Regalos a cargos públicos: de la mona de Pascua a un juego de té
El embajador de China en España, Lyu Fan, regaló a principios de junio un “juego de té” al presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, como detalle en su visita protocolaria al Palau. Lo sabemos gracias al registro de obsequios que cualquier ciudadano puede consultar en el portal de transparencia GVA Oberta. Una variopinta serie de regalos, desde la típica corbata con el logotipo de la empresa o entidad hasta la no menos típica caja de naranjas, convierte el inventario en todo un escaparate de curiosidades supuestamente ajenas a cualquier ánimo corruptor.
Escaldados por el obsceno manejo que tramas corruptas como la del caso Gürtel hicieron de regalos de trajes a medida, bolsos de marca o relojes de lujo a presidentes y consellers, los partidos políticos han optado por regular la cuestión con un detalle tal vez excesivo. Y mientras prescribe que los cargos públicos y funcionarios “no acepten regalos que sobrepasen los usos y costumbres de cortesía, ni favores o servicios en condiciones ventajosas que puedan condicionar el ejercicio de sus funciones”, la Ley de Transparencia, Buen Gobierno y Participación Ciudadana establece la obligación de reflejar en un registro la descripción de los regalos aceptados, su procedencia, el cargo público que los recibe y el destino que se les da.
El resultado oscila entre lo previsible y lo excéntrico. Queda claro que la mayoría de obsequios que recibe el presidente son libros, cuyo destino habitual es “la biblioteca del Palau”. Para Puig han llegado publicaciones de todo tipo en su primer año como jefe del Consell, desde el ensayo de Manuel Castells De la crisis económica a la crisis política. Una mirada crítica al volumen dedicado al “Corpus Christi de Valencia”.
Sin embargo, el registro permite conocer también que el pasado abril el arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, regaló a la vicepresidenta de la Generalitat, Mónica Oltra, la Exhortación apostólica Amoris Laetitia del Santo Padre Francisco sobre el amor en la familia. Mientras tanto, por esos mismo días, con espíritu ecuménico, Puig recibía El sagrado Corán de parte de representantes de la Comunidad Ahmadía del Islam.
Además de cajas de nísperos, dátiles o naranjas, destinadas a directores generales, secretarios autonómicos o consellers, el registro inventaría “una caja con dos pollos” regalada a la vicepresidenta por la Federación Empresarial de Agroalimentación de la Comunidad Valencia. Y en lo que parece un gesto de humor, Oltra también registra el pasado mes de marzo como regalo una “camiseta con estampación de la imagen volteada del molt honorable president de la Generalitat y de la vicepresidenta”, procedente de las Nuevas Generaciones del PP.
Si “por la Pascua envían panquemaos (sic) y coca de nueces y pasas típicas del municipio” desde el Ayutamiento de Alberic, según el registro también “por la Pascua envía la típica mona” la Associació Veïnal de Patraix, en Valencia. Las fiestas navideñas son un momento álgido de regalos, aunque ya resulta difícil encontrar referencias a la típica cesta.
Al secretario autonómico de Medio Ambiente, Julià Àlvaro, le regaló Ferrovial una caja de bombones cuyo destino quedó reflejado así: “Se reparte entre el personal de la planta”. Un lote de Navidad del Ayuntamiento de Xixona fue enviado por el conseller de Transparencia, Manuel Alcaraz, con destino a Casa Caridad. Algo que también hizo la consellera de Medio Ambiente, Elena Cebrián, con “una caja de fruta, verduras, aceite…” enviada por la Junta Central de Usuarios del Vinalopó. El presidente Puig, por otra parte, destinó “dos botellas de vino tinto Fos” que le regaló Gas Natural Fenosa a “la cocina del Palau”.
A su vez, el secretario autonómico de Comunicación, José María Vidal, destinó a su despacho un cojín, seguramente muy cómodo, que le regaló Tecnidex.