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Acusados de sembrar el pánico en el metro de Valencia: “Nuestra intención era predicar el Evangelio”

Momento de la estampida en la línea 5 del Metro de València.

Lucas Marco

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Nueve evangelistas alemanes se han sentado este lunes en el banquillo de los acusados por provocar una estampida en el metro de Valencia. La Fiscalía pide una pena de cuatro años de prisión para cada uno por un presunto delito de desórdenes públicos en concurso con un delito de lesiones.

La noche del 4 de agosto de 2018, los nueve religiosos, de entre 19 y 42 años y pertenecientes al grupo Werde-Licht, subieron a la línea cinco del metro de Valencia con una cruz de color rojo de grandes dimensiones, un carrito con biblias y panfletos y un megáfono. El convoy de metro estaba a reventar de jóvenes que acudían a la Feria de Julio, algunos en estado de ebriedad. Entre la parada de Colón y la de Alameda, comenzaron a lanzar proclamas (“tenemos un mensaje para vosotros, este metro está lleno de pecado, de drogas, de fornicación”). Uno de los acusados lanzaba las proclamas en alemán y otro traducía los mensajes con el megáfono.

Seis de los jóvenes viajeros que presenciaron la escena han declarado como testigos. Todos han coincidido en que las proclamas causaron pánico entre los usuarios del metro que estaban más alejados de la escena. En cuanto se abrieron las puertas en la parada de la Alameda, decenas de pasajeros optaron por huir a la carrera como pudieron. “Vi a varias personas decir que había una bomba”, ha relatado una joven que cayó al suelo en la huida y, posteriormente, denunció los hechos en comisaría. Otra joven, que resultó lesionada en el tobillo, ha contado que, desde aquel día, tiene fobia a subir en el metro y precisó atención psicológica.

Durante el juicio, celebrado ante la sección primera de la Audiencia Provincial de Valencia, se ha mostrado un video grabado del momento en que los evangelistas alemanes empiezan la escena. Tras las primeras proclamas, un joven viajero que iba en el metro, empieza a parodiar a los religiosos (al parecer, dijo “vamos a morir todos”) y, segundos después, al ver que se producía una estampida grita: “Que es mentira, que es broma”. El letrado de la defensa, Andrés Zapata, ha centrado el interrogatorio a testigos y acusados en la actuación del joven, que habría precipitado la huida.

“La gente entró en pánico y salió en estampida porque estaba asustada”, ha declarado una testigo, que ha precisado que el susto lo provocó que se dijera que había una bomba (“lo escuché de la gente, no de las personas del megáfono”, ha dicho). Otra joven ha recordado que los viajeros gritaban: “Abrid la puerta que hay una bomba”. Como consecuencia de la avalancha, varios pasajeros resultaron lesionados. Una joven de 25 años sufrió lesiones en los pies que tardaron en curar 259 días. 

Poco después de la estampida, llegaron los servicios de seguridad privada del metro y la Policía Nacional, que detuvo a los alemanes. Los predicadores ingresaron en prisión y, una semana después, fueron liberados tras pagar una fianza de 3.000 euros. Este lunes han acudido a la vista desde Alemania.

Los acusados han explicado que son cristianos alemanes que habían venido de visita a Benidorm y Valencia unos días para “expandir el Evangelio”. “Nada más comenzar empezó a notarse intranquilidad, no comprendía qué estaba pasando”, ha relatado uno de los acusados, que asegura que cuando se dieron cuenta de la situación de “pánico” pararon de lanzar proclamas. Los religiosos alegan que se limitaron a transmitir “el mensaje de la Biblia”. 

Otro acusado ha contado que, al ver que pasaba algo, dijo: “Sólo debéis tener miedo del pecado”. El acusado ha insistido en que se limitaban a “predicar el Evangelio”. Otro predicador, vestido aquella noche con una camiseta con una inscripción en árabe, ha declarado que el mensaje significaba “paz con Dios” y ha explicado que lo llevaba para “predicar el mensaje de Cristo a los árabes”. “El que creó el pánico era un joven que luego se disculpó”, ha dicho.

Uno de los acusados ha contado que en Alemania predican en el metro pero que los viajeros responden con “indiferencia y desinterés”. El hombre ha lamentado lo sucedido.

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