Machismo en los 'tuppersex': “Me contrataron 15 chicos y tuve que pedir ayuda para irme de la reunión”
Los encuentros de tuppersex suelen ser reuniones divertidas, entre amigos y, sobre todo, desinhibidas. Suelen darse en contextos festivos como despedidas de soltero, cumpleaños o, simplemente, como justificación para juntarse teniendo vía libre para hablar de sexo. No obstante, y a pesar de que en la mayoría de las ocasiones son así, también se dan casos en los que los encuentros no se contratan con su fin original –descubrir nuevos juguetes sexuales y recibir asesoramiento sobre cómo utilizarlos–, sino para algo más.
Algo así le ocurrió a Raquel (nombre ficticio), asesora de tuppersex de la empresa cántabra Délice Sucré. Ella comenzó en este mundo hace tres años, y a pesar de haber vivido insinuaciones claras por parte de clientes, nunca se había tenido que enfrentar a una intimidación tan violenta como para que le hiciese replantearse la continuidad en su trabajo.
“Era una reunión de unos 15 chicos de entre 18 y 25 años, y todos fueron muy simpáticos al principio... Hasta que el alcohol empezó a hacer su efecto y empezaron a pedirme más que una reunión”, recuerda Raquel con cierto temor. Así, comenzaron a pedirle a la asesora que les enseñase a utilizar los productos directamente en su cuerpo, y a eso le siguieron los comentarios “fuera de lugar” tales que: “¿Vienes a calentarnos y ahora te vas a ir?”.
La profesional, tal y como relata a este periódico, comenzó a ponerse nerviosa y decidió coger su teléfono móvil hasta que se lo quitaron: “Ellos se estaban riendo, pero yo no me lo tomé así. Yo estaba completamente intimidada y cada vez más nerviosa... Pasé momentos muy violentos”, relata. Sin embargo, gracias a que tenía un segundo teléfono (el personal) guardado, pudo pedir a alguien que viniese a buscarla e irse de la reunión.
“Siento que por vestir como me da la gana y por hablar de juguetería erótica ellos ya se incitan. A algunos hombres les cuesta entender que yo doy una charla y vendo el producto, pero que yo no soy el producto”, revela incidiendo en que se ha convertido en una mujer “completamente empoderada”. Pero después de vivir esa situación, Raquel reconoce que estuvo unos cuatro meses sin trabajar “por miedo”: “Creo que por el hecho de ser mujer ya automáticamente vas a sufrir más abusos e intimidación, pero si además a eso le sumas el tener que ir a trabajar a casas de otras personas, pues imagínate...”, afirma.
Educación sexual de calidad e igualitaria
Pero a pesar del miedo que le generó aquella experiencia, Raquel decidió continuar con su trabajo por la pasión que le une a él y, sobre todo, por su convencimiento de lo “necesaria” que es una educación sexual de calidad e igualitaria. “Desde entonces, si me voy a más de una hora de mi casa viene alguien conmigo, y si no, llevo mi teléfono personal escondido además del de la empresa. También envío a algún familiar o amiga el número de teléfono de la persona que me contrata, y les paso mi ubicación en tiempo real”, cuenta a elDiario.es, repasando su protocolo de seguridad de carrerilla como si se tratase de la lista de la compra.
Asimismo, reconoce cómo le sorprendió que ese abuso se produjese por parte de gente tan joven, y confiesa que con su trabajo se ha dado cuenta de que la igualdad “brilla por su ausencia”: “Mi empleo va mucho más allá de vender productos. Yo empodero a las mujeres para que hagan lo que les dé la gana y educo a los hombres en que tienen que respetarnos, pero se nota que aún queda mucho trabajo educacional que hacer”, sentencia.
Precisamente, otro ejemplo que utiliza Raquel para justificar la importancia de la educación son las llamadas que recibe prácticamente de forma mensual por parte de hombres. “Te llaman y te dicen que te van a comprar los productos, pero que los tienes que utilizar con él porque ese es tu trabajo... Creo que el concepto de los tuppersex se confunde mucho con la prostitución. Como hablas de sexo y lo explicas abiertamente tienen que pensar que te dedicas a algo más”, afirma.
Reuniones mixtas o solo de mujeres
Laura es asesora de juguetería erótica de la empresa cántabra Secretos de almohada desde el año 2012, y aunque nunca ha sufrido una experiencia tan traumática como la de Raquel, reconoce rápidamente el motivo: “El 95% de las reuniones que realizo son con mujeres, y el 5% restantes son mixtas. No hago encuentros de tuppersex solo con hombres”, subraya.
Este verano, sin ir más lejos, tuvo una oportunidad de romper su propia regla al llamarle un hombre para hacer una reunión en una despedida de soltero en la que eran 15 y en una casa rural: “Quedé pendiente de mandarle el presupuesto, pero en cuanto le colgué me quedé con el miedo en el cuerpo... Me da rabia porque me encantaría, a nivel profesional, saber cómo cambia la perspectiva de todo en un encuentro en el que solo hay hombres y pueden hablar sin tapujos, pero tengo que reconocer que solo de pensar que son 15 y están de fiesta y con alcohol, me pongo mal,”, insiste.
Así que finalmente decidió hinchar el presupuesto del aspirante a cliente como forma de forzar que rechazase el servicio. Y lo hizo, y Laura respiró. “Mi marido también tenía muchísimo miedo, de hecho, me dijo que si decidía ir me iba a acompañar y se iba a quedar fuera. Incluso llegó a decirme que le escribiese un WhatsApp cada 10 minutos para decirle que estaba todo bien. Otra amiga también me dijo que me acompañaba, mi madre también se asustó... Nadie quería que fuese”, explica a elDiario.es.
Otra amiga también me dijo que me acompañaba, mi madre también se asustó... Nadie quería que fuese
Ella, al igual que Raquel, también toma precauciones al ir a una reunión, como enviar la ubicación a algún familiar justo antes de entrar. Y pese a que reconoce que se ha quedado “con el gusanillo” de una reunión puramente masculina, sabe que solo podría hacerla si se tratase de homosexuales “o de alguien que conozco”: “No me gusta prejuzgar así, pero sé que no voy a disfrutar, y a mí me encanta mi trabajo, así que prefiero las mujeres o los grupos mixtos”, reitera.
De todas formas, también recuerda cómo en otra reunión de mujeres el novio de una de las chicas, que la maltrataba, se quedó fuera de la casa espiándolas, para después llamarlas y decirles que las iba a matar “a todas”: “Ahí te das cuenta de que el machismo nos afecta de muchas maneras... Yo no fui el motivo de que nos amenazase y si yo no llego a estar probablemente hubiese ocurrido lo mismo, pero él también estaba molesto por lo que se estaba haciendo en esa reunión, que era que su novia pudiese hablar de sexo”, asevera.
Como nota optimista, Laura, que también admite que la parte favorita de su trabajo es la de educar en la sexualidad, considera que, durante los últimos años, se ha producido un gran cambio, sobre todo en lo que respecta a las mujeres. “El feminismo se ha ido introduciendo en el día a día, y ha ido cambiando la perspectiva de mucha gente que antes no entraba a debates y ahora sí... Además, es una realidad que el succionador de clítoris fue un 'boom' y generó que las mujeres comenzasen a hablar con total naturalidad de la masturbación. Sí que creo que vamos mejorando y que las mujeres hemos cogido a través del sexo una herramienta de empoderamiento”, concluye dejando un halo de esperanza para el futuro.
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