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Cómo combatir el sexismo y el machismo desde el colegio: algunas pautas para diseñar patios coeducativos

Ejemplo de distribución de espacios en un patio de colegio coeducativo

Miguel Giménez

València —

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“Acabar con la pandemia del sexismo”. Ese es uno de los objetivos de la 'Guía de patios coeducativos' publicada por la Conselleria de Educación y elaborada por profesionales valencianos de este ámbito que buscan una “vacuna” capaz de eliminar “los efectos de esta lacra en nuestra sociedad”. Para ello, han realizado este documento que pretende ser una hoja de ruta para hacer realidad la transformación de los patios escolares, uno de los principales espacios de socialización del alumnado, y convertirlos, “mediante una reflexión colectiva”, en espacios que promuevan relaciones igualitarias donde las actividades, roles y dinámicas habituales “no reproduzcan los estereotipos y mandamientos del género y predomine el uso compartido de los espacios, recursos y actividades entre el alumnado de distinto género, edad, origen y capacidad”.

La Generalitat Valenciana cuenta desde 2018 con un 'Plan director de coeducación' que marca el patio escolar como “objetivo prioritario” y apunta que se debe conseguir que la ocupación de los espacios “sea igualitaria”, tanto en el patio como en los espacios de estudio, “sin el predominio de actividades en las que participan específicamente chicos en momentos en que se comparte el mismo espacio y tiempo”. Sin duda, la primera actividad en la jerarquía de juegos posibles en la mayor parte de los patios escolares es el fútbol, que es concebido “más como un derecho que como un privilegio”, y ello a pesar de que es la actividad con “mayor número de conflictos y donde se produce una mayor segregación”.

Los espacios son el medio físico donde se desarrollan las relaciones sociales y el patio del colegio es un ejemplo: “También habla, transmite, enseña. La manera de relacionarse, de estar, el reparto de los espacios o el control y las infraestructuras del juego, que pueden promover el desarrollo de habilidades diferentes en niñas y niños, reforzando comportamientos y prácticas que, con el tiempo, fijan estereotipos de género”, explican los profesionales. La mayoría de centros, apuntan, presentan una disposición de los espacios de juego “androcéntrica y futbolcéntrica”, lo que significa que están diseñados “para dar respuesta a un arquetipo de alumnado concreto: chico, con disposición al juego activo y con preferencia por el juego de pelota”. Así, los chicos utilizan más del doble de espacio que las chicas, lo que comporta unas posibilidades de juego y de desarrollo competencial “diferente por cuestiones de género que es conveniente no naturalizar y, por descontado, trabajar”.

La finalidad de este tipo de iniciativas es buscar un patio donde predomine la convivencia, “independientemente del sexo, la edad, la orientación sexual, las capacidades o la expresión de género”. Para ello se deben “repensar los espacios” y realizar una intervención “participada por el alumnado” y, a ser posible, “con la colaboración de las familias”.

Para analizar las desigualdades en el patio, la guía propone preguntarse si existen propuestas de juegos o actividades en las que se observe una especial segregación, donde no convivan y jueguen de forma conjunta niños y niñas; si se ostentan privilegios y estatus de modo que una parte del alumnado practica el poder sobre la otra parte; si se favorecen propuestas de cooperación o competición; si se da respuesta a las diferencias individuales o de género; si todos los alumnos tienen el mismo derecho a disfrutar del patio o hay quien se siente más “propietario” que otros; si hay alumnos con especiales dificultades de acceso a alguna zona del patio; sobre el rol del profesorado en el tiempo de esparcimiento; o acerca de las actividades que generan más conflictos y por qué.

Propuestas

Para la redistribución de los espacios apuntan que se debe tener en cuenta: la diversidad, ofreciendo elementos y espacios que garanticen que la atención a las diferencias individuales tenga más protagonismo que las diferencias de género; la flexibilidad, pensando en la versatilidad de los diversos espacios e infraestructuras del recinto; la interrelación, revisando la relación entre los diferentes espacios o posibilidades de juegos para impedir el establecimiento de jerarquías o privilegios; el confort, con zonas seguras y cómodas para todo el alumnado, sin impedimentos ni peligros; la representatividad, ofreciendo a toda la comunidad educativa la posibilidad de aportar ideas, recursos o sugerencias sobre el “patio ideal”.

Otra distribución posible podría ser la de un patio con tres zonas: una de contacto con la naturaleza y la experimentación con elementos naturales; otra de juego activo físicamente, con diversas alternativas como un circuito para pasear o correr, pistas polivalentes...; y una última de juego tranquilo, con mesas, sillas, pizarras, juegos de mesa o incluso una grada, una zona que también podría utilizarse para dar clase o para el profesorado.

“Educar en igualdad de oportunidades, atendiendo a la diversidad de las personas, implica el camino de la acción positiva, de la diferenciación, de la segregación en algunos momentos y siempre de la equidad para conseguir una labor conscientemente competente en cuestiones de género”, concluyen los autores de la 'Guía de patios coeducativos': “Educar para una ciudadanía que viva positivamente la diversidad y combata el sexismo y la violencia de género es uno de los principales retos del sistema educativo”.

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