Democracia o internet
La entrevista, breve, es estupenda y ayuda a pensar: el escritor dice que la democracia no está sincronizada con el tiempo ni con el espacio, y que para defender la democracia frente a los autócratas hay que demostrar que la democracia es eficiente.
La duda es si se puede establecer esa oposición, que el mismo autor reconoce que la enuncia para resumir en un titular provocador: ¿son excluyentes la democracia e internet?
Las dictaduras tienen internet, tienen alguna clase de conexión, pero están más o mucho mas cerradas y más vigiladas que las de las democracias. China tiene un muro que la aisla del exterior, y está encima de la disidencia, que por eso mismo no existe o hay que buscarla con microscopio electrónico.
Internet en las democracias está bajo el control comercial de las majors y bajo la supervisión “de seguridad” de las autoridades, que se exceden en su control, tal como explicó Snowden y la premiada peli de Laura Poitras “CitizenFour”. También está mediada por las granjas de trolls, ya sean de Wagner o de cualquiera que invierta en alterar las elecciones, el Brexit, Cambridge Analytica, la interceptación y espionaje de softwares como Pegasus o cualquier cosa imaginable de la que no tenemos ni idea hasta que se filtra pasado un tiempo.
Sin contar las cookies y la cantidad de monsergas que se interponen entre una persona y el mundo, que idealmente serían otras personas y en general son empresas, gobiernos y organismos de todo tipo que consipran para vender, colonizar, influir, revender de nuevo, robar, etc. Como en la vida misma, en la antigua vida analógica.
Pero hay diferencia, la democracia no excluye a internet (de momento) pero la autarquía sí que excluye a internet, como a casi todo lo demás que requiere un mínimo de libertad. Es excluyente puesto que internet solo existe con algo de libertad. Así que no es fácil establecer la disyuntiva entre dos elementos que no pueden coexistir juntos. Autarquía e internet es imposible. Por lo tanto si preferimos internet a democracia eliminamos internet porque las dictaduras no la permiten, la capan y la vigilan más que las democracias. O eso creemos. Si al final vuleve a triunfar la locura suicida y acabamos confinados –de nuevo– en sistemas totalitarios tampoco tendremos internet.
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