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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

Mensajes de cambio en el Día de la Música

Morrissey en uno de sus conciertos. Los músicos llevan camisetas alusivas al maltrato animal. Foto: ©Tomasz Rychlik

Carlos Vicent

Hoy celebramos el solsticio de verano. Este día, que desde la antigüedad dedicamos a festejar el comienzo de la nueva estación, Francia se encargó en 1982 de hacerlo coincidir con el Día Europeo de la Música. Una vez instituida en el viejo continente, esta celebración fue exportada al resto del mundo, donde ya es conocida como el día en que la música sale a la calle para acercarse al pueblo.

Así, en numerosas ciudades de todo el planeta los músicos ocupan espacios urbanos para compartir su arte, ofreciendo conciertos gratuitos para todos los públicos. En esta fiesta global, y gracias al espíritu universal y socializador del idioma de la música, se hace posible que ésta sea convierta en un vehículo ideal para el acercamiento de culturas y la transmisión de ideas. Quizás por esto, la música ha estado presente en la denuncia de injusticias a través de su historia, ya que pocas expresiones artísticas logran transmitir mensajes tan potentes de manera tan efectiva, efecto que en plena era de la información se ve maximizado por la tecnología y el apoyo de las redes sociales.

Si bien el uso de la música como herramienta política no es algo novedoso, si lo empieza a ser si se utiliza para denunciar con severidad la explotación que padecen los animales que para muchos humanos parecen sólo existir para servirles como vestimenta, alimentación, entretenimiento, objeto de experimentación o como mera herramienta de trabajo. Hace solo unos pocos años, era impensable ver un alegato abiertamente antisexista o antirracista en una obra de arte, aunque paulatinamente es algo que va quedando como un residuo vergonzoso del pasado. Hoy en día, las denuncias artísticas han evolucionado en la defensa de otros colectivos más indefensos, como lo son los animales, y cada vez son más los músicos que se movilizan para exigir justicia para ellos.

Un ejemplo significativo sería uno de los músicos con mayor repercusión mediática del mundo: Paul McCartney. El ex-Beatle, junto a su mujer Linda McCartney, pasó de criar animales en su propiedad y para su propio consumo, a ser incapaz de sacrificarlos, hacer la lógica conexión y dejar de comérselos. Ya es legendaria su frase: “Si las paredes de los mataderos fueran de cristal, todo el mundo se haría vegetariano”. Una afortunada convivencia multiespecie que devino en activismo y que llevó a la pareja a implicarse en numerosas campañas animalistas. Paul ejerció de narrador en el documental Glass Walls y Linda llegó a fundar una línea de comida vegetariana que sigue funcionando incluso después de su fallecimiento, Linda McCartney Foods.

Otro artista comprometido con este activismo, es el compositor de música electrónica Moby, que tituló a uno de sus álbumes Animal Rights, en obvia referencia a la liberación animal. En el libreto interior de otro de sus trabajos, Play, se encuentran varias disertaciones donde cuestiona la explotación animal y explica los motivos que le llevaron a hacerse vegano. También contribuyó escribiendo la música para uno de los trabajos con mayor repercusión en la causa animalista: el documental dirigido por Shaun Monson Earthlings, donde igualmente colaboró poniendo su voz el también músico y actor Joaquin Phoenix. Moby, más allá del ámbito musical, es propietario del restaurante neoyorquino Teany, por supuesto vegetariano.

Pero si hay un músico que lleva toda su carrera reclamando derechos para los animales ese es el polémico líder de The Smiths. La publicación del tema y álbum Meat is murder no tardó en convertirse en prácticamente un himno generacional antiespecista. Entre sus acciones más sonadas están el negarse a realizar conciertos en festivales que vendían carne, como en Coachella 2009 o rechazar aparecer en el show de la ABC Jimmy Kimmel Live por no compartir plató con integrantes del reality sobre caza de aves Duck Dinasty. Sus declaraciones comparando la reciente matanza de Noruega con la violencia ejercida en los animales por cadenas de comida rápida como McDonalds o KFC tampoco encajan en el manual del artista políticamente correcto.

La lista de artistas que se han adherido a la reivindicación de los derechos de los animales es más larga e influyente de lo que muchos podrían llegar a creer: Bryan Adams, Emmylou Harris, Natalie Imbruglia, Eddie Veder (Pearl Jam), Trent Reznor (Nine Inch Nails), Shirley Manson (Garbage), Rodrigo y Gabriela, Iggy Pop, Dave Navarro, Chrissie Hynde (The Pretenders), Nina Hagen…

Sin necesidad de cruzar la frontera española, un número en constante aumento de artistas se han solidarizado con la campaña del Pacma “Rompe una Lanza”, a favor de la abolición del Toro de la Vega. En su web pueden verse vídeos de Amaral, Anni B Sweet, Zahara, Sexy Sadie, Pablo Novoa, Nicolás Pastoriza o Iván Ferreiro partiendo literalmente una lanza con sus propias manos. Un necesario símbolo de repulsa a una forma de violencia propia de una era más despiadada, si cabe, que la actual.

Si tomamos las palabras de Mahatma Ghandi y “la grandeza de una nación se mide por la forma de tratar a sus animales”, la nuestra está aun lejos de haber crecido. Ya es momento de que una nueva sociedad más sensibilizada y madura reaccione. La música puede y debe unirse a ese mensaje de cambio. Que el día de la música sea también el día de la igualdad.

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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

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