Más allá de Monrepós: las carreteras de Huesca se encuentran entre las más peligrosas del país
El incidente del puerto de Monrepós, que ha permanecido cerrado durante una semana por un deslizamiento del firme que provocó la aparición de una grieta de 50 metros de longitud, ha puesto de relieve la precariedad de las carreteras en la provincia de Huesca. Como si del efecto dominó se tratase, este problema ha ido de la mano con otros aparecidos en el mismo periodo de tiempo en otras de las rutas hacia el norte y ha servido para recordar más casos que siguen enquistados tras muchos años de reivindicaciones a las que se han unido estos días las de los principales afectados por la limitación de accesos al Pirineo.
El corte de la N-330 entre el 13 y el 20 de abril ha traído de cabeza a vecinos, empresarios y transportistas que se debían desplazar hasta las comarcas del Alto Gállego y la Jacetania. Obligados a utilizar la ruta alternativa de la A-132 -por la localidad de Ayerbe y el puerto de Santa Bárbara-, lo que les suponía emplear el doble de tiempo y de costes (de unos 60 kilómetros hasta Sabiñánigo a 110), un desprendimiento de rocas en esas fechas convirtió la situación en más crítica si cabe.
Dos de las principales vías hacía el Pirineo han permanecido inaccesibles en algún momento. En la madrugada del domingo 15 de abril, al mismo tiempo hasta que se habilitó un carril alternativo en el término municipal de Murillo de Gállego (A-132). La otra opción más empleada, que no ha sufrido trastornos en este periodo, supone tomar la N-240 hasta Barbastro y después la A-138 hasta Aínsa. Un rodeo todavía más amplio que se convirtió en la posibilidad escogida por muchos. Pero ni siquiera este tramo, a priori más tranquilo, se libra de problemas en la calzada y de circulación.
Sabiñánigo-Guasa: siete accidentes en 2017
¿Cuáles son las carreteras más peligrosas de Huesca? Según un estudio europeo de evaluación de los riesgos en carretera en el que toma parte el Real Automóvil Club España (RACE) que se publica con periodicidad anual, Aragón es la comunidad autónoma peor parada si se toma como condicionante la proporción entre tramos más peligrosos y kilómetros totales. Y buena parte de esa lista negra se halla en el Alto Aragón. En la punta, otro tramo de la N-330 diferente al que ha traído de cabeza a habitantes del Pirineo y administraciones.
Es el comprendido entre los kilómetros 624,2 y 643, entre las localidades de Sabiñánigo y Guasa, cerca de Jaca. En 2017 registró siete accidentes con un balance de un fallecido y seis heridos graves. Otros de los tramos de riesgo de la provincia de Huesca detectados por este estudio son los 19,6 kilómetros de la N-240 que separan el cruce con la N-330 en Jaca del nudo con la A-132 en Bailo; o los 20 kilómetros de la N-230 que transcurren entre el desvío a Tremp (Lérida) y Sopeira.
La N-240, entre Barbastro y Monzón, es otra habitual en esta clase de estadísticas, con puntos peligrosos como el cruce con la N-123. La variante de Jaca, cuya mejora se ha convertido en el caballo de batalla de varias asociaciones y plataformas, es otra de las carreteras que figura en este estudio del RACE, como la N-330 entre Jaca y Villanúa, de nuevo la N-230 desde el acceso a Sopeira hasta Pont de Suert y la N-2 entre Bujaraloz y Fraga.
Llamamientos y reivindicaciones
Los llamamientos y las reivindicaciones han sido una constantes en los últimos días. Los plenos de los ayuntamientos y las asociaciones locales y profesionales han elevado sus protestas a las administraciones. El Ministerio de Fomento y el Gobierno de Aragón se reparten las titularidades de estas carreteras y el primero reabrió en una semana un paso alternativo por el alto de Monrepós que, al menos, salvó la situación para la zona durante un puente de San Jorge en el que la actividad económica suele ser alta una vez que ya ha finalizado la temporada de nieve.
Mientras, siguen los trabajos en este tramo y en la autovía que discurre por esa zona para unir Huesca y Pamplona por Jaca (la A-22). Unas labores que están muy retrasadas con respecto a los plazos previstos en un primer momento, como sucede con el final de la A-23 y su objetivo de enlazar las tres capitales aragonesas con el Pirineo. Uno de sus puntos más complejos es, precisamente, el de Monrepós.
Por su parte, el Ejecutivo de Javier Lambán ha anunciado la elaboración de un estudio geológico en la zona de los desprendimientos de la A-132 que comprenderá mejoras en varios de sus tramos. Se prevé la colocación de mallas protectoras, el levantamiento de una escollera y la ubicación de micropilotes en la zona del talud. Asimismo, el Gobierno de Aragón actuará el puente en La Peña para su consolidación con un coste de 2,3 millones de euros.