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La falta de traductores en los teléfonos del coronavirus dificulta la asistencia a migrantes que no hablan español

Uno de los primeros pacientes con coronavirus llega anoche a uno de los pabellones del recinto ferial Ifema

Gabriela Sánchez

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Cuando Ania llamó al servicio de interpretación de la ONG Salud Entreculturas, estaba desesperada. “La mujer ya casi no podía hablar, pero sobre todo le preocupaba con quién dejar a su hijo. Llevaba varios días con síntomas graves. Había hablado con el número del coronavirus habilitado por la Comunidad de Madrid y le habían recomendado quedarse en casa tomar paracetamol”, sostiene Elena, la intérprete de ruso que traducía sus palabras a la organización.

Con la información sobre los síntomas que le transmitió la mediadora intercultural, desde la ONG sanitaria llamaron a distintos números de teléfono para conseguir el envío de una ambulancia y saber qué pasaría con su hijo: “Estuve tres horas al teléfono. Incluso para mí, que trabajo en el ámbito de la salud y sé el idioma, fue un proceso muy complicado”. Finalmente los equipos de emergencias acudieron a su domicilio, relatan desde la organización. La mujer aún continúa ingresada en un hospital de Madrid. 

Es uno de los casos que, según Salud Entreculturas, evidencia la “barrera idiomática” a la que se enfrentan las personas migrantes que no dominan el castellano. La falta de intérpretes para asistir a los ciudadanos extranjeros en los teléfonos habilitados para atender posibles casos de coronavirus por distintas comunidades autónomas, como Madrid, Andalucía o Castilla y León, dificulta que parte de la población extranjera acceda en igualdad de condiciones a una atención de calidad en caso presentar síntomas de COVID-19.

“Las personas con síntomas leves de Covid-19 deben contactar telefónicamente con su centro de salud, así como permanecer aisladas y recibir un seguimiento de su estado de forma no presencial”, recuerdan desde la Red Solidaria de Acogida. “Para un sector de la población migrante, la barrera idiomática dificulta gravemente dicho tratamiento y el acceso a la información es imprescindible para adoptar medidas en su domicilio”, ha denunciado el colectivo a través de la campaña '¿Cómo quieres que me cuide si el que me cuida no me entiende?' para exigir al Ministerio de Sanidad y a la Comunidad de Madrid la “activación permanente de servicios de intérpretes” en distintos idiomas en los centros de salud, en las líneas telefónicas de atención administrativa, en hospitales, y centros de servicios sociales.

En Andalucía, los centros de salud contaban con un servicio de traducción simultánea en caso de requerirlo. No obstante, el aumento de las citas telemáticas para casos de coronavirus ante el estado de alarma impide la activación de este sistema, que no funciona vía teléfonica. En Madrid, la asistencia de intérpretes se produce de forma puntual en algunos centros de salud y hospitales, en muchos casos a cargo de organizaciones sociales. La red ciudadana exige que esta prestación no dependa de la solidaridad de vecinos, asociaciones de migrantes u ONG que, de forma voluntaria, se están organizando para ayudar a decenas de personas extranjeras infectadas.

Desde el inicio del estado de alarma, Sabah Aoufi está acostumbrada a trabajar en su casa con un teléfono en cada oreja. “El fijo en una, con el médico; y el móvil en la otra, con la persona enferma”, aclara la mediadora intercultural de Médicos del Mundo en Castilla y León. En el servicio habilitado en los centros de salud para el coronavirus piden mucha información, preguntan muchas cosas y para muchas personas extranjeras se hace muy complicado. Por eso yo medio entre ambos, le explico al doctor lo que ocurre y lo entienden. Según explica, en los diez primeros días del estado de alarma recibía llamadas solicitando este apoyo de intérprete “casi diariamente”. 

Desde que la ONG activó un servicio telefónico de información sobre coronavirus disponible en distintos idiomas para población migrante, reciben cerca de 30 llamadas al día requiriendo también información sobre las limitaciones del estado de alarma, las ayudas económicas aprobadas por el gobierno, sus derechos ante procedimientos de ERTE..., explica el coordinador del proyecto de Médicos del Mundo, Pedro Campuzano. 

En la Comunidad de Madrid, Salud Entreculturas lleva exigiendo desde hace año el impulso dela contratación de intérpretes y mediadores interculturales profesionales en los servicios sanitarios. La organización realiza su labor habitualmente en el Hospital Ramón y Cajal pero, tras la declaración del estado de alarma, ofrece intervenciones de mediación cultural en toda la región de manera telemática.

“Cada cierto tiempo reenvío mensajes recordatorios a los centros sanitarios que más lo requerían antes,  pero la demanda está siendo muy baja. Algunos compañeros sanitarios me han comentado que es alarmante la poca cantidad de pacientes extranjeros que hay ingresados. Estamos intentando investigar el porqué”, apunta Martina Corral, encargada del proyecto de interpretación y mediación cultural de la ONG. Temen que el aislamiento, sumado a la barrera idiomática, esté obstaculizando el acceso a la sanidad de ciudadanos migrantes. Para evitarlo, la organización ha lanzado una página web con información sobre COVID-19 en distintos idiomas.

El teléfono de Mohammad Fazle Elahi, presidente de Valiente Bangla, recibe numerosas llamadas para solicitar información relacionada sobre el virus y las restricciones ligadas al estado de alarma. Desde el 20 de marzo apoyó a la familia de Mohammed Abul Hossain, fallecido en su casa de Lavapiés tras seis días solicitando asistencia sanitaria mediante diversas vías, también a través del 112 que sí cuenta con servicio de traducción en hasta 80 lenguas. “No podemos seguir tirando de amigos, familia y asociaciones que no son intérpretes profesionales. Tiene una carga emocional brutal. Si pasa algo se preguntan: ¿habré llamado bien? ¿me he enterado de cuántas pastillas? No hay derecho que se ponga la responsabilidad en las espaldas de la gente que ya sufre una  barrera cultural”, sostiene Nines Cejudo, de la Red Solidaria de Acogida. 

La barrera al acceso a la salud para muchas personas migrantes va más allá del desconocimiento de la lengua, insisten desde organizaciones especializadas.  “No es lo mismo una persona inmigrante que venga de Francia o Alemania, que más o menos tiene un funcionamiento del sistema sanitario similar y tiene más recursos para conseguir los medios necesarios para desenvolverse, que personas migrantes en situación más vulnerable que carecen de redes de apoyo”, advierte Corral desde Salud Entreculturas.

“Existe una base cultural para la que es necesaria la intervención de mediadores. Hay gente que no ve las noticias de España, sino que sigue viendo las de sus países, y en cada Estado existen unas medidas o precauciones diferentes contra el virus”, apunta Corral. También influyen los bulos y la falta de herramientas para desmentirlos. “Por ejemplo, está corriendo que a las personas africanas les afecta menos la COVID-19. Entre la población Ucraniana corre un bulo sobre que, como están vacunados de la viruela, ya son inmunes. Todo esto ejerce un poder muy importante y actúa de barrera”, sostiene. 

Elena, mediadora cultural colaboradora con Salud Entreculturas, se muestra muy preocupada ante una actitud que suele caracterizar a muchas personas de su país de procedencia, Ucrania. “Yo tengo mucho miedo porque veo que la gente de Ucrania tiene dificultad para insistir en los centros sanitarios.  A veces hay médicos o centros de salud donde no te hacen mucho caso. A nivel cultural, temo que muchos ucranianos, si les dicen que no les pueden atender, se queden esperando, con la esperanza de que no pasará nada”, sostiene la intérprete que dio apoyo a Ania. 

“Ella era consciente de que estaba muy mal, quería ir al hospital pero carecía de red de apoyo para dejar al niño con otra persona. Desconocía cómo eran los protocolos y qué pasaría con su hijo si ella tenía que ir al hospital y por eso nos e atrevía a solicitarlo tan firmemente”, apunta Corral. En este caso, concluye, el retraso de su traslado al hospital influyó la “barrera idiomática” pero también la cultural. 

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