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Caso Mayuba y el Sáhara Occidental: reflexiones

Mujeres saharauis ante la base de ACNUR en Rabuni, capital administrativa de los campamentos de refugiados saharauis en el desierto/ Efe

Sato Díaz

CEAS Sáhara —

Por fin. El desenlace del caso Mayuba es una realidad. Tras más de 3 meses desde que la joven Mayuba Mohamed, de origen saharaui y nacionalidad española, viajara a los campamentos de población refugiada saharaui para visitar a su familia biológica, por fin ha regresado a España. Por fin ha podido reunirse con su familia de adopción y desarrollar su futuro según su voluntad. Por fin.

Han sido tres meses complicados, en los que se han desarrollado gestiones desde las instituciones públicas españolas, argelinas y saharauis. El 25 de julio Mayuba viajó a los campamentos de Tinduf, tras recibir un aviso de su familia biológica saharaui de que su abuela estaba enferma. Mayuba debía regresar al Estado español a mediados de agosto, pero aquella fecha no regresó.

La familia de acogida, con quien la joven vive desde hace 12 años de forma permanente, interpuso una demanda por “secuestro y amenazas de muerte” ante la fiscalía de la república en Argelia, así como ante la misión diplomática española en Argelia. También solicitaron a la ONU y a la comunidad internacional su intervención. Paralelamente, se impulsó una campaña en Avaaz exigiendo su retorno. La familia biológica había sustraído a la joven su pasaporte, obligándole a quedarse con ellos contra su voluntad, llevándola a territorio argelino, a cientos de kilómetros de los campamentos saharauis, a los que regresaría la familia con Mayuba más tarde.

Los medios de comunicación valencianos, de donde es la familia de acogida y donde vive Mayuba, y posteriormente de todo el Estado se hicieron eco de la noticia. Y las redes sociales divulgaron opiniones e informaciones no contrastadas a toda velocidad. Durante estos meses hemos escuchado de todo: se ha puesto en duda el programa Vacaciones en Paz, por el cual viajan cada verano miles de menores saharauis a pasar los meses estivales lejos del desierto; se ha acusado al Frente Polisario de ser cómplice del secuestro; se ha mostrado a la sociedad saharaui como una sociedad que margina a la mujer...

Algunos medios de comunicación han preferido publicar la información rápidamente antes de analizar la situación en profundidad, escuchando a expertos en la cuestión saharaui, contrastando opiniones de diferentes fuentes. En algunos casos, los periodistas han sido movidos por criterios de proximidad geográfica, cercanos al chauvinismo, tomando una postura parcial, reclamando que se devolviera lo propio, como si de un enfrentamiento entre dos pueblos, dos culturas, se tratara.

De igual manera, cabe destacar las graves decisiones adoptadas por algunos representantes públicos. El 14 de octubre, la Diputación de Valencia suspendió las ayudas a la cooperación con el pueblo saharaui hasta que la joven regresara a casa. Una medida sin precedentes que culpaba directamente del caso Mayuba al Frente Polisario, al Gobierno saharaui y a todo el pueblo saharaui, afirmando que “no se pueden mantener convenios de cooperación con países que no respaldan los derechos humanos”.

Una declaración altisonante, vacía de contenido, pues ni los campamentos de población saharaui son un país, ni el Gobierno saharaui viola los derechos humanos. Cabe recordar que la población saharaui refugiada sobrevive gracias a la cooperación internacional, y que terminar con esta implicaría condenar, más todavía, al hambre y la miseria a una población de miles de personas refugiadas. ¿Cómo puede un representante público tomar una decisión que conlleva, directamente, el aumento de la desnutrición infantil, de la falta de medios para la escolarización de los menores saharauis, de la precariedad en los centros de salud de los campamentos de Tinduf?

Por todo esto, creo que es necesario hacer varias aclaraciones. En primer lugar, hay que recordar que el pueblo saharaui no dispone de un estado propio. El Sáhara Occidental está ocupado militarmente por Marruecos desde el año 1975. El Frente Polisario es, precisamente, el movimiento saharaui que lucha para obtener un estado independiente y, además, lo hace pacíficamente, desde que en el año 1991 se firmara un Alto el Fuego auspiciado por Naciones Unidas. ¿Cómo se va a cuestionar la cooperación con un país que no es un país, que no dispone de un estado?

El Frente Polisario gestiona los campamentos de población refugiada, pero no dispone de los elementos que hacen que un estado pueda funcionar como una entidad política independiente. El Gobierno saharaui es el organismo que ha creado un sistema de salud, un sistema educativo y alimentación, entre otras muchas cosas, para toda la población refugiada. Y lo ha conseguido desde la nada, construyendo campamentos de haimas en el más inhóspito de los desiertos.

Cierto es que el sistema de salud, educativo y la alimentación de la población refugiada son precarios, como también lo es que todo esto se sustenta mediante la cooperación internacional, de la cual, uno de los mayores porcentajes ha tenido como origen, históricamente, el Estado español. ¿Quién es el culpable de la precaria situación en la que vive esta población refugiada? Sin duda, el que recorta las ayudas en cooperación internacional con este pueblo.

Por otro lado, es el Reino de Marruecos quien lleva todos estos años ejerciendo la violencia contra la población saharaui en los Territorios Ocupados. Mientras el Frente Polisario mantiene una lucha pacífica, centrada en la vía diplomática, las fuerzas de ocupación marroquíes han matado, hecho desaparecer y torturado a saharauis, violando los derechos humanos de este pueblo. ¿Deben las instituciones españolas romper cualquier lazo de cooperación con el Reino de Marruecos hasta que se verifique que respeta en la práctica la Declaración Universal de los Derechos Humanos? Por supuesto. ¿Cuándo llevará a cabo estas medidas? Los Derechos Humanos, una vez más, son utilizados en boca de los representantes públicos con diferentes significados, dependiendo de a quién se le exija su cumplimiento.

Como he citado con anterioridad, en algunas ocasiones se ha tratado el tema de Mayuba como una causa de la desigualdad de género, llegando a culpar de esta desigualdad al Frente Polisario. “Si Mayuba hubiera sido un joven saharaui, en vez de una chica, no habría ocurrido esto”. No se puede afirmar, porque no ha ocurrido, pero es muy probable que así hubiera sucedido. Cierto es que en la sociedad saharaui, como en todas las sociedades, existen tendencias oscuras, arcaicas y negativas que se oponen a la igualdad real entre el hombre y la mujer.

La tradición patriarcal y machista que aquí se lleva por delante a decenas de mujeres cada año, allí, en los campamentos de Tinduf, también existe. Sin embargo, ha sido el Frente Polisario, que, por cierto, también está constituido por las mujeres saharauis, el que ha desarrollado medidas por las cuales ahora la sociedad refugiada saharaui tiene una mayor participación social de la mujer que en la media de sus sociedades vecinas. Un ejemplo de ello es la importancia que tiene en la estructura social la Unión Nacional de Mujeres Saharaui, así como el elevado número de ministras en el Gobierno y de parlamentarias en el Parlamento.

Por supuesto, la situación de la mujer saharaui no es la ideal. Por supuesto que queda muchísimo trabajo para hacer en este sentido. Pero, si de verdad existe una preocupación por la situación de la mujer saharaui, ¿no deberíamos exigir a nuestras instituciones públicas que aumente la partida en cooperación con el pueblo saharaui para desarrollar proyectos de concienciación y sensibilización en los campamentos de Tinduf sobre este tema?

Culpar al Gobierno del Polisario también de esto es injusto, pues probado está que han llevado a cabo medidas para paliar esta situación. ¿Cómo responsabilizar de la desigualdad de género a un gobierno que, a duras penas, consigue la cantidad de alimentos básicos suficientes para alimentar a su población? Los recortes de aquí, en el Estado español, que todavía hoy sigue siendo la potencia administradora del Sáhara Occidental hasta que se celebre un referéndum en el cuál los saharauis puedan decidir sobre un futuro estado independiente, acarrean consecuencias allí, en el desierto. Mientras no haya medios, no se pueden lograr los objetivos.

Por último, un breve apunte sobre la gestión del Frente Polisario en el caso Mayuba. Cabe destacar que cuando el pasado 23 de octubre, el delegado del Frente Polisario para el Estado español, Bucharaya Beyún, se reunió con el ministro de Exteriores, García-Margallo, el representante saharaui declaró: “Estamos colaborando intensamente en ese sentido y confiamos en una pronta solución”.

Según ha declarado Mayuba tras regresar a España, recuperó el pasaporte que había escondido su familia biológica y escapó de su casa. La joven relata que un conocido le ayudó a salir de los campamentos de refugiados y llegar a la ciudad argelina de Tinduf. El Frente Polisario asegura que “facilitó” esta huída aunque se desconocen los detalles.

El tiempo transcurrido ha sido largo, quizás se podría haber solucionado antes. Pero los tiempos en las distintas sociedades, culturas, a veces transcurren de una manera distinta, a veces los diálogos van más despacio en otros lugares. En el desierto llevan casi cuarenta años esperando a regresar a su estado, el Sáhara Occidental, mientras aquí, nuestros gobiernos, empujados por las prisas, han mirado para otro lado. Otro representante del Polisario me contaba, “para la familia biológica de Mayuba, es el Polisario el que la ha secuestrado para devolverla a España”.

Las sociedades tienen sus ritmos, sus peculiaridades y sus carencias. La lucha de la mujer, aquí y allí, es necesaria, prioritaria, y hacia la igualdad real entre hombres y mujeres debemos caminar. Tan necesaria como la lucha por la supervivencia, por los Derechos Humanos y por la libertad de un pueblo que debe votar para poder volver a su tierra. No se puede justificar la actitud que ha tenido la familia biológica de Mayuba. El conservadurismo más atroz se encuentra en cualquier lugar del planeta. Pero los debates no se pueden descontextualizar. Hay que reflexionar teniendo en cuenta el entorno en el que nos movemos. Ahora celebramos que Mayuba está donde quiere estar. Esperamos que pronto celebremos que el resto de saharauis estén donde quieren estar.

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