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“La disminución de biodiversidad en el olivar supone aumentar costes por plagas”

Olivar

Carmen Bachiller

Olivar y biodiversidad, un binomio imprescindible en el mantenimiento de la sostenibilidad agraria. Ha sido la idea a debate durante la jornada ‘Naturaceite. Producción agraria en el olivar biodiverso’ que se ha celebrado en la finca Los Lavaderos de Rojas organizada por la Fundación Global Nature y eldiarioclm.es, en colaboración con Molinos de Aceite de Toledo.

Durante la primera mesa redonda en la que participaron Eva María Miquel del Amo, apicultora, miembro de la Fundación de Amigos de las Abejas y del proyecto ‘Olivares de miel’, Rodrigo Fernández Mellado, consultor en Biodiversidad, Iván García Martínez de Brinzal (centro de recuperación de aves rapaces nocturnas de Madrid) y Blanca Sastre, del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA).

En esta mesa moderada por la periodista de Agroalimentaria, Pilar Virtudes, el tema a debate ha sido el ‘Olivar y la Biodiversidad’ que arrancaba con el mensaje de que la obsesión por producir más ha provocado que “la relación con otras especies se vaya resquebrajando y hay que recomponerlas”, decía la periodista.

Un análisis que comparte Rodrigo Fernández Mellado. “La disminución de biodiversidad en el olivar supone aumentar costes por plagas”, alertaba. Este biólogo, con 20 años de experiencia en la realización de estudios relacionados con la biodiversidad recordaba que realizar un Plan de Biodiversidad en las explotaciones agrarias es “voluntario” y en cada caso las motivaciones son diversas (económicas, sociales, ambientales…) pero, en todo caso, sirve para “diferenciarse”, una de las “claves” para los olivareros, desde su punto de vista.

¿Qué se puede hacer para conservar la biodiversidad? Este profesional aconseja compaginar la producción del olivar con la caza, con la diversidad de cultivos en la misma finca, la intervención en zonas degradadas de las fincas, con la protección de plagas o la implantación de cubiertas y setos.

Es una labor que, reconoce, “cuesta mostrar a los propietarios que han venido recibiendo información muy distinta” y que a veces no entienden las ‘bondades’ de herramientas como los hoteles de insectos como sistema de controlador de plagas, las charcas para anfibios o las cajas-nido para rapaces.

“Estos depredadores no tienen sitio para posarse o nidificar en el olivar y hay que ayudarles”, argumentaba, para que puedan actuar, por ejemplo, frente a la plaga de conejos que asola los campos de la región. Se trata decía de mantener el equilibrio entre ambas especies.

También recomendaba la “formación y promoción” de la conservación de la biodiversidad porque, “de poco vale convencer al propietario si los conceptos no se trasladan a los trabajadores”.

La importancia de las cubiertas para evitar la erosión

Blanca Sastre del IMIDRA compartía también su experiencia, en este caso, en lo que tiene que ver con la conservación de suelos de explotaciones de cultivos leñosos. Los estudios realizados han puesto de manifiesto que “la erosión del suelo es un problema muy serio en la mayoría de olivares”. Tras cuatro años de estudio se comprobó cómo los suelos labrados pueden llegar a perder casi siete toneladas de tierra por hectárea debido al efecto de la erosión. Eso, se puede paliar con cubiertas vegetales. Por ejemplo, con cubiertas de leguminosas se puede reducir la pérdida de suelo en hasta un 40%.

Sastre ha dicho también que quienes apuestan por este tipo de prácticas de conservación “deberían ser compensados por la Administración vía PAC”. Ha recordado que, en pleno proceso de reforma del sistema de la Política Agraria Comunitaria “es el momento” para implementar ayudas que financien “estos servicios que se ofrecen en olivares y otros leñosos y que nos vienen bien a todos”.

Durante la mesa también se ha alertado sobre el declive de ciertas especies de aves ligadas al medio agrario. Lo hacía Iván García, técnico de campo de la Asociación Brinzal, una organización sin ánimo de lucro creada en 1986 y dedicada al estudio, conservación y rehabilitación de las rapaces nocturnas.

Ha explicado que están mermando, en número de ejemplares, aves como el mochuelo o la lechuza, “históricamente abundantes en la Comunidad de Madrid”. Lo hacen “a una velocidad rapídisima” apuntando la cifra de una pérdida global de hasta un 40% de mochuelos en la Península Ibérica.

Brinzal prepara varios estudios para saber cómo está afectado la agricultura intensiva a estas aves, analizando su hábitat, la calidad de los terrenos de reproducción y la alimentación. Se trata, decía de “hacer diagnósticos y proponer medidas para trasladarlas a las autoridades competentes”.

Un fenómeno similar de declive lo encontramos en las abejas. Eva María Miquel, apicultora en el sureste de Madrid, dedicada a la crianza de abejas Apis melífera de raza autóctona y a la polinización de cultivos ha pedido cooperación entre apicultores y olivareros para hacer frente a plagas de ácaros como la varroa, enfermedad que afecta a las colmenas y cuya mortandad es ya de hasta un 80% de abejas, decía. “Si esto pasase en vacas u ovejas estaríamos con el grito en el cielo”.

“Quisiera que todos los olivares estuvieran llenos de aromáticas para las abejas”. Ha ofrecido la implantación en Castilla-La Mancha de “nuevos manejos” vinculados al grupo operativo ‘Olivares de Miel’ que propone nuevos hábitats para las abejas incorporando aromáticas a las fincas de estos y otros cultivos como el melón. Es un proyecto piloto que, en un 50%, tiene como objetivo la transferencia de conocimiento.

La apicultora ha abogado también por el agroturismo “como salida alternativa a los olivares centenarios de gran belleza paisajística”.

Reclaman más apoyo “a quienes hacen las cosas bien”

¿Qué va a pasar en nuestros olivares si no nos concienciamos?, preguntaba la periodista Pilar Virtudes durante el transcurso de la mesa redonda. Rodrigo Fernández alertaba de una elevación de costes por las plagas. “Si seguimos así solo los que tengan capacidad para invertir serán productivos y tendrán rentabilidad. No nos interesa ese tejido agrario, sino uno diverso en biodiversidad, que también trae nuevas oportunidades”.

Iván García ha pedido a las administraciones más apoyo “a quienes están haciendo bien las cosas porque solo encuentran más obstáculos y gastos que los demás. Hay más impedimentos si quieres un certificado ecológico que si no lo tienes”.

Los ponentes reclamaban también más información al consumidor. “Hay que explicar qué significa un olivar sin plantas o sin fauna. Que los consumidores tengan claro lo que se está produciendo y lo que están consumiendo”, apuntaba Fernández.

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