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Exhumando el 'Paredón de España'

Rosa Pérez Garijo

Después de casi 42 años de la muerte de Franco, por fin van a comenzar las exhumaciones de las fosas comunes del que fue conocido como “el paredón de España”, desde la delegación de Memoria Histórica de la Diputación de Valencia hemos destinado casi el 80% de nuestro presupuesto para subvencionar exhumaciones de fosas comunes del franquismo porque somos el segundo país en número de desaparecidos forzosos después de Camboya.

Desde abril del 1939 hasta 1943 fueron fusilados 2.237 republicanos en la tapia del cementerio de Paterna. Algunos de los ejecutados eran trasladados al cementerio general de Valencia, ya que el de Paterna no podía absorber la enorme cantidad de cadáveres de sus tapias, pero la gran mayoría permanece allí, en las fosas comunes del cementerio de Paterna. En la España de Franco, los republicanos no eran dueños de sus vidas, ni de sus muertos, no tenían derecho ni a velarlos, ni a enterrarlos, ni casi a llorarlos. Así fue desde el principio y así fue hasta el final. La nuestra fue una dictadura donde el dictador murió en su cama, se declararon 30 días de luto, le lloró su familia y una buena parte de España y se le enterró en un mausoleo construido por sus víctimas.

A partir de ahí se supone que llegó la democracia, lo que debiera haber conllevado la exhumación sistematizada de las fosas comunes, la retirada de todos los símbolos franquistas, los cambios de nombres en calles, avenidas y plazas dedicadas a torturadores, secuestradores, asesinos y golpistas, reparación a la víctimas, la anulación de condenas como la de Miguel Hernández…pero nada de eso llegó, se hizo una auténtica política de desmemoria y ante cualquier atisbo de petición de justicia la contestación fue y, sigue siendo: “dejad tranquilos a los muertos”, evidentemente, quienes dicen eso, se refieren a los suyos.

Pero algunas no nos resignamos. No nos resignamos a que no exista una verdadera política de memoria, justicia y reparación porque, casi 42 años después de la muerte del dictador, todo está por hacer. Lamento profundamente que justamente comiencen las labores de exhumación el día después de la pérdida irreparable de uno de los imprescindibles: Carlos Slepoy, luchador por los Derechos Humanos contra la impunidad, tanto en Argentina como en nuestro país. El mejor homenaje, sin embargo, es demostrar que su legado se mantiene en demostrar que no abandonamos la batalla.

Como Diputada de Memoria Histórica de la Diputación de Valencia estoy orgullosa de que por fin vayamos a abrir las fosas de la vergüenza. Éste fue uno de los objetivos que tenía más claros cuando se creó la delegación, porque la exhumaciones son y deberían haber sido una obligación para las instituciones públicas, porque las víctimas de la dictadura no han tenido ni tan siquiera los derechos que con carácter general tiene cualquier víctima. Por lo que, al sentimiento de satisfacción se le suma el de vergüenza y, sobre todo, el de indignación porque las instituciones no hayan dado, después de décadas, la dignidad imprescindible a las víctimas del franquismo, esperando quizás que ya no quedara nadie vivo que reivindicara su memoria. Pero algunas no nos olvidamos.

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