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El paso de los policías del 1-O por el juicio aumenta la tensión entre tribunal y defensas

Estrados de las defensas en el juicio

Oriol Solé Altimira

El juicio del procés se ha ido de vacaciones de Semana Santa. Este miércoles han finalizado las testificales de agentes de la Policía Nacional y Guardia Civil que intervinieron el 1-O. La vista oral ha superado así su ecuador con la tensión al máximo entre tribunal y defensas que solo se ha podido atenuar gracias a la pericia del letrado Jordi Pina a la hora de detectar testigos citados por partida doble.

El presidente del tribunal, Manuel Marchena, se ha sacado el guante de seda con el que trataba a todas las partes al inicio del juicio para afear con puño de hierro algunas preguntas de las defensas a los agentes. El magistrado se mostró especialmente contundente esta semana con la defensa del presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, ejercida por los letrados Marina Roig, Benet Salellas y Àlex Solà, que han liderado la ofensiva de las defensas para contrarrestar y desacreditar el testimonio de los agentes.

Este miércoles Salellas ha preguntado a un agente que intervino en Lleida el 1-O si “se interesó” por el estado de salud de un votante herido, cuestión que Marchena ha cortado por impertinente. “No, mire, señor letrado... no”, ha indicado el juez, interrumpido a su vez por Salellas para recordar que el episodio figuraba en su escrito de defensa y por lo tanto debía poder preguntar sobre el mismo. “No vamos a discutir usted y yo. Si usted ha incluido en su escrito hechos de indudable trascendencia jurídica y otros que no… el sentimiento piadoso o no piadoso de un agente no tiene ninguna trascendencia jurídica. Está usted perdiendo el tiempo y nos lo está haciendo perder a nosotros”, ha zanjado Marchena.

No era el primer rifirrafe de la semana entre magistrado y letrado. Este martes Marchena afeó a Salellas que preguntara a un agente si “la masa” a la que se había referido “eran ciudadanos que se manifestaban en el colegio”. Marchena también había pedido a Roig, que no formulara sus preguntas “partiendo de versiones que ellos consideran probadas o acreditadas”. El magistrado lamentó asimismo que la petición a Roig la llevaba reiterando varios días “sin éxito” entre las defensas.

Para las defensas consultadas esta petición de Marchena se habría podido solventar si el magistrado hubiera permitido la exhibición de vídeos a los testigos. Y es que durante los interrogatorios, los letrados (y los acusados que se sientan detrás de ellos) estaban viendo en las pantallas de sus ordenadores los vídeos del 1-O que forman parte de la causa. De hecho, preguntaban a partir de los vídeos, pero no podían pedir que se mostraran a los agentes porque el tribunal decidió que todas las grabaciones se verían en la fase documental de la vista.

La cuestión de los vídeos ha sido uno de los grandes caballos de batalla entre tribunal y defensas. Abogados y abogadas creen que el veto a mostrar las grabaciones a los agentes aminora no solo la posibilidad de hacerles caer en contradicciones sino constatar que su relato sobre la agresividad y violencia de los votantes el 1-O es lo contrario de lo que aparece en los vídeos. Incluso Xavier Melero, abogado del exconseller Forn y única defensa que ha mostrado sin ambajes su confianza en la imparcialidad del tribunal –calificando de “espectacular” la dirección de Marchena de la vista oral– ha tildado de “opinable” su decisión sobre los vídeos.

Fue precisamente un vídeo el que desencadenó una de las mayores broncas de Marchena a las defensas en lo que va de juicio. El pasado 4 de abril, Pina preguntó a un agente si su unidad tiró al suelo a un votante. “No se tiró a nadie al suelo, se pudo caer”, replicó el guardia. “¿Puede ser más preciso? Es que lo estoy viendo...”, contestó Pina, cortado de forma fulgurante por Marchena: “A ver, señor Pina, usted es un letrado serio y en este momento no se ha comportado como un letrado serio. Lo que podemos hacer es que testifique usted, en lugar del testigo, si le parece”.

Y la pasada semana, tras negar de nuevo al abogado de Junqueras, Andreu Van den Eynde, la exhibición de un video y requerirle “no entrar en debates”, Marchena pasó a despedirse del guardia civil que había testificado, lo que levantó la protesta del letrado “por no poder hablar”. “Constatamos que usted ha protestado por no poder hablar”, cerró Marchena.

Con todo, el presidente del tribunal también dejó en evidencia a Vox el pasado 10 de abril, cuando Javier Ortega–Smith intentó involucrar en el dispositivo del 1-O a un mosso que el día de la votación atendía emergencias en comisaría. “Si le pregunta datos de con quién estuvo o cuántos efectivos hubo, corremos el riesgo de hacerle decir algo que no conoce y desinformarnos”, aseveró Marchena.

La Fiscalía completa sus testigos

Los más de 150 agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil que han terminado de testificar este miércoles son una de las bazas de la Fiscalía para intentar demostrar el delito de rebelión, ya que según las tesis fiscales los uniformados sufrieron el alzamiento violento de los votantes el 1-O instigado por los líderes que se sientan en el banquillo.

Como el tximiri de la ría de Bilbao, los agentes han relatado a lo largo de tres semanas golpes, patadas, agresiones, insultos y amenazas de los votantes y la pasividad de los Mossos d'Esquadra. Una versión de lo sucedido el 1-O más propia de un juicio de lesiones, resistencia o atentado contra los agentes de la autoridad que de uno de rebelión armada.

El relato encaja como anillo al dedo en las tesis fiscales salvo por el hecho de que ninguno de los agentes ha conectado a los acusados con los incidentes en los centros. Este extremo se sustenta, a criterio de los fiscales, en el documento Enfocats, la Moleskine de Jové y los discursos y tuits que emitieron el 20-S y el 1-O los acusados llamando a participar en la votación a sabiendas de que se producirían actos violentos.

Solo este miércoles tres agentes han respondido al unísono que la resistencia en las escuelas de Lleida estaba “claramente organizada”, pero sin señalar quién la organizó. Asimismo, solo una minoría de uniformados ha recordado haber empleado las porras y haber observado a votantes heridos por la intervención policial, lo que ha soliviantado a las defensas. Las preguntas de Roig poniendo el foco en que fue la intervención policial la que provocó una reacción en los votantes que ejercían una mera resistencia pasiva (y no al revés) motivaron la queja de la fiscal Consuelo Madrigal, quien criticó que se intentara convertir la vista en un “juicio a la Policía”.

El juicio del procés llega al puente de Semana Santa habiendo superado su ecuador. Quedan por comparecer todavía más de cien testigos propuestos por los acusados, aunque las defensas renunciarán a una parte de ellos. La vista cambiará de tono a partir de este martes 23, día de Sant Jordi, cuando volverán los políticos independentistas, empezando por el vicepresident de la Generalitat, Pere Aragonès. Antes del puente de mayo testificarán más de 50 votantes, en lo que será la otra cara de la misma moneda del 1-O descrita por los agentes.

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