Paseos fuera de las UCI, una nueva forma de ayudar a los pacientes más críticos
El ingreso en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) salva multitud de vidas de personas que, debido a que su pronóstico es grave, requieren un mayor seguimiento por parte de equipos multidisciplinarios y tratamientos altamente especializados.
Pero también supone una ruptura total con la vida cotidiana, una especie de tsunami emocional con sus propias repercusiones mentales y físicas. La pérdida de identidad personal, de control, de privacidad y de contacto con familiares muchas veces convierte estas unidades en entornos hostiles.
Aunque es evidente que la evolución científica y técnica de la atención al paciente en estas unidades ha mejorado de manera significativa la práctica clínica, este progreso no ha estado siempre igualado en los aspectos más humanos de la atención a estos pacientes.
En algunos casos, las características organizativas e incluso arquitectónicas de estas unidades las han convertido en una especie de adversario no solo para las personas ingresadas, también para las familias e, incluso, para los profesionales. Según un artículo publicado en la revista Critical Care Explorations, se han descrito tasas de ansiedad o depresión no solo en los pacientes sino también en los familiares.
Poner a las personas en el centro de la atención sanitaria
¿Cómo se pueden prevenir este tipo de complicaciones? La humanización en salud constituye una alianza con la persona y su forma de vivir y, en consecuencia, tiene implicaciones en aspectos referidos a la calidad. Para humanizar en el cuidado es importante respetar que cada persona es única y responde de manera distinta a las crisis de la vida. Por tanto, es importante abordar una variedad de entornos: atención médica, ética, competencia profesional y recursos humanos.
Humanizar en el ámbito sanitario es sinónimo de poner a las personas en el centro de todo el esfuerzo que se realiza para promover y proteger la salud, curar enfermedades y proporcionar un entorno que asegure una recuperación en todos los niveles: físico, mental y bienestar general. Gestos tan cotidianos como acercarse a una ventana y mirar fuera nos conectan a la vida.
La humanización en la Unidad de Cuidados Intensivos es una necesidad ante la evidencia de estos mejores resultados en la evolución de los pacientes. Gran parte de esta evidencia se presenta en aquellas unidades de puertas abiertas, donde el paciente se siente más acompañado por quien él decide, los familiares participan más en el cuidado y, sobre todo, se fomenta la autonomía de este binomio a través de una mayor comunicación.
En el mismo estudio mencionado antes se pone de manifiesto que el hecho de permitir participar a los familiares y estar al lado de sus seres queridos y poder cuidarlos reduce hasta cinco veces el impacto psicológico.
Paseos por el hospital, una apuesta por el paciente
Conscientes de la importancia que tiene mejorar el bienestar y la situación emocional de los pacientes de la UCI, el Hospital Universitario Rey Juan Carlos, que el pasado mes de julio celebró su décimo aniversario consolidándose como un centro de asistencia de vanguardia, innovación y trato humanizado, lleva años dando pasos en este sentido. El trabajo ha permitido poner en marcha varias iniciativas, como la reforma de determinadas zonas de las UCI, la progresiva apertura a los familiares o la ampliación de horarios hasta convertirse en un servicio de puertas abiertas.
Pero sin duda la guinda del pastel y una de las más valoradas que ha recuperado recientemente el hospital es la de permitir que los pacientes ingresados en esta unidad, y cuya situación clínica y personal lo permita, puedan salir de ella, a pasear por otras zonas del hospital: el hall, ir a la tienda a comprar la prensa o a las terrazas interiores e, incluso, salir a la explanada exterior, al aire libre.
Para el doctor Manuel Pérez Márquez, jefe de la UCI del hospital mostoleño, se trata del “último eslabón, y quizá uno de los más relevantes, exitosos y agradecidos, de una trayectoria que iniciamos hace años para promover la humanización de la atención sanitaria en nuestra unidad”.
Los pacientes pueden hacer estos paseos con algún familiar, personal sanitario e, incluso, si el caso lo permite, se puede suprimir parcial o totalmente la presencia sanitaria, pero siempre “con los apoyos médicos que requieran: camilla, silla de ruedas o soporte de oxígeno que muchos pacientes necesitan”, puntualiza Pérez Márquez.
¿Quién puede beneficiarse de estos paseos? Los pacientes que aún necesitan monitorización estrecha pero no pueden pasar a planta; los que llevan mucho tiempo en la UCI y tienen pocas opciones de irse de alta; los que se espera que la reciban directamente a sus domicilios; o los que no tienen familia que pueda ir a visitarlos.
Estos paseos no solo mejoran el bienestar y la situación emocional de los pacientes, sino que también ayudan a mitigar otros aspectos como “la desorientación y el delirio, cuyo riesgo aumenta con los ingresos hospitalarios, más aún en servicios como la UCI”, admite Pérez Márquez.