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La banca resta importancia al dictamen sobre el IRPH mientras afronta una nueva amenaza a su negocio

Protesta de la PAH ante el Supremo.

Diego Larrouy

“La fórmula matemática para calcular el IRPH es compleja y poco transparente para un consumidor medio”. Es la principal frase en el dictamen del abogado general de la UE sobre este índice alternativo al euribor cuya utilización por los bancos ha sido llevada ante la justicia. No es una sentencia, pero sí abre la puerta a una nueva vía judicial de clientes contra sus bancos al decir que son los jueces quienes deben determinar si la venta de esa hipoteca y la inclusión de esa cláusula se hizo de forma transparente.

Sin embargo, en el sector se respira cierto alivio. A falta de conocer el contenido futuro de la sentencia, el abogado no ha entrado a valorar la abusividad o la posible nulidad de este índice, utilizado en cerca de un millón de contratos. A esto se han agarrado las patronales, AEB y la CECA, en un comunicado conjunto, en el que suavizan el posible impacto de la eventual sentencia. Fuentes del sector consultadas por este medio así lo confirman, aunque mantienen la “prudencia” respecto a los posibles efectos futuros. Consideran que el “varapalo” que parecía en un principio no es tal.

Así ocurrió en Bolsa. Si en un primer momento el valor de las cinco principales entidades del país cayó tras conocerse el dictamen del abogado general de la UE, el paso de las horas permitió a los bancos cerrar su cotización en positivo. Felipe López, analista de SelfBank apunta que este cambio se ha producido ya que el documento es “algo ambiguo” y deja el asunto abierto a que los juzgados decidan “caso a caso”. Además, apunta, no queda claro si se puede producir retroactividad o qué hipotecas podrán reclamar.

Pero el quebradero de cabeza sigue ahí. Lo han avanzado las asociaciones de consumidores y abogados expertos, que públicamente han celebrado el dictamen conocido este martes como un reconocimiento a las reclamaciones de los usuarios. La vía judicial parece que se va a intensificar en lo que al IRPH se refiere. De hecho, una de las recomendaciones que mandan organizaciones como Adicae es que los clientes no negocien con sus bancos hasta que no haya una sentencia que, esperan, les dé la razón.

Pese a la esperanza que tienen los bancos en que el impacto de la sentencia no sea tan duro, lo cierto es que el IRPH ya aparece en la larga lista de dudas sobre las prácticas en la comercialización de hipotecas: cláusulas suelo, multidivisa, intereses de demora, vencimiento anticipado… Todas sentenciadas o judicializadas. Serán de nuevo los tribunales los que deban dictaminar si se hizo de manera correcta o no la comercialización de este tipo de interés, que con el tiempo ha resultado ser más caro que su alternativa europea.

Los bancos afrontan los próximos meses en los que se conocerá la sentencia definitiva con importantes preocupaciones respecto al negocio. Los tipos de interés siguen a la baja, en niveles negativos, y la rentabilidad de sus negocios principales como las hipotecas están lejos de las de otros tiempos. Incluso se ha abierto el debate sobre el cobro de depósitos, de momento a las grandes empresas. Los bancos españoles vieron su beneficio recortado en un 11% en el primer semestre, últimos resultados conocidos. Y no parece que en un futuro cercano esto vaya a cambiar. En cualquier caso, las entidades mirarán con atención la política de la nueva directora del BCE, Christine Lagarde, cuando Mario Draghi le ceda el testigo.

De abrirse una vía que obligase a devoluciones millonarias a clientes en materia de IRPH, como ocurrió con las cláusulas suelo, de nuevo sería un varapalo para los resultados de este sector, ya mermados en los últimos meses, por la necesidad de provisionar fondos para asumir las nuevas cargas.

No es la escasa rentabilidad la única que amenaza al negocio bancario. La transformación digital ha traído consigo el incremento de nuevos competidores en algunas de las actividades tradicionales de la banca, como las fintech, los neobancos, o las grandes tecnológicas. Una nueva competencia que deben afrontar con grandes inversiones con unas cuentas mermadas.

Pero sobre todo, el IRPH ha abierto un nuevo cuestionamiento público y mediático de la reputación de la banca española, uno de los grandes problemas que arrastra el sector desde la época de la crisis. Así se lo ha advertido el Banco de España, que ha avisado de los “elevados costes” para el negocio que pueden tener la alta litigiosidad y las “prácticas inapropiadas” de algunos procesos. Urgió en su informe de 2018, presentado esta primavera, a mejorar su imagen respecto a los clientes para evitar perder terreno ante los nuevos competidores. Las dudas en torno a este nuevo caso, el del IRPH, no ayudan al sector.

La industria ha hecho frente, solo en el último año, a la sentencia por el impuesto AJD, el juicio por la salida a Bolsa de Bankia, cuyas conclusiones se están leyendo ahora, o el caso Villarejo y la vinculación del BBVA y de Francisco González, uno de los principales banqueros españoles del último cuarto de siglo. Aunque algunos de estos problemas reputacionales vienen por prácticas del pasado, especialmente durante la burbuja, otras se han mantenido hasta fechas recientes.

Multa en Portugal

Esta misma semana se ha conocido una multa histórica de 225 millones de euros a 14 bancos en Portugal entre los que se encuentran los españoles BBVA, Santander, Popular o BPI, hoy propiedad de CaixaBank. Se les acusa de haber creado un “cartel de la banca”. Algunas de estas entidades ya fueron multadas en España en 2018 con 91 millones por concertar prácticas de venta en algunos productos derivados.

Con todo ello, aunque la banca respira con cierto alivio por las conclusiones del abogado de la UE, lo cierto es que no es un balón que haya despejado por completo y supone una nueva preocupación en un contexto nada halagüeño para el negocio.

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