“Pasen, vean y adopten”
En Valencia hay infinidad de lugares donde tomar un café, un tentempié o un aperitivo. Pero sólo uno en el que los visitantes interactúan libremente con esas bellas y misteriosas criaturas tan especiales que fascinan e inquietan por igual: los gatos. Un lugar donde las personas y los pequeños felinos pueden relacionarse en un agradable ambiente de sosiego. El passatge dels gats abrió sus puertas hace un mes, a un tiro de piedra de las Torres de Quart, en el número 28 de la calle Turia, al lado de la sede de Podemos. La coqueta cafetería es refugio de acogida de un grupo de gatos rescatados de la calle por la Asociación Adaana que esperan ser adoptados mientras disfrutan de los mimos de la parroquia: Bagheera, Missa, Sandía, April, Halley, Marco y Trisky. Los hay de pelo largo y corto, blancos, negros y carey. Algunos pasaron hambre, miedo y penalidades pero ahora ya están a salvo y felices.
El artífice de la primera cafetería gatuna de Valencia es David Montesinos, un joven fotógrafo que con el apoyo de su familia ha creado un espacio único donde los mininos y sus amantes puedan pasar buenos ratos. “Hace dos años tras una tormenta de verano encontré en Pobla Farnals una gatita de pocos meses muy enferma, la llevé al veterinario y le conseguí una familia”, cuenta. A partir de ahí surgió una empatía especial hacia estos animales que se materializa en un local hecho a su medida, con zonas de juego y de descanso muy bien organizadas. Desde el mínimo elemento de la simpática decoración hasta la puerta doble. Todo ha sido pensado al detalle para la comodidad de los pequeños felinos.
En el local funcionan unas normas estrictas para garantizar su bienestar. Nada de fotos con flash, apagar el móvil, se prohíben perfumes fuertes y llevar otros animales que puedan alterarlos, hablar bajo y respetar sus horas de sueño. También es importante hacer la reserva con antelación para optimizar el espacio. No hace falta pedir café o bebida. Por tres euros se puede pasar media hora en compañía de los mininos y hay cuatro tarifas que incluyen consumición (no se sirven bebidas alcohólicas) y más o menos tiempo de estancia.
Las 700 tarjetas que Montesinos imprimió para la inauguración de su local desaparecieron en un plisplás. Una señal de éxito que se confirma cumplidamente con la adopción de cuatro gatos a lo largo de las primeras semanas de existencia y la iniciación del proceso de otros tantos animales. “Sí, estamos muy satisfchos”, sonríe Montesinos. “Unos han encontrado su propio hogar y vendrán otros gatos que también lo merecen. Además, ya tenemos nuestros clientes fijos. Varios estudiantes amantes de los gatos que comparten piso y no pueden tenerlos en casa, una señora con sus niños que tienen ya dos mininos y de momento no les caben más, etcétera. Es gente muy variada, aunque dominan las mujeres”.
Montesinos confiesa que no habla ni escribe bien en valenciano, pero ha bautizado su local en nuestra lengua, El passatge dels gats, “porque me parecía lo adecuado, también como homenaje a mis antepasados que son de Alginet”. ¿Maullarán los gatos en valenciano? ¡Meow!
Lo cierto es que la capital del Turia y en la calle del mismo nombre es, tras Madrid, Barcelona y Alicante, la cuarta ciudad española que dispone de este tipo de locales que proliferan en Japón, Europa y América. Adorados por los egipcios como dioses, perseguidos en la Edad Media como aliados de las brujas, los gatos han acompañado al hombre a lo largo de los siglos. El mejor amigo después del perro...o antes que él para muchas personas.
Hasta ahora los chuchos eran los amos de la ciudad. Dueños de las zonas reservadas para ellos en los jardines, pipicanes, peluquerías caninas y hasta restaurantes que les sirven el menú con plato al suelo. Pero de momento no han logrado instalarse en ningún pub ni café. ¿Ganarán los gatos la sempiterna pugna entre especies enfrentadas que, en realidad pueden convivir felizmente? El futuro lo dirá. Lo importante es que los ciudadanos de cuatro patas tengan cariño y una existencia digna.