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Opinión - Sánchez no puede más, nosotros tampoco. Por Pedro Almodóvar

La autonomía del PSOE

Mercedes Caballero

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Cuando en las elecciones de 1933 en España ganó la derecha los anti sufragistas culparon a las formaciones que dos años antes habían conseguido que el voto fuera un derecho universal. La mayoría de las voces culparon al sufragio femenino de la victoria de la CEDA. Las disputas de años salieron a relucir y Clara Campoamor volvió a sufrir el acoso de compañeros y compañeras de su misma formación. En ese momento pocos alzaron la voz en su defensa. No entendieron – o no quisieron entender – que la lucha por la consecución del voto femenino iba más allá de intereses electoralistas, fue el paso decisivo para que la sociedad española fuera más igualitaria.

Creo firmemente que sí tuvo mucho que ver en la victoria de la derecha el hecho de que las mujeres pudieran votar, pero no porque las mujeres seamos más conservadoras, más bien porque en ese momento ni las mismas mujeres eran conscientes de su potencial y dejaron que – tal y como sucedía en otros ámbitos – sus hombres, ya fueran padres, hermanos, esposos e inclusos hijos, decidieran por ellas el sentido del voto. Pero no hay que perder de vista que en 1933 los resultados de las elecciones otorgaron una victoria a la derecha y visibilizaron una división en la izquierda española sin precedentes. La lucha por el poder no es nueva, y menos la lucha por el poder dentro de un mismo espacio.

Tras el 33 se han dado en España muchos ejemplos y siempre ha sido el espectro ideológico de la izquierda el que ha visto como surgían formaciones que pugnaban por un mismo votante. El PSOE cumple el próximo día 2 de mayo 140 años, en este casi siglo y medio, formaciones de todos los “colores” han pugnado por arañar la supremacía de un partido que en sus horas más bajas ha mantenido un suelo electoral que para ellos quisieran como techo esas formaciones.

Pero incluso desde el mismo seno del PSOE tenemos ejemplos que si bien han obtenido en un primer momento alguna singularidad, se ha visto como el paso del tiempo los ha llevado a la irrelevancia. La causa es la consecuencia de proyectos personalistas que más que por el interés general surgen del interés por un poder que obtuvieron gracias a las siglas.

En las elecciones del 2019 – las del 28 de abril y también las del 26 de mayo- la división principal la encontramos en una derecha que más que en campaña electoral, parece estar en una campaña de primarias internas que agrupe todo el voto en una formación.

El votante del PSOE y de la izquierda en general, sabe que está en juego mantener el modelo de Estado Autonómico que nos ha permitido avanzar como sociedad y como personas y no debe despistarse ni dejar que otros nublen su mirada con formaciones surgidas de las vísceras. Las mujeres no somos las mismas que en el 33, hoy somos conscientes que todos los derechos que tanto nos ha costado conseguir pueden irse al traste en un momento si damos la oportunidad de gobernar a los partidos involucionistas. Nosotras somos ahora la mayoría de la población – un 52% - y además contamos con la complicidad de los hombres, entre todos tenemos la oportunidad de que la historia cuente que las elecciones de 2019 las ganó la izquierda gracias a los votos al PSOE de los y las feministas.

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