La procesión que nos merecemos
La lluvia podría ayudar a muchos a reflexionar. Fruto de pensar, a veces, nos equivocamos. En un alarde de espontaneidad, en ocasiones, escuchamos pensamientos poco meditados o demasiado sinceros, que no se ajustan a la boca con cargo que los comparte. Otras, después de darle demasiadas vueltas a una idea se acaba convirtiendo en una sobreactuación. Es difícil saber ante qué estamos cuando una ministra y secretaria general considera una provocación que el president de la Generalitat participe en los actos grandes del día de la comunidad que preside. El regalo solo se asemeja al que el alcalde Almeida le hizo al PSOE días atrás con el absurdo acientífico en torno al aborto. Por un lado, se desea con todas las fuerzas posibles que la calle machaque a Mazón y, por otra, se le sitúa en la senda de hacerlo mártir. Es tan erróneo como los intentos populares de acusar a Pedro Sánchez de centrarse en la agenda más ideológica para tapar a la familia y los ex amigos, al tiempo que se le sirven temas fuera del debate desde hace mucho.
Hace unos meses ni los suyos creían que el 9 de octubre del año 25 el Palau de la Generalitat tendría el mismo inquilino que el 29 de octubre del 24. Y eso exige una reflexión de todos, que no puede ser acusar a Mazón de provocador. La institucionalidad exige otros comportamientos. Y, sobre todo, la sociedad merece repensar qué ha pasado en los últimos once meses. Cómo se ha llegado al punto en el que los vídeos de la mañana del fatídico día en el centro de emergencias no provocan un terremoto político. Qué tipo de anestesia se ha extendido para que un 82 por ciento de rechazo sea compatible con seguir gobernando, incluso, con seguir votando en el mismo sentido. Los socialistas que dirige Diana Morant deberían tener cuidado con no cometer el error original que lleve a la política valenciana a centrarse, por ejemplo, en Gaza y el aborto, cuestiones de capital importancia pero que hay que tratar de hacer compatibles con las anotaciones de Salomé Pradas y con desbrozar la maleza que ha crecido en el último año alrededor de la dana. El plebiscito sobre Pedro Sánchez el PSPV lo tiene perdido o, como mucho, empatado. Más allá de que el cartel electoral salga del Consejo de Ministros, la gente espera alternativas que hoy no encuentra. Y con los socios se puede contar poco, ni en Madrid ni en la Comunitat Valenciana.
Morant puede haberse equivocado pero no es la única ni la peor. La deriva de otros dirigentes como Vicent Mompó es bastante peor y nos lleva a preguntarnos qué queda de aquel político afectado que se sinceró con Gonzo. Desgraciadamente la respuesta es clara: el presidente de la Diputación de Valencia solo es hoy aquel miembro del PP que en la plaza de toros cedió cuando le gritaron de mala manera que hablara en castellano. Entonces traicionó su lengua materna y desde el 29 de octubre ha ido faltando a sus compromisos con todos menos con el PP. Cada vez que habla de aquel día, la última vez al negar que Pradas dirigiera el Cecopi, insulta la inteligencia y, sobre todo, mancha la trayectoria del político cercano a la gente que fue. Aquel que gritó desesperadamente que mandaran la alerta se quedó en ese momento.
La procesión del 9 d'octubre, que llevamos muchos años viviendo rodeada de violencia, es una anormalidad democrática que desgraciadamente se ha asumido. La permisividad con la que se actúa por la mañana derivó hace unos años en la violencia extrema de la tarde. Nadie en el centro derecha valenciano defendió al alcalde Ribó pese a ser sistemáticamente insultado por descerebrados, nostálgicos preconstitucionales y frustrados vitales en general. El sucio fondo ultra en el que se han convertido las calles de València en la marcha de la Senyera ha sido el peor escenario de la permisividad social y, en demasiados casos, policial con la violencia ultraderechista. Ese germen parece ahora lejano cuando el alarde de la incultura y el desprecio a la ciencia a algunos les provoca orgullo. Lo que se ve en las calles cada año no es fruto de unas declaraciones. Lo es de prácticas consentidas, amparadas y hasta jaleadas. Y este año, además, hay mucha gente que necesita expresar lo que siente. Personas lastimadas por el agua y heridas sistemáticamente con cada mentira desvelada en diferentes formatos, las últimas con imágenes y, finalmente, con audio. Lo que no se pueda expresar este día 9 se dirá más alto el 25. Y con ese panorama, no conviene olvidar que a punto de llegar al 29 de octubre seguimos sin saber dónde estaba el President aquella fatídica tarde.
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