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CV Opinión cintillo

Vivienda, transporte y empleo

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La crisis provocada por  la pandemia, todavía sin finalizar, está provocando muchas reflexiones sobre lo que podría ser diferente o debería serlo cuando iniciemos la etapa postCOVID19 para atender mejor los retos de convivencia y de calidad de vida que se nos plantean a la luz de esta experiencia. En esto cabe tener memoria a largo plazo para dar respuesta a los otros “virus” del sistema que han quedado al descubierto y procesar todo lo que nos está pasando en nuevas oportunidades de mejora.  

En ese contexto parece fuera de toda duda que el refuerzo de los servicios públicos es una gran prioridad. En especial aquellos que hacen referencia a la atención e investigación sanitaria con una estructura potente basada en la capacidad de la acción pública y de la organización y planificación que pueda dar una respuesta general y eficiente a nuevas situaciones críticas como la reciente. También la atención a la población más vulnerable deberá coger músculo y fortaleza para que no se quede nadie en el camino.

Pero hay otros aspectos del funcionamiento de nuestra sociedad que han mostrado su debilidad y que deberán ser atendidos como prioridades para estructurar una vacuna social frente a los desafíos de la sociedad valenciana del futuro próximo.

La vivienda se ha revelado como un problema social de primera magnitud que se arrastra de manera crónica, que se ha intensificado con la pandemia y que necesita de una acción urgente y prolongada para empezar a ver la solución. Entre otras medidas, hay que impulsar ya un programa plurianual para elevar, con el concurso especial de los ayuntamientos, el parque público de vivienda hasta cifras que realmente puedan condicionar la accesibilidad y la moderación del precio de adquisición o alquiler a la población.

Por otro lado, el transporte público ha sufrido una debacle muy rotunda con la aplicación de las medidas antiCOVID19. Su recuperación se ha de ligar con la transición energética y la lucha contra el cambio climático. El transporte público convencional ha de impulsarse con medidas de promoción a gran escala. Y al mismo tiempo se ha de avanzar en la eliminación de los combustibles fósiles para su tracción y la substitución por energías renovables. Pero este impulso se ha de extender al transporte particular de personas y mercancías tanto en lo que hace referencia a los vehículos como a la intensidad de su uso. El ferrocarril, el transporte a demanda, el papel de las tarifas y del precio de la energía, las peatonalizaciones, la proximidad,…, son elementos imprescindibles del compromiso social con el futuro.

Y relacionado con todo ello, el empleo. El empleo y la actividad económica son el motor esencial de las capacidades de organización social y de mejora en la sociedad. 

Es por ello que hay que modular algunos conceptos para valorar las iniciativas y ordenar las prioridades. En primer lugar, hay que integrar la protección social en todos sus aspectos dentro del concepto de las actividades de generación de puestos de trabajo. El “gasto social” es en realidad inversión social de gran retorno económico, de base de la articulación social, de impulso a la calidad de vida y de gran impacto en la creación de empleo. Asimismo la investigación, la cualificación, la gestión de la jornada laboral, el teletrabajo y la promoción de nuevas actividades han de estar presentes en toda estrategia de salida de la crisis.

Volver a “lo de antes” no es la solución, en muchos aspectos es más bien lo contrario. Hay oportunidades de mejora y se han de impulsar con decisión y valentía. Vamos a ello.

  • Cristina Mollà es periodista.
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