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Más de cien muertos en “la peor tragedia del año en el Mediterráneo” mientras no hay barcos de ONG

Libia confirma la desaparición de 116 migrantes en el Mediterráneo.

Icíar Gutiérrez

“La peor tragedia en el Mediterráneo de este año acaba de ocurrir”. Las palabras del alto comisionado de Naciones Unidas para los refugiados, Filippo Grandi, resonaban a medida que aparecían las primeras informaciones del último naufragio en las aguas que unen Libia e Italia durante la tarde de este martes.

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y Acnur han cifrado en 150 las personas que han muerto en su intento de alcanzar las costas europeas en una embarcación precaria. Poco después, las autoridades libias han confirmado la desaparición de 116 migrantes después de que volcara un bote de madera que había salido de una playa próxima a la ciudad de Khoms, a 120 kilómetros al este de Trípoli.

La nueva tragedia vuelve a dejar en evidencia la falta de medios suficientes de salvamento en el Mediterráneo, según ha indicado Grandi, que ha alertado una vez más de la reducción de las capacidades de búsqueda y rescate en la que es la ruta migratoria más mortífera del mundo. “Se debe recuperar el rescate en el mar (...) ahora, antes de que sea demasiado tarde para muchas más personas desesperadas”, ha dicho en un tuit. Muchos usuarios italianos han compartido en redes sociales una ilustración en la que se puede leer: “Sin ONG, no hay nadie en el mar”.

Los supervivientes fueron rescatados por pescadores y luego devueltos a la costa por los guardacostas libios, según ha informado el portavoz de Acnur, Charlie Yaxley. Un portavoz del país vecino ha elevado a 132 las personas auxiliadas y trasladadas de nuevo a suelo libio. La mayoría, según informa AFP, eran de Etiopía, mientras que otros eran palestinos y sudaneses. Los llamamientos a no devolver a las víctimas de los naufragios a Libia, donde pesan numerosos abusos sobre la población migrante, son constantes por parte de Naciones Unidas. Esta semana, se ha conocido que alrededor de 200 migrantes han sido encerrados en el mismo centro bombardeado hace menos de un mes. Equipos de Médicos Sin Fronteras han prestado atención médica a dos grupos de supervivientes. “Estabilizaron los casos más urgentes y derivaron a siete de ellos para recibir atención médica vital. Los pacientes están en shock y sufren de hipoxia e hipotermia al haber estado a punto de ahogarse”.

En estos momentos, no hay barcos de ningún operativo europeo, ni tampoco ONG de rescate en la zona SAR [de búsqueda y rescate]. Solo la avioneta Moonbird, de la alemana Sea Watch, sobrevuela el mar para tratar de avistar embarcaciones en peligro. Desde el primer cierre de puertos italianos al buque Aquarius el pasado verano, los barcos de salvamento humanitario se han visto forzados a alejarse de la zona de rescate durante días, algunos bloqueados en puerto, otros obligados a abandonar sus actividades por las restricciones.

Actualmente, las naves Sea Watch-3 y Mare Jonio permanecen amarradas en Sicilia, y el Aita Mari, en Pasaia (Gipuzkoa). Tres organizaciones prevén llegar a la zona de rescate en los próximos días. El Ocean Viking, nuevo barco de Médicos Sin Fronteras, surca el Océano Atlántico destino Marsella, donde hará una parada antes de poner rumbo al Mediterráneo central, donde tiene previsto estar a finales de mes. El Alan Kurdi, de la alemana Sea Eye, ha levado anclas este jueves desde el puerto de Palma de Mallorca y pretende navegar aguas fronterizas el próximo martes.

La ONG Proactiva Open Arms se encuentra haciendo el cambio de tripulación y asegura que retomará sus misiones en pocos días. La organización catalana ha sido una de las primeras en expresar su indignación tras el nuevo naufragio, haciendo referencia a los obstáculos a la labor de las ONG. “Amenazan, criminalizan y expulsan a los barcos humanitarios, dan legitimidad y financian a una milicia para reconvertirla en guardia costera. Y luego los cientos, miles, de muertos no serán responsabilidad de nadie”, han denunciado en Twitter.

Para la ONG alemana Sea Watch, cuya capitana, Carola Rackete, se enfrenta a una investigación por “facilitar la inmigración irregular”, la tragedia demuestra que el argumento del “efecto llamada” que determinados líderes políticos como matteo Salvini arrojan contra las organizaciones humanitarias es “infundado”, pues la gente sigue jugándose la vida para intentar llegar a Europa aunque no haya barcos de rescate en la zona. “Podríamos haber salvado vidas hoy. Este bloqueo absurdo está matando. Frente a otra tragedia más, el argumento del efecto llamada resulta, una vez más, infundado”. Ante este tipo de acusaciones, las ONG responden lo de siempre: si se vieron empujadas a movilizar barcos de rescate en el Mediterráneo hace tres años, fue por las incesantes muertes de migrantes y el bloqueo de las autoridades europeas de una operación conjunta de salvamento en el mar.

Los medios marítimos desplegados en el Mediterráneo se redujeron más aún con la retirada de los barcos de la Operación Sofía, la misión militar de la UE contra el tráfico de personas, acordada por los 28 el pasado marzo. Aunque la búsqueda y el rescate no es parte del mandato del dispositivo, el salvamento de náufragos es una obligación legal según las convenciones marítimas. Esta obligación también concierne a los barcos comerciales, que también se han topado con restricciones en el acceso a puertos europeos. Esto acaba provocando, según documenta Acnur, que los mercantes sean “cada vez más reticentes a rescatar embarcaciones en peligro a la vista de las dificultades experimentadas por otros”.

Ahora, los operativos de salvamento han quedado principalmente en manos de las patrulleras libias apoyadas financiera y técnicamente por la Unión Europea. Estos agentes han incrementado sus operaciones en el Mediterráneo a medida que los guardacostas italianos que han ido cediendo la coordinación de las labores de salvamento de las que se han encargado durante años. Su capacidad, sin embargo, para hacer frente a estos rescates ha sido cuestionada en numerosas ocasiones, también por Acnur, que ilustró en un informe el pasado diciembre cómo en ocasiones estos agentes no responden a las llamadas de quienes piden auxilio y la falta de coordinación con los barcos de las ONG disponibles para prestar ayuda.

Desde julio a diciembre de 2018, los guardacostas libios devolvieron al país norteafricano al 85% de los migrantes localizados en el Mediterráneo central. En lo que va de año, según la Agencia de la ONU, casi 4.000 migrantes han sido interceptados en aguas fronterizas y llevados de vuelta al país vecino.

Sin acuerdo en la UE para resolver los desembarcos

Desde el primer cierre de puertos al buque Aquarius, las labores de salvamento no encabezadas por Libia en el Mediterráneo se han convertido en un tira y afloja, principalmente entre Italia y Malta, para averiguar qué Estado es responsable. A cada rescate le han seguido varios días en punto muerto en alta mar, y cada uno ha tenido un final diferente en función de la voluntad de los países. Como resultado, la incertidumbre ha teñido el final de cada operación, no solo de las organizaciones humanitarias, también de buques mercantes.

En los últimos días se han sucedido los debates en el seno de la Unión Europea sobre la posibilidad de poner en marcha un mecanismo temporal que permita agilizar el desembarco y la distribución posterior entre varios países de los migrantes socorridos en el Mediterráneo. Esta solución, reclamada por las ONG y Acnur, ha venido aplicándose de facto con pactos ad hoc entre distintos Estados para poner fin a situaciones estancadas durante días, con Malta como principal destino final.

Francia y Alemania han puesto encima de la mesa un plan temporal “hasta finales de año” con el fin de agilizar el desembarco de los rescatados en el Mediterráneo Central, según informa Europa Press. Este lunes, tras un encuentro en París, Emmanuel Macron anunció que ocho países de la UE habían acordado participar en este mecanismo y otros seis lo apoyan, aunque no especificó los Estados que se han sumado a la iniciativa. Alemania emplazó a futuras reuniones en Bruselas para continuar con estas discusiones.

El plan francoalemán se ha encontrado con la oposición de países como Italia, que exige no ser, junto a Malta, los únicos países que abran sus puertos. España, por su parte, aseguró a través de un portavoz de Exteriores que en la reunión de París no se alcanzó ningún acuerdo, sino que fue más bien un intercambio de posiciones sobre varios aspectos, como los desembarcos. Asimismo, ha añadido que España valorará en las próximas semanas su posición en relación con la eventual participación en un mecanismo provisional de desembarcos en la UE para el Mediterráneo central. De momento, el Gobierno español ha defendido que ese mecanismo debería contar con la participación de todos los Estados miembros y debería ser para todas las rutas del Mediterráneo, no solo la central.

En lo que va de año, y sin contar con este último naufragio, 426 personas han fallecido en su intento de cruzar las aguas que separan Libia e Italia. Las ONG especializadas y organismos como Acnur han reclamado a los Gobiernos la puesta en marcha de vías legales y seguras de acceso para evitar que estas personas se vean obligadas a poner en peligro su vida en el mar.

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