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“Tiempo después”, la España de 9177 que no pudo rodar José Luis Cuerda

"Tiempo después", la España de 9177 que no pudo rodar José Luis Cuerda

EFE

Madrid —

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José Luis Cuerda hubiera querido rodar “Amanece que no es poco II”, pero no convenció a ningún productor; una suerte para sus lectores, que ya pueden disfrutar de “Tiempo después”, una novela desternillante y que los “amanecistas”, asegura el director a Efe, reconocerán enseguida como propia.

“No es que haya tirado la toalla, intento rodar todo lo que pueda, pero es imposible -asegura-; todo está en manos de las televisiones y esas lo que quieren es hacer cosas que puedan ver al mismo tiempo, la abuela, la nieta y los dos amigos tontos que tiene su sobrino, y, claro, es muy difícil. Pretenderlo es de estúpidos, no lo voy a conseguir”.

Realizador, productor y guionista de cine José Luis Cuerda, ganador de dos Goya y autor de la mítica “Amanece, que no es poco” (1989), habla con Efe mientras se prepara para presentar, esta misma tarde, la última novela de Manuel Vicent, “Desfile de ciervos”, en la Residencia de Estudiantes, junto a Miguel Ríos y Emma Suárez.

“Tiempo después” era originariamente un guión de cine escrito dos años después de “Así en el cielo como en la tierra” (1995), en el que el mundo de 9177 se ha convertido en dos: uno es un edificio donde viven los representantes de todos los estamentos con poder y el otro es un suburbio con chabolas donde viven los parados.

“Lo que me jode es haber sido tan profético porque cada vez estamos más en esa bipolaridad: unos, que mandan, y otros que ni obedecer necesitan porque en la situación en la que están no pueden hacer el más mínimo movimiento. Están (estamos) 'encapsulados al vacío'”, se cita a sí mismo el escritor en una frase del libro.

Ha ido cambiando algunas cosas de aquel guión, “según me lo iba pidiendo el cuerpo -una corrección orgánica-”, dice el director de “La lengua de las mariposas” (1999), y le ha salido un “artefacto”.

Con el inequívoco ADN de “Amanece que no es poco”, la novela no esconde su vocación cinematográfica, hasta el punto de que Cuerda describe escenas y apunta cómo deberían verse: como el capítulo en el que un rebaño “numeroso” de ovejas se mete en un ascensor para subir a comerse el césped de la piscina, que está en el último piso.

“Es que yo procuro ser muy honrado y enseño los materiales con los que estoy trabajando”, apunta.

Y resume: “'Tiempo después' es una obra muy sincera; ahí está lo que pienso, lo que me imagino, cómo me lo imagino. Explico en algún momento cómo son esos mecanismos de esa imaginación, que algo es así pero podía ser de otro personaje, decirlo otro, en otro sitio”.

En este punto, Cuerda (Albacete, 1947), rescata de su “mala” memoria “Total”, una película que comenzaba con una panorámica sobre la sierra de Oncala en Soria donde aparecía en sobreimpresión: “Londres”.

“Y no era Londres. Luego, Agustín González, que es pastor, mira a cámara, señala a las ovejas y dice: 'ovejas'. En ese abanico de la verdad verdadera (la de que sí que son ovejas, pero Londres no es Londres) a la mentira objetiva hay un repertorio físico y mental en el que uno puede inventarse cosas.

Por eso, dice, “Tiempo después” es “un artefacto inventoso o un invento artefáctico, en ese territorio se mueve”.

“Creo que soy una persona ocurrente, se ve en los tuiter, que son ocurrencias, y lo soy en el sentido más puro, porque no me olvido de que tiene la misma raíz verbal que 'ocurrir', es decir, 'lo que pasa'. (...) Yo lo que hago es darle estatuto de realidad a las cosas que uno se inventa, porque son otra realidad”.

“Son una realidad mental, pero que muchas veces te hace disfrutar más que la realidad real. De eso mismo está hecho el erotismo”, considera.

Cuerda también ha diseñado la portada del libro, un collage con adán y eva desnudos ante un grabado del edificio de Telefónica de la Gran Vía madrileña que podría ser el “Edificio Mundial” donde ocurre la acción; en realidad, el mundo, porque a ese espacio ha quedado reducido el planeta en el año 9177.

“Tiempo después” ya está en las librerías. Y en la España de 9177 el sol sale. Pero solo a veces y por donde le parece. Cuerda dixit.

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