Solicitud desesperada
Señor Alberto Fabra:
Después de mucho resistirme, me he decidido a escribirle esta carta. Tengo que advertirle que yo soy, de natural, orgullosa, por eso me ha costado tanto dar el paso y pedirle un favor. Espero que lo considere como agravante de la desesperada situación en la que me encuentro y tenga a bien atenderla a la máxima urgencia. También tengo que confesarle otro pecadillo: cuando me altero me cuesta mucho atender a las normas de la cortesía, se lo juro, cada vez que intento hacerle caso a mi psicólogo y echar mano de la hipocresía social (que él asegura que es un tipo de hipocresía buena, necesaria, para mantener relaciones humanas pacíficas) me siento incoherente y mi altere va en aumento; así que si hago caso a mi psicólogo, desobedezco a mi cardiólogo, que me ha recomendado relajarme, por eso, le ruego que disculpe que al dirigirme usted no utilice el tratamiento preceptivo, pero llamarle Excelentísimo con la vena hinchada se me hace muy, muy, muy cuesta arriba.
Llegado este punto, quizás usted se esté ya preguntando cómo es posible que una joven de buen ver como yo (sí, admito una tercera falta: la humildad tampoco se haya entre mis virtudes) tenga estos problemas de salud. Se lo explicaré: todo empezó con una costumbre mía que en principio parecía de lo más inocente, como usted convendrá conmigo, y es que a mí, como a algunas otras personas no muy abundantes pero muy normales, me gusta leer la prensa. Y usted dirá: pues bien, pues vale, pues estupendo… Pues no, señor, porque lo que usted seguramente no sabe es que para algunas de esas personas la lectura de prensa se convierte en un vicio, en una obsesión, en una adición, para ser más precisos y usar las palabras de mi terapeuta.
Sí, don Fabra, yo soy una de esas extrañas personas. Me llamo Chus y soy prensadicta. ¡Hala, ya está! Lo he dicho y eso ya es un paso, pero me queda mucho, mucho camino por recorrer, no ya para curarme, que dicen que esto no se cura, y menos ahora, ¡con la prensa gratuita en Internet tentándote a la vuelta de cualquier dispositivo!, pero se acaba controlando, pudiendo convivir con ello (espero).
Pues bien, sentada esta base, sabiendo ya usted de mi incapacidad para despegarme de las noticias y conociendo el carácter de las informaciones en nuestra Comunidad en los últimos años, comprenderá perfectamente cómo mi preocupación ha ido gradualmente en aumento, cómo mi carácter se ha ido agriando, cómo mi estrés se ha ido disparando más y más, al ver como el goteo de noticias sobre el paro, los desahucios, la clase media haciendo cola en los comedores sociales, las graves dificultades en la sanidad pública y la educación, la corrupción… no sólo era incesante, sino que iba en aumento, amenazando con convertirse en un chorro en toda regla.
Pronto los síntomas emocionales comenzaron a pasarme también factura física en forma de aumento de tensión arterial y arritmias, y de ahí mi doble tratamiento cardiológico-psicológico. He de reconocer que gracias a la intervención de estos profesionales (permita reprocharle que ha sido tardía debido a las listas de espera en la atención especializada) la cosa iba a mejor. Las pastillas del cardio han ido poco a poco haciendo su función y en cuanto a la adición, bueno, ahora estoy en una fase previa a la abstinencia, dentro de una técnica basada en la risoterapia y que consiste básicamente en que yo intente desdramatizar las noticias y tomármelas a chanza.
Pero, claro, como usted sabrá, todos los tratamientos tienen sus efectos secundarios; las pastillas me dejan la boca seca, y la terapia, hasta el momento, iba como la seda, y hasta había conseguido esbozar una pequeña sonrisa al saber que su tocayo de apellido había solicitado el indulto… hasta hoy. Cuando esta mañana mis temblorosos dedos de prensadicta con sentimiento de culpa no han podido, un día más, vencer la tentación de clicar con el ratón en la página del diario.es/cv, una sobredosis de titular se me ha metido por la retina para golpearme en lo más profundo del hipocampo: “Fabra anuncia una rebaja de impuestos y 200.000 puestos de trabajo hasta 2016”. “El jefe del Consell ha asegurado en Les Corts que no va a exigir más sacrificios a los valencianos, lo pida quien lo pida”.
Inmediatamente, una corriente ha recorrido a toda velocidad la pequeña distancia que separa mi cerebro de mi boca, y ésta, sin poder desobedecer las eléctricas órdenes de aquél, ha comenzado a moverse de forma convulsiva e imparable, ha comenzado una frenética, estruendosa y demente risa, una carcajada que me hacía doblarme, que no podía controlar, que no podía parar, que me ha durado toda la mañana, dejándome exhausta y con otra secuela que añadir a mi maltrecha salud, una secuela que ahora, le EXPONGO y por la cual SOLICITO tenga a bien atender mi solicitud a toda celeridad:
Encarecidamente, Señor, DEJE DE HACERME REÍR, QUE TENGO EL LABIO PARTIDO
Atentamente:
Chus Villar,
Votante y prensadicta