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Siete formas de leer el 20D en Catalunya

Xavier Domènech (En Comú Podem) da su primer discurso como ganador de las generales en Catalunya

Arturo Puente

Las elecciones generales del 20D han dado como resultado un escenario desconocido en Catalunya. Más allá de los resultados contados en escaños o número de votos, el comportamiento electoral de los catalanes alumbró un nuevo mapa político de múltiples interpretaciones. Estas son siete posibles lecturas para unas elecciones que se alejan de todo lo conocido durante los últimos 35 años.

1- Colau también reina fuera de Barcelona

El 20D ha disuelto las dudas sobre el papel del colauismo en unas elecciones que trascendieran lo municipal. El “efecto Colau” ha funcionado fuera de Barcelona, obteniendo aún mejor resultado que el conseguido por Barcelona en Comú en la capital. En todas las grandes ciudades del área metropolitana, En Comú Podem ha obtenido resultados contundentes.

El dominio de En Comú sobre el nuevo mapa político condiciona el futuro de manera definitiva. En las cuestiones internas, es el espacio más pujante de las izquierdas, recogiendo una tradición que va desde el comunismo del PSUC, que en las municipales de 1979 alcanzó el 30% en varias ciudades catalanas, hasta el protagonismo de la PAH en los núcleos populares de Catalunya durante la presente crisis. Para el soberanismo, es el espacio que le permite alcanzar cuotas en favor del referéndum de más del 50% en todas las elecciones, como ha ocurrido en estos comicios.

Catalunya ha vuelto a mostrar este domingo un marcado acento de izquierdas. El orden de los partidos de más a menos votos este 20D bien podría confundirse con una escala de más izquierdista a menos. En Comú Podem es primera fuerza, ERC segunda, PSC tercera, DiL cuarta, C's quinta y PP sexta.

2- El cinturón morado

El mapa que ha dibujado la victoria de En Comú Podem recuerda a los buenos años del PSC. Los socialistas habían construido un entramado de municipios en el área metropolitana donde fueron hegemónicos durante más de 30 años, con especial éxito en las elecciones municipales y generales. Aquel cinturón ha desaparecido, dejando paso a un mapa cambiante. El 27-S, con unas elecciones de fuerte sabor plebiscitario sobre la independencia, el espacio fue ocupado en parte por Ciudadanos. En estas generales, el cinturón rojo se ha teñido de morado.

La victoria de En Comú Podem en el área en la que viven dos de cada tres catalanes es inapelable. En algunos de los núcleos más importantes, como L'Hospitalet, Badalona, Terrassa, Sabadell o Santa Coloma de Grament, cerca o más del 30% de los electores han votado morado. En Barcelona, un 26,5. En Lleida o Tarragona, en torno al 20%. Hay que irse a la 10ª ciudad por población, Reus, para encontrar porcentajes por debajo del 20%, aunque en la segunda ciudad tarraconense también los de Domènech han sido los más votados. En resumen, una penetración en el voto urbano inigualable con 6 partidos en liza.

3- El derecho a decidir gana (otra vez)

Una de las claves de la victoria de En Comú Podem con respecto a los pobres resultados de Podemos con Catalunya Sí que es Pot en las autonómicas es su apuesta decidida por el referéndum pactado sobre la independencia. El derecho a decidir, olvidado por los partidos independentistas al pensar que estaba superado, ha sido una de las tendencias que más se han sentido este domingo.

La suma de En Comú Podem, ERC y DiL, los tres partidos que –con matices– apuestan por un referéndum, ha conseguido el 55,5% de los votos. Ni siquiera en la tradicionalmente poco soberanista provincia de Tarragona han bajado del 50%. Con estos resultados y un panorama más abierto que nunca en la conformación de mayorías en el Congreso, una de las propuestas que seguro estarán sobre la mesa del nuevo gobierno, si llega a formarse, será la celebración de un referéndum. Y ese ya es un triunfo seguro del derecho a decidir que en Catalunya ha ganado una elección tras otra desde 2011.

4- El independentismo salva los muebles

Que solo uno de cada tres catalanes haya optado por papeletas claramente independentistas podría hacer llegar a la conclusión de que la opción secesionista pierde apoyos. Pero, contando con que las generales son elecciones que al nacionalismo catalán no se le suelen dar bien, el 20D no ha arrojado un dato desastroso para el independentismo. La suma de ERC y DiL ha dado un 31%. En las últimas tres generales dio un 36, un 28 y un 36%. Contando con que se ha pasado de 5 partidos a 6 obteniendo representación, el independentismo consigue salvar los muebles.

Los resultados no son mejores para quienes abogan con claridad por que Catalunya continúe formando parte del Estado español. Si se deja al margen a En Comú, el unionismo obtiene un 40%, cuando en tres las pasadas elecciones obtuvo un 46, un 61 y un 55%. La tercera vía en lo nacional en la que juega En Comú decantará las opciones del independentismo en un eventual referéndum.

5- ERC lidera el independentismo

Que la segunda posición sea para un partido secesionista como ERC explica la importancia del nuevo movimiento independentista catalán, pero también el baile de actores interno. Las trayectorias de Esquerra y Convergència se han cruzado durante los últimos 4 años de proceso soberanista. En 2012, Convergència cayó casi 8 puntos, mientras ERC subía algo menos de 7 en el Parlament. En las europeas de 2014, ERC superó por primera vez al partido fundado por Jordi Pujol. En las municipales de mayo pasado, CiU se dejó casi 5 puntos, mientras que los republicanos ganaron 7. En estas generales, ERC ha vuelto a lograr el sorpasso por menos de un punto.

La situación que dibuja este 20D para Convergència es motivo de alarma sobre su futuro. La nueva marca convergente, DiL, ha perdido la mitad de los votos conseguidos en 2011 por CiU y marca el pico más bajo en unas generales. Por territorios, los de Francesc Homs han conseguido ser primera fuerza en Lleida y Girona, pero con una distancia máxima sobre ERC de dos puntos. En las capitales de provincia, solo en Girona supera con holgura el 15%, mientras que en grandes ciudades como L'Hospitalet o Badalona no alcanza el 7%.

6- Ciudadanos no se consolida

Los resultados de este domingo arrojan un resultado difícil de gestionar para los naranjas en Catalunya, ya que han sido incapaces de consolidar el protagonismo que el sabor plebiscitario del 27-S les prestaron. Con un 13% y sin poder obtener representantes por Lleida ni Girona, los de Rivera no cumplen las altas expectativas depositadas en la comunidad que les consolidó como una fuerza emergente en España.

Tanto es así que Ciudadanos ha conseguido mejores resultados en el total de España que en Catalunya, con casi un punto de diferencia. Los naranjas ha obtenido un 15,2% en Barcelona, mientas un 18,8% en Madrid, un 16,5% en Valencia o un 18,8% en Zaragoza. Por comunidades, han obtenido resultados similares a los catalanes en Andalucía o Castilla la Mancha, lugares donde se han quedado lejos de sus mejores marcas.

7- El papel catalán en una España de dos velocidades

El mapa que este 20D ha arrojado sobre España no puede ser más elocuente. Partidos de izquierdas han sido los más votados en Catalunya, Euskadi, Andalucía o Extremadura, mientras que en las dos primeras parece clara una mayoría favorable al derecho a decidir de las naciones.

En este escenario el papel de Catalunya será vital para decantar una España que parece ir a dos velocidades. De En Comú son más de 900.000 de votos de los 5 millones conseguidos por Podemos, superando a los obtenidos por los morados en Andalucía, Comunidad de Madrid o País Valenciano. No hay mayoría de izquierdas en España que no pase por el que será el principal grupo catalán en el Congreso, con 12 diputados.

También el heterogéneo grupo formado por los independentistas catalanes y las dos fuerzas del nacionalismo vasco, que suman 25 diputados, serán claves para la gobernabilidad de un Congreso donde a la suma de PP y C's le faltan 12 diputados para la absoluta, mientras que a PSOE y Podemos le faltan 16. Si los pactos entre las grandes fuerzas llegaran a ocurrir, los 29 diputados catalanes que concurren con candidaturas propias volverían a ser decisivos para marcar las condiciones que den la llave de la gobernabilidad a uno u otro lado.

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