Dormir con historia
¿Cómo era despertarse en la Edad Media? ¿Qué se sentía al levantarse y recorrer diferentes dependencias de un castillo hasta llegar a la zona de las cocinas? Son preguntas que encuentran respuesta en Grisel. Después de 30 años de trabajo, el castillo de esta localidad cercana a Tarazona ha reabierto sus puertas y se ha convertido en un hotel en el que se puede viajar en el tiempo.
La parte más antigua de la edificación data del S.XII, mientras que el resto es del S.XIV. “En los años 80 estaba prácticamente en ruinas y mi tío decidió comprarlo para intentar conservarlo”, explica Luis Zueco, gerente del hotel. “Desde entonces hemos pasado años trabajando en el castillo, pero también en todo lo que había dentro, por lo que ahora disponemos de antigüedades que hemos conseguido salvar como muebles, cuadros, telas…”.
Este castillo medieval se puede alquilar por habitaciones o completo. “La gente se sorprende porque aunque saben que vienen a un castillo no se esperan una experiencia como la que se encuentran”, comenta Zueco.
Una de las comarcas en las que más alojamientos de este tipo hay es la del Matarraña: molinos de aceite, conventos o una fábrica de papel han vuelto a la vida para ofrecer a los turistas una escapada diferente. Por ejemplo, el muelle de carga, los andenes y la casa del jefe de estación son ahora parte de La Parada del Compte, un hotel que mantiene la estructura de la antigua estación de ferrocarril de la localidad de Torre del Compte, que data de los años cuarenta.
En el Matarraña también se puede dormir en La Fábrica de Solfa, en Beceite. Una histórica fábrica de papel que ha sido renovada para ofrecer ocho habitaciones bautizadas con el nombre de las antiguas papeleras que funcionaban hace años en la zona. Dormir en un molino de aceite de principios del S.XVIII es posible en Calaceite, el Hotel Cresol; mientras que en Ráfales los dos molinos de una antigua almazara se han convertido en el Hotel Molí de l’Hereu.
Pasar la noche en un convento
Otra opción es pernoctar en conventos restaurados. Los hay por toda la comunidad. En la provincia de Zaragoza están los conocidos monasterios de Rueda o el Benedictino de Calatayud. En Teruel se encuentra el Hotel Arabia de Albarracín, un edificio del S.XVII que fue convento y también colegio de los Escolapios.
Volviendo a la Comarca del Matarraña, el Hotel El Convent es una iglesia-convento del S.XVII que pertenecía a la Orden de los Mínimos de San Francisco de Paula. El edificio fue propiedad de la iglesia hasta las desamortizaciones de Mendizábal. Después lo compró uno de los antepasados de las actuales propietarias.
Hace tan solo unos años “era la casa de los abuelos”, explica una de sus dueñas, Diana Romeo. “Ellos tenían la casa dentro de la iglesia del convento, pero a principios de los noventa, cuando el turismo rural ni tan siquiera se conocía como tal, a mi madre se le ocurrió la opción de ofrecer alojamiento. Al principio alquilábamos la casa de los abuelos y la idea fue evolucionando hasta que en 1999 abrimos como hotel”.
Un proyecto familiar en el que la iglesia se ha convertido en restaurante y la zona del claustro en habitaciones. “Aquí puedes viajar en el tiempo por la paz que sientes nada más entrar. Los monjes ya buscaban lugares con buena energía y los clientes dicen que se sigue respirando”.