Rajoy bendice a Moreno como “prototipo de político que se comporta como un adulto” con su “equilibrio y moderación”
Gustavo Adolfo Bécquer se lo preguntaba con la poesía, pero si el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, hubiese interpelado este lunes al expresidente del Gobierno Mariano Rajoy para que le dijese qué es un político adulto, la respuesta hubiese sido la misma: “¿Y tú me lo preguntas? Adulto... eres tú”. Lo de tanto hablar de la madurez viene a cuenta de que Rajoy vino a Sevilla a presentar su segundo libro, Política para adultos, y aunque fue parco en elogios –literalmente, venía a hablar de su libro– si alabó a un Moreno Bonilla del que, “sin ánimo partidista”, resaltó su “equilibrio, moderación, sentido común y buena gestión” en “tiempos convulsos”.
Y ya está, en el acto organizado por la Fundación Cámara de Comercio de Sevilla en Abades cupieron muy pocas referencias andaluzas más. Rajoy subrayó la amistad que el presidente andaluz le sigue brindando “ahora que no mando y no tengo ningún mérito”, y sólo al final de su intervención resaltó que la economía andaluza “se está comportando mejor que la media española”, con buenos datos de afiliación a la Seguridad Social, PIB, exportaciones y producción industrial.
Esos fueron los guiños andaluces que dispensó un Rajoy que sobre todo venía a hablar de populismos, un saco enorme en el que sobre todo están Podemos y Pablo Iglesias, pero en el que también hay hueco hasta para Cs, pero no curiosamente para Vox. En su libro sí critica a los de Santiago Abascal por su discurso antieuropeo, su política demagógica en inmigración y la radicalidad y visceralidad de su discurso, pero considera que no son fascistas (los define como “nacional-populistas”) y los considera más que legitimados para “apoyar a gobiernos del PP en distintas administraciones”.
La política del “tratar a la gente como niños”
Pero eso viene en su libro, del que se hinchó a firmar ejemplares a la crema y nata del PP andaluz y sevillano. Allí estaba medio Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía, así como parlamentarios, diputados, senadores, concejales y altos cargos del Ejecutivo andaluz y del partido, además de un miembro tan destacado de los gobiernos de Rajoy como Javier Arenas. Un auditorio que le oyó arremeter contra esa política que se basa en un “proceso de infantilización y populismo consistente en tratar a la gente como niños”, algo que –tal y como se desprendía de sus palabras– es común a todas las formaciones políticas... menos al PP.
Horas antes, en una entrevista en Canal Sur Radio, sí había sido más explícito a la hora de definir a Moreno Bonilla como el “prototipo de un político que se comporta como un adulto”. Por eso, argumentó, tiene encuestas favorables de cara a las elecciones autonómicas que se celebrarán este año.
Un Moreno Bonilla, por cierto, que en la presentación que hizo de Mariano Rajoy sintonizó con sus tesis para reivindicar “una política de adultos y para adultos” en la que se combinen “la altura de miras, el rigor y las soluciones a los problemas”. Frente a esta forma de hacer las cosas que asume en primera persona, consideró que “lamentablemente” España sufre “una ola de inmadurez” en la que abundan las “frases de pegatina” y en la que “el diálogo ha sido sustituido por el fanatismo”.
“La adolescencia está muy bien, es muy buena para muchas cosas, pero no es lo mejor para gobernar un país”, de ahí su insistencia en “una política de para adultos capaz de ver más allá del cuarto de hora”. Frente a la “ola de inmadurez propiciada por los populismos” que sufren España y muchos otros países, el presidente andaluz alzó la bandera de una política “que genere confianza, empleo y bienestar, y que no enfrente a la sociedad”, porque “cuando se polariza a la ciudadanía después es muy difícil que acepte la cultura del pacto, del diálogo y del acuerdo”.
El 'procés', Camps, Juan Carlos I, el comunismo...
Y ya en su intervención, ¿qué otros mensajes dejó Mariano Rajoy? Pues él mismo resumía las 333 páginas de su libro de manera muy gráfica: “Sí a la democracia, no al populismo y mejoremos la democracia”. Entre los populismos incluyó el procés catalán, el Brexit y, sin mencionar a Podemos, a “los que llegaron al Gobierno y polarizaron a la sociedad”. Mencionó a Rita Barberá y Francisco Camps al hablar de “juicios paralelos y el honor de los inocentes”, y defendió a la monarquía por un lado y al rey Juan Carlos I –“que ha sido atropellado inmisericordemente”– por otro.
También apostó por eliminar la figura de la acusación particular de nuestro sistema judicial, además de expresar sus dudas con los procesos de primarias para elegir liderazgos en los partidos. Su receta para gobernar pasa por “hacer una buena política económica y atender a las personas”, lo que por ejemplo no ocurrió en los países del este de Europa hasta que cayó el Telón de Acero y así les fue. “Y a pesar de todo todavía hay comunismo, pero le han cambiado el nombre y ahora le llaman populismo...”.
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