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Una visita real nada majestuosa

Imagen de archivo del príncipe heredero saudí Mohamed Bin Salman en el número 10 de Downing Street.

Paula San Pedro

Portavoz de Oxfam Intermón en la campaña Armas Bajo Control —

El príncipe heredero saudí Bin Salman tiene hoy un día atareado. Un día que puede tener implicaciones vitales para millones de yemeníes. Comerá con el Rey Felipe VI y con varios ministros para cerrar la jornada con una reunión con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. No sé cómo les sentará esa comida que seguramente haría las delicias de cualquiera, pero que también podría ser el preámbulo de una negociación que se nos atragantaría a la mayoría.

Se sospecha que, en el algún momento del día, se cierre la firma del contrato con la empresa Navantia para construir cinco corbetas del tipo Avante 2200 por valor de 2.000 millones de euros a la armada saudí. Hasta ahí no hay nada excesivamente alarmante. Pero lo es, y mucho, dado que se van a vender barcos de guerra al país que lidera la coalición que está atacando Yemen desde hace tres años.

De acuerdo con el Tratado sobre Comercio de Armas, ratificado por España en 2014, la Posición Común de la UE de 2002 y la propia Ley de Comercio de Armas de 2007, la exportación de estas armas sería ilegal. Según estos marcos legales se prohíbe la venta de armas si hay conocimiento de que “podrían utilizarse para cometer genocidio, crímenes de lesa humanidad, infracciones graves de los Convenios de Ginebra u otros crímenes de guerra”. Si finalmente se cierra el acuerdo, el Gobierno, con la ley en la mano, debería denegar las autorizaciones de exportación cuando se construyan dichas naves.

Yemen sufre ya la mayor crisis humanitaria del momento. Las cifras son desgarradoras. Más de tres cuartas partes de la población dependen de la ayuda humanitaria, más del 60% está malnutrida, alrededor de 5.000 civiles han muerto y más de la mitad de las instalaciones sanitarias han sido destruidas.

Nuestros compañeros de Oxfam sobre el terreno intentan hacer llegar la ayuda con una presión enorme y con continuas interrupciones a causa de los bombardeos. Nos cuentan cómo los continuos bloqueos de los puertos marítimos están dejando desabastecido al país que, ya antes de la guerra, importaba el 90% de los productos. Los más de 1.000 días de conflicto han dejado a los funcionarios, un tercio de los trabajadores, sin cobrar sus sueldos. Mientras, los precios de los productos básicos se han duplicado, lo que está favoreciendo que 400.000 niños menores de cinco años sufran desnutrición aguda.

Si finalmente se sigue adelante con este contrato, España podría convertirse en cómplice en la comisión de crímenes de derecho internacional ante al riesgo sustancial de que dichas corbetas sean utilizadas en los ataques contra la población. Pero recordemos que este acuerdo se sumaría a la venta de armas a Arabia Saudí que nuestro Gobierno viene realizando desde que se inició el conflicto.

En total, durante este periodo, se ha exportado material armamentístico por valor de 728 millones de euros. Mientras el Gobierno español lo hacía, trataba, por otro lado, de salvar su reputación ofreciendo ayuda humanitaria por valor de 1,3 millones de euros para asistir a los yemeníes.

Como en un cuento de príncipes y princesas, queda la falsa esperanza de que reconsideren este acuerdo, sean felices y coman perdices. Que el día de hoy acabe con un final feliz para los millones de yemeníes.

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