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PP y Convergència: inhabilitación recíproca

José María Aznar junto a Jordi Pujol / EFE

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Desde la entrada en vigor del Estatuto de Autonomía en 1980, la derecha autonomista catalana ha sido la fuerza política mayoritaria en las elecciones autonómicas, aunque no lo fuera en las elecciones generales y municipales. En número de escaños, Convergència i Unió (CiU) fue siempre el primer partido en todas las elecciones celebradas desde 1980, aunque en dos ocasiones el PSC/PSOE fuera el primer partido en número de votos. Pero, en número de escaños, el partido del centro-derecha catalán ha sido siempre el primero. Salvador Illa ha sido el primer candidato socialista que ha conseguido una mayoría en escaños.

Dicha mayoría se expresó siempre hasta 2003 como mayoría de gobierno, independientemente de que CiU obtuviera la mayoría absoluta o solo fuera la primera de todas las fuerzas políticas. Cuando a partir de 1995 la mayoría de CiU empezó a dar muestras de fragilidad, el PP estaba presente con la suficiente fuerza como para garantizar un Gobierno de derecha en Catalunya. La presencia del PP le garantizaba al nacionalismo convergente que no habría alternativa a la izquierda. Hasta las dos legislaturas de los “tripartitos” de Maragall y Montilla respectivamente siempre fue así. La experiencia de los tripartitos fue considerada como una suerte de anomalía, como una excepción que confirmaría en poco tiempo la regla de la mayoría del centro derecha en Catalunya, de nuevo con CiU como partido dominante y con el PP como partido de apoyo en el caso de que fuera necesario. Así ocurriría en las elecciones de otoño de 2010.

El PP no ha sido nunca partido de gobierno en Catalunya, pero sí ha garantizado la gobernabilidad de CiU en algunos momentos y ha protegido sobre todo a la derecha catalanista frente a una alternativa de izquierda. El PP era un partido mediano, pero contaba en el sistema político catalán. Era una suerte de seguro de vida para CiU.

Con el salto de la autonomía a la independencia por parte de CiU, de una manera muy tímida en 2012 y de una manera ya inequívoca a partir de 2014, no solamente se descompondría la coalición de Convergència con Unió, sino que se pondría en marcha un proceso que conduciría a la disolución de Convergència y a su refundación con nuevas siglas. En cada uno de los pasos en esa dirección lo que CiU había representado electoralmente desde 1980, iría reduciéndose ininterrumpidamente. De los 62 escaños que obtuvo, todavía como CiU en 2010, pasaría a los 50 en 2012, legislatura a partir de la cual la derecha catalanista ya no ha podido gobernar sin el concurso de la izquierda, ERC entre 2012 y 2015, y ERC más la CUP a partir de 2015. La derecha ha perdido el cuasi monopolio del gobierno de la Generalitat del que había venido disfrutando desde 1980 con la breve interrupción de los dos tripartitos. 

Dicha pérdida se ha visto acentuada por el progresivo debilitamiento casi hasta llegar a la desaparición del PP en Catalunya. Y con su pérdida de la representación en régimen de monopolio de toda la derecha española. A la derecha del PSC/PSOE no queda ningún partido con el que el nacionalismo de centro-derecha catalán pueda entablar algún tipo de relación. Con la transición a la independencia, el nacionalismo autonomista, que había sido hegemónico en Catalunya desde 1980, se ha quedado reducido a un partido importante, que tiene que competir con los demás partidos nacionalistas catalanes y en particular con ERC, en una relación cada vez más igualitaria, sin poder contar con la ayuda de ninguno de los partidos a la derecha del PSOE en el espacio no independentista. La fragmentación de la derecha española no solamente tiene consecuencias para que la derecha pueda ser Gobierno en España, sino que las tiene también para que pueda serlo en Catalunya. 

El tránsito del nacionalismo catalán de la autonomía a la independencia no solamente ha “revolucionado” por completo el sistema de partidos en Catalunya, hasta el punto de que es difícil que pueda continuar hablándose de que los partidos constituyen un “sistema”, sino que, además, ha “alterado” significativamente el sistema de partidos en el conjunto del Estado.

Con esa “revolución” en el sistema de partidos catalán y “alteración” en el español, se hace extraordinariamente difícil la formación de gobierno tanto en Catalunya como en España y se dificulta sobremanera recomponer las relaciones entre la comunidad autónoma y el Estado. 

Aunque inicialmente pareció que la transición a la independencia de CiU iba a dañar más a la izquierda que a la derecha española, ha acabado ocurriendo lo contrario. La deriva al independentismo de la derecha nacionalista catalana ha supuesto un debilitamiento progresivo e ininterrumpido de la derecha española que la inhabilita para ser “alternativa de gobierno” en el país. Debilitamiento que, a su vez, reduce la posibilidad de que el nacionalismo de centro-derecha catalán pueda ser “alternativa de gobierno” en la Comunidad Autónoma.

La izquierda española también se ha visto debilitada en términos absolutos con este salto a la independencia de la derecha nacionalista catalán. Nada más hay que ver los resultados electorales de los partidos de izquierda desde 2015. Pero en términos relativos lo ha sido mucho menos que la derecha. Aunque hasta 2018 con la moción de censura no se hizo visible ese menor debilitamiento de la izquierda española, no ha dejado de confirmarse desde entonces. 

Desde las elecciones de 20 de diciembre de 2015, la derecha española no ha contado con una “mayoría parlamentaria” de Gobierno. Pudo gobernar entre 2016 y 2018 por la abstención del PSOE en la investidura de Mariano Rajoy, por un lado, y por el cordón sanitario erigido en torno al nacionalismo catalán, por otro. La moción de censura en 2018, posibilitada por el fin del cordón sanitario al nacionalismo catalán, permitió al PSOE volver a ser partido de gobierno y ahí sigue, sin que se vislumbre una alternativa por el momento.

La derecha catalana también se encuentra en una posición de minoría frente a la izquierda. No ha dejado de estarlo desde 2017. ERC y CUP siempre han sumado más que JuntsxCat. Sumaron más en 2017, aunque JuntsxCat ganara por un puñado de votos a ERC y acaban de sumar bastantes más en 2021, aunque ERC solo haya ganado a JuntsxCat por un puñado de votos.

La ruptura completa entre el PP y CiU a partir de 2010 ha conducido tanto a la derecha española como a la derecha catalana a una inhabilitación recíproca de ambas para ser partidos de Gobierno del Estado y de la Comunidad Autónoma.

Cosa distinta es la capacidad que tienen ambas derechas para embarrar el terreno y para intentar hacer ingobernable tanto Catalunya como España. En eso están ambas. Y en un terreno embarrado se van a desarrollar las legislaturas que acaban de empezar.

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