Pregunta. ¿Ha seguido usted lo de Navarra, las acusaciones de corrupción contra la consejera de Hacienda, la amenaza de moción de censura por parte de los socialistas navarros y la orden en sentido contrario de la dirección federal del PSOE, que no quiere sacar adelante esa moción de censura con los votos de Bildu?
Respuesta. Sí, lo he seguido con un poco de estupor y de vergüenza ajena. Si lo que querían, tanto el PSOE como el PP, era que Bildu no marcara la agenda, los hechos parecen indicar que han fracasado. Todo lo que se ha hecho se ha hecho en función de Bildu. Si Bildu en vez de ser coalición fuera un refresco, estos días se habría agotado en los supermercados. Gracias al PSOE y al PP, la marca Bildu ha estado más presente en las páginas de política nacional que un anuncio pagado de Cocacola.
P. Parece que ETA sigue siendo muy útil. Y no sólo en el bando abertzale.
R. La Teoría del Entorno, que consagró la Ley de Partidos, ha desempeñado sin duda un papel fundamental en la derrota de la banda. Eso no voy a negarlo. Pero esta efectividad ha tenido un precio: considerar que el culpable de un asesinato no sólo es el asesino, sino también quien apoya sus ideas, acaba pervirtiendo la democracia. La idea ha calado en la opinión pública y ya permite desarrollar con naturalidad, sin que nadie se rasgue las vestiduras, un razonamiento perverso: si los de Bildu comparten las ideas políticas de ETA y ETA es una banda que asesina, entonces los de Bildu son asesinos. “Y con Bildu, ni a la vuelta de la esquina”, como ha dicho Valenciano en una frase que merece ser esculpida en piedra. Pero los de Bildu, que yo sepa, no han matado a nadie, al menos los que se sientan en Parlamento de Navarra. Lo he mirado y no, no he visto a ninguno condenado por asesinato. De hecho, Bildu no es ni siquiera un partido político, sino una coalición en la que participan varios partidos que a lo largo de la vida de ETA han tenido hacia la banda reacciones distintas: Sortu, Eusko Alkartasuna, Alternatiba, independientes de la izquierda abertzale y Aralar.
P. A la mayoría de la gente, sobre todo del Ebro para abajo, no le parece mal tratar a los de Bildu como apestados.
R. Estamos tan habituados a la realpolitik que no nos sorprende la reacción del PSOE. Todo lo contrario: en las tertulias moderadas de la radio que he escuchado estos días a todo el mundo le parecía bien la decisión de Rubalcaba. ¡Hasta Cospedal se lo ha agradecido!
P. Si los socialistas de Navarra hubieran sacado adelante la moción de censura con los votos de Bildu, eso habría dado munición al PP, y este la habría usado en la campaña de las Europeas. Es de sentido común que Rubalcaba haya evitado esa maniobra.
R. Pero es precisamente ese sentido común —que tiene muy poco sentido y dista mucho de ser común— lo que ha deteriorado el crédito de las instituciones, y en particular el de los partidos políticos. Y en especial el de la socialdemocracia. El sentido común ha sido la tumba de la socialdemocracia europea, desde Felipe González a Hollande, pasando por el sinvergüenza de Tony Blair. El sentido común de Rubalcaba es el sentido común de la OTAN, el sentido común de Maastricht, el sentido común de no denunciar los acuerdos con el Vaticano, el sentido común de no reformar la Constitución y el sentido común de reformarla para colocar los gastos de la deuda por encima de los gastos sociales. Llámeme ingenuo, pero la idea que yo tengo de la política, y en particular de la política de izquierdas, es diferente.
P. Sí, le llamo ingenuo.
R. Pues si queremos salir de este atolladero, tenemos que recuperar cierta ingenuidad, no podemos seguir siendo tan cínicos. La política tiene que hacer también pedagogía, como se dice ahora: explicar a la gente que Bildu puede gustarte más o menos, pero que al margen de tus gustos, Bildu es una coalición de partidos legales que representa a un significativo sector de los ciudadanos vascos y navarros. Parece mentira que yo tenga que estar diciendo estas perogrulladas aquí: los votos de Bildu en Olite, Tafalla, Leitza o Bera se han unido a los de UPN para aprobar los presupuestos. En Vitoria y San Sebastián el PP pactó con Bildu, sin que Cospedal haya denunciado infamia alguna... Este cinismo hace mucho daño a la democracia. Un partido democrático, un partido que se dice de izquierdas, tiene que explicar esto, aunque la explicación le cueste votos. Esa es mi idea de la decencia política. Y si algo bueno ha tenido este asunto es que ha mostrado una vez más lo lejos que está Rubalcaba de esta idea. Tomemos nota, que pronto hay elecciones.
