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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Tres disciplinas para recuperar la calma

Estrés

Cayetano Olmeda

La Organización Mundial de la Salud (OMS), además de advertir sobre los riesgos de carnes procesadas y embutidos, lleva años considerando el estrés como una de las epidemias de la sociedad occidental. Según un reciente estudio de la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, el 28% de los trabajadores europeos se ve envuelto en situaciones que afectan a su estado emocional. Quizá ha llegado el momento de respirar hondo y recurrir a algún método de relajación que nos ayude a neutralizar tanto estrés, aunque solo sea por un rato. Hay opciones para todos los gustos. Aquí van tres sugerencias:

La respiración abdominal

Respirar hondo. Un clásico de toda la vida que da pie a una técnica milenaria. Inspirar y espirar, siempre de un modo lento y profundo, es uno de los mejores calmantes naturales que tenemos a nuestro alcance.

“Los ritmos de vida adulto, el estrés y el día a día, nos llevan a cambiar nuestra forma de respirar. Sin darnos cuenta poco a poco comenzamos a respirar con el tórax [en lugar de con el diafragma], resultando una respiración más forzada e inadecuada”, explica la psicóloga Mar Medina. “El estrés y ansiedad alteran nuestra forma de respirar; los estados de angustia y nerviosismo nos llevan a una respiración rápida y superficial, acompañada normalmente de tensiones musculares y posturas incorrectas que dificultan aún más una buena respiración”.

El taichí

Este arte marcial conjuga la relajación, la concentración y el dominio del cuerpo. Sus movimientos encadenados responden a tres principios: lentitud, continuidad y regularidad. El objetivo, según la tradición china, es alcanzar la armonía entre cuerpo y espíritu, pero sobre todo nos ayuda a conocer mejor nuestro cuerpo y a mejorar la coordinación y el equilibrio.

“La influencia del taichí sobre el sistema nervioso es tan tangible como obvia. La tonificación equilibrada del sistema nervioso por la realización unificada de los movimientos ejerce un efecto sumamente beneficioso sobre el conjunto del cuerpo, favoreciendo la capacidad de la atención y la calma”, afirma Jaime Argenta Sánchez, monitor de la disciplina.

El watsu

Recibir un masaje sumergido en una piscina con el agua a una temperatura de entre 34 y 37 ºC es tentador. En el agua, el masaje se convierte en una especie de danza en la que provoca una sensación de ingravidez que libera la tensión de los músculos. Esta versión acuática del shiatsu es una creación del estadounidense Harold Dull en los años 80, que poco a poco va ganando adeptos en todo el mundo. A la combinación de terapia física y relajación añade el agradable contacto con el agua tibia para crear una experiencia  donde el peso del cuerpo desaparece mientras flota en el agua mecido por las manos del terapeuta.

“Muchas personas definen el masaje watsu como el masaje más increíble y sorprendente, y eso es lo que expresan al final de la sesión: paz, serenidad y bienestar son las palabras que mejor definen lo que se siente tras una sesión de watsu”, asegura el experto en esta modalidad Fernando Gallego.

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