ADIF y la Diputación en la que se vuelva a estudiar esta posibilidad, que podría calmar por fin la sed de la antigua Villa de los Manantiales.

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