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Opinión - El pueblo es quien más ordena todavía. Por Rosa María Artal

Otro periodismo

Xavier Ribera Peris

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”Faré caure el ritme mític

de les lletres

als camps brillants de les destrals.

A colps les juntaré en grups

i les desfaré en onades

lluentes,

per tal que a tot l’ample de la sorra

facen mots.”

Domènec Canet, Carcaixent, 1971

La idea de Albert Camus de que “un país vale lo que vale su prensa” nos lleva, en el País Valenciano, a una visión catastrofista. Los dirigentes de patronales (CEV),Cámaras de Comercio y lobbies( AVE, FECOVAL, FERMED), de carácter empresarial, están obsesionados por incrementar la inversión en infraestructuras. Es lógico. Alarma la ignorancia y la falta de atención hacia la decadencia de los medios de comunicación. A nadie le preocupa. A nadie altera que el entramado del sistema periodístico valenciano se encuentre en caída libre. En tres aspectos: en el número y la fortaleza de los medios. En la reducción de plantillas y el nivel de los periodistas. Por consiguiente, en la pérdida de calidad en el caudal informativo que se suministra a la sociedad.

Tiempo de lucha

Resuena el aldabonazo de Joan Baldoví, en nombre de Compromís—aviso a navegantes--, al Gobierno de Pedro Sánchez en la fase final de la reclusión por el Covid-19. Es la voz que clama en el desierto frente a 31 diputados, de los partidos, PSOE, PP,U. Podemos y Ciudadanos que utilizan su escaño para aceptar sin rechistar una reiterada felonía. Asumen en silencio culpable, las instrucciones de sus partidos, frente a un Gobierno que ningunea y vulnera sistemáticamente los intereses del País Valenciano. Inefable el gesto perplejo del presidente Pedro Sánchez, ante los anuncios reiterados de que Compromís votará contra las propuestas del Gobierno de PSOE y U.Podemos, mientras no haya un reconocimiento de las justas reivindicacines de financiación e inversiones. Extraña la mirada al infinito de Ximo Puig, cuando la Generalitat Valenciana debería ser la principal interesada en resolver un “cul de sac” que asfixia a los valencianos sin remedio.

Ideas

El periodista y la prensa son dos factores siempre a la contra. Nunca a con la corriente. Las circunstancias actuales son desfavorables al complejo mundo de los medios de comunicación. “Combat” el periódico que dirigió Camus, primero en la Resistencia y tras el cataclismo europeo de la II Guerra Mundial, se preguntaba en un editorial escrito por él mismo, el 1 de septiembre de 1944: “¿Qué es un periodista?: Es una persona a la que, como mínimo, se le exige tener ideas”. Después le siguen aspectos como el compromiso, la crítica, la imparcialidad, la libertad, saber escribir, capacidad de sacrificio, generosidad, entrega, responsabilidad o la solvencia. El periodismo y la prensa que, son implacables para informar sobre los demás, en muy raras ocasiones analizan su problemática y denuncian sus males. No son transparentes.

Negocio

La prensa de la Comunitat Valenciana pasa por una vieja crisis estructural, a juzgar por los acontecimientos: reducción de puestos de trabajo, ERES, cierre de periódicos (El País o El Mundo- ediciones valencianas--), inseguridad profesional, dificultades para desarrollar su trabajo (ruedas de prensa ficticias, trabas a los periodistas gráficos). Graves restricciones informativas en China, Hong-Kong, Estados Unidos, Brasil, Rusia y una larga lista de países teóricamente democráticos, otros en conflicto y muchos, donde las libertades son inexistentes o sufren notables recortes. La prensa como fenómeno social surge al calor de la política, potenciada por la economía y el comercio. No basta con contenidos periodísticos consistentes y de calidad, elaborados por profesionales solventes, si falla su razón de ser—la línea editorial—y la concepción de sus propietarios y promotores que garanticen su viabilidad. El negocio ha de entenderse y ser entendido.

Divergencias

La empresa periodística es peculiar. No tiene nada que ver con una fábrica textil, una tienda, o un hotel. Los medios informativos requieren una razón de ser consistente y sujeta a un largo proceso de reflexión clarificadora. Muchos medios no sobrepasan esa fase tras su lanzamiento. O mueren al poco tiempo. Acusan la disparidad entre dirección periodística y gestión empresarial. Salvo excepciones, los periodistas son malos gestores. No entienden de balances ni de cuentas de resultados. El mundo empresarial nunca es democrático y está sujeto a las veleidades de la propiedad y las mayorías accionariales. Pero nuestro mal es político.

Espiral

Muchos periódicos valencianos están inmersos en una espiral que les lleva del descenso de tiradas y clientes al deterioro de la calidad. Y cuando la calidad se resiente empeoran los resultados de la prensa: se pierden lectores, la audiencia se aburre. El prestigio y la credibilidad se esfuman con la misma intensidad que el mercado publicitario. Un desastre. Cuando esto ocurre, lo peor es caer en manos de grupos de presión (empresariales, financieros, confesionales o ideológicos). La otra alternativa es “venderse” a los gobiernos, a los partidos políticos dominantes o a intereses espurios, pensando que les van a sacar de apuros, cuando lo que hacen es cavar su tumba. Sumir al medio de comunicación en la miseria económica y ética. Basta a las puertas giratorias periodísticas que establecen vasos comunicantes de intereses y personas, entre gobiernos, partidos, grupos de influencia y medios informativos. Cada vez más desprestigiados en el mundo competitivo en que vivimos. La prensa de partido es propia de pobres de espíritu y tiene sus días contados. Los lectores, que lo detectan, acaban dándole la espalda.

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