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“Tenemos diez veces más leyes que en Alemania y eso aumenta la incertidumbre”

Carlos Sebastián, economista y autor del libro "España estancada".

Sergi Pitarch

Valencia —

Hay un mantra del neoliberalismo que asegura que la política ya no influye en la economía. Usted tiene una tesis totalmente contraria y concluye en su libro España estancada que “el mal funcionamiento de las instituciones limita el crecimiento”. España estancada

Además en esta tesis me pongo en una corriente que empieza a ser dominante en el pensamiento económico y es que las instituciones condicionan el funcionamiento de la economía, el crecimiento económico, la productividad e incluso la formación en capital humano, el esfuerzo por educarse. También la desigualdad, algunos claramente institucionales como el mal funcionamiento del sistema educativo, del sistema fiscal o del gobierno corporativo.

Explica que no se trata de invertir más en el sistema educativo, sino de invertir mejor. 

Se trata de cambiar las reglas del sistema educativo, donde los docentes tengan los incentivos para ser buenos docentes, donde los alumnos tengan incentivos para esforzarse. Si miras los datos, el 45 % de los profesionales se colocan en las empresas por las relaciones familiares. Y además, de los que se colocan, tienen mejor puesto de trabajo aquellos que sus padres tienen título universitario porque tienen mejores relaciones. ¿Cuál es el incentivo para esforzarse ante esta situación? Este sería un mecanismo por el que el mal funcionamiento de las instituciones condiciona el esfuerzo por educarse. La mala organización del sistema educativo con el dedazo funcionando por doquier hace que los profesores tengan poco interés en formarse. El problema de la educación no es pelearse por “Religión sí o Religión no” -por supuesto que no debe haber Religión- sino por cambiar el sistema educativo y que la sociedad demande talento y no enchufismo.

Reconoce usted que el profesorado está bien pagado pero que no tiene ningún incentivo por mejorar.

Está mejor pagado cuando llega al nivel superior de la educación pero no tiene una carrera profesional bien definida. Tampoco incentivos para formarse porque se formen o no van a cobrar lo mismo. Y no digamos en la universidad, donde la persona que investiga y la que no perciben el mismo salario, aunque recientemente se han introducido pequeños incentivos.

Asegura en el libro tajantemente que España es un estado clientelar. ¿Lo dice por las empresas del IBEX35 que viven al calor del BOE?

No tanto. Esto sé que viste mucho pero es más profundo. El estado clientelar está en todas las situaciones económicas y políticas. Que una mediana empresa sea asesorada por una persona que acaba de dejar de ser alto funcionario de la administración es un escándalo. Y eso no es el IBEX. Lo que crea desasosiego son que se crean instituciones para acabar con eso pero no son efectivas. Clientelar también son en las CCAA. Hay empresas bien asentadas que consiguen que se legisle a su favor de la misma manera que en los concursos públicos sigue habiendo dedo. 

¿Y esto no se ha conseguido frenar con las directivas europeas, por ejemplo la Ley de Contratos?

La historia española legislativa es que se hacen constantemente leyes que se incumplen. Y como se incumplen se vuelve a legislar.

Critica usted la mala legislación y el exceso de leyes.

Tenemos diez veces más leyes que en Alemania. Y eso provoca un gran desconcierto en los ciudadanos y las empresas. O tienes un gran abogado o te pierdes en la maraña legislativa. Aumentan los costes y la incertidumbre y si eso pasa baja la inversión y la calidad. 

Se ha visto en la crisis económica que los órganos reguladores y supervisores de la economía y las finanzas han fallado. 

Completamente, y lo malo es que en la salida de la crisis también están fallando. En el libro Capitalismo clientelar hay un capítulo en el que describe que todas las medidas que se han elaborado para favorecer a los pequeños acreedores pillados por la vorágine crediticia del boom son para favorecer a la banca. Y el abuso de los bancos a los clientes que, pese a darle la razón el Banco de España, no tiene ningún mecanismo para que la entidad resarza al abusado. Y debe acudir a los tribunales.

Tiene una tesis cuanto menos preocupante. Asegura que los ciudadanos se acaban conformando con lo que hay y abogando por acercarse a los políticos clientelares. ¿No es un fracaso como sociedad?

Absolutamente. Es tan fuerte el acuerdo entre los políticos y la parte del sector privado que participa del estado clientelar que es muy difícil combatirla. Por eso el núcleo clientelar es tan fuerte, porque no hay nadie que quiera romperlo.

¿Cada grupo político tiene su red clientelar?

El PP de Madrid y Valencia, Convergència en Barcelona y el PSOE de Andalucía tienen la misma conducta. Y hay lobbies empresariales que están con quien se tercie.

Utiliza el término casta cuando ya ni Podemos lo hace.

Es un término muy bueno porque es la unión de intereses de parte de los empresarios y parte de los políticos. ¿Quiénes son las víctimas? Los otros empresarios y los ciudadanos. Se rompe y se excluye la libre competencia.

Según su libro, el modelo radial de infraestructuras -todo parte de Madrid- es ineficiente. ¿Qué pasa con el corredor mediterráneo?

El sistema español de infraestructuras es un despilfarro. Faltan muchas y sobran demasiadas. La Comunitat Valenciana ya en los años 80 era la peor dotada en financiación para los servicios públicos. Y no creo que haya mejorado. Sobra capital público en algunos lugares y falta en otros.

¿Y dónde sobra?

Hay algunas autovías donde he viajado solo durante 40 kilómetros. ¿Una autovía? Haga usted una carretera y ya está. Hay mucho AVE para pasajeros y muy poca red para mercancías.

Ese planteamiento de una España radial ineficiente lo utiliza la Generalitat de Catalunya para plantear el “Espanya ens roba”. ¿Cuánta razón tienen?

El “Espanya ens roba” es una mentira. Hay otros problemas. Es ciento que esa estructura radial perjudica a Cataluña, pero mucho más a la Comunitat Valenciana. Es ineficiente y perjudica a la economía pero no determinante. El España nos roba nació tras ese invento de las balanzas fiscales, que depende de como se calculen puede salir una diferencia u otra. Artur Mas afirmó categóricamente que en Alemania se hacían todos los años y que la diferencia no podía superar el 4 % y eso es simplemente mentira. En Alemania no se hacen. Con respecto a Catalunya, mienten todos. Los catalanes tienen razón cuando critican las Cercanías, cuyo estado es lamentable. Y eso es un incumplimiento de España. Pero respecto a las autopistas, ¿quién es el causante de que la autopista AP-7 siga siendo de peaje? Caixabank, que es la fuerza más importante en Catalunya y que consiguió que Jordi Pujol negociara con el Gobierno de José María Aznar para que les ampliaran la concesión. Por parte de la concesionaria (Acesa y posteriormente Abertis) negoció un exalto cargo del Gobierno catalán. Un caso de libro de clienterismo.

¿Se equivocan entonces de sujeto al que reclamar?

Sí en el caso de las Cercanías pero no en las autopistas. La web www.despilfarropublico.com revela que el mayor despilfarro de España es la línea 9 del metro de Barcelona, que estaba previsto que iba a costar 2.400 millones y llevan gastados 17.000 y no se ha construido ni la mitad. La Generalitat tampoco gestiona tan bien. ¿España nos roba? España incumple las inversiones comprometidas. Lo que pasa es que se sienten despreciados porque ha habido un uso torticero por parte del PP del anticatalanismo que hay en parte de España. Como aquella campaña contra el Estatut o el “boicot a los productos catalanes”. Como el “a por ellos” del otro día. Yo si fuera catalán no querría estar en un país -aunque sea minoritaria- donde una parte de la población promulga ese odio. Porque hablan de ellos, no a por los insurrectos, sino a por ellos. Es una cuestión de sentimiento, la más difícil de superar.

¿Usted cree que el problema catalán ya no se arregla con inversiones y más financiación?

Creo que ya no. Se hubiera solucionado con dinero en el año 2010. Cada hecho nuevo es una metedura de pata del Gobierno central. 

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