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Hecho aquí y comprado aquí: cómo el comercio local vuelve a ser una tendencia

Un hostelero preparando un café

Ricardo Arnaiz

Hubo una época, hace mucho, que lo normal era consumir lo que producía el vecino. Los pueblos compartían sus mercancías y todo quedaba en casa. Pero hoy en día, la globalización ha tomado las riendas de la alimentación y no es raro que en la tienda de al lado de casa encontremos productos traídos desde la otra punta del mundo. El tiempo está demostrando que esta tendencia acarrea una serie de consecuencias negativas, tanto para el consumidor como para su entorno y el propio planeta, y hoy, la vieja tradición de recurrir al comercio local se ha convertido en la alternativa más de moda.

La pandemia de la Covid supuso un punto de inflexión en el predominante comercio global. De pronto nos vimos en la necesidad de recurrir a lo cercano, a valorar lo que se produce cerca de casa y a mirar con otros ojos el comercio, a veces olvidado, de nuestros propios vecinos. Pronto, el resurgir del comercio local demostró un buen número de ventajas: mejoras económicas locales, productos de mayor calidad, adaptación de la circularidad y una mayor sostenibilidad ambiental al tener que soportar el planeta menos gastos energéticos, de producción y de transporte.

Comercio local + producto local = valor añadido

La apuesta por el producto de cercanía se ha vuelto una tendencia y, si además es fruto del comercio local, es doblemente valorado. Que la hostelería y el pequeño comercio ofrezcan a sus clientes productos locales conlleva una serie de ventajas de las que los ciudadanos son cada vez más conscientes. Los consumidores agradecen la cercanía y la atención personalizada, con sus compras pasan a generar riqueza y empleo local, crean comunidad, contribuyen al equilibrio y mejora de la economía doméstica, facilitando la conciliación, y además fomentan un menor uso del vehículo privado, reduciendo así el impacto ambiental que se genera al recurrir a comercios más lejanos.

Recurrir al comercio local está demostrando a los consumidores una mayor fiabilidad en el origen y la calidad de los productos, lo que permite que productor, comerciante, hostelero y consumidor se muevan en un círculo mucho más cercano en el que la comunicación y la confianza mutua siempre van por delante.

Cómo lo local llega a los locales: el ejemplo de Pascual

Que el pequeño comercio y la hostelería de nuestros pueblos y ciudades se nutra de productos locales y de calidad a veces no es tan fácil, y puede ser interesante ver con detenimiento cómo las empresas que se dedican al sector alimentario son capaces de llegar a los lugares más recónditos  y poner sus productos al alcance de sus clientes.

Dada su gran capilaridad y largo recorrido en el mercado nacional, un buen ejemplo lo tenemos en Pascual, que es capaz de llevar sus productos hasta 320.000 puntos de venta por todo el país. “Para Pascual un buen significado de local es ser capaces de garantizar productos locales”, explica Javier Peña, Director Comercial de Pascual, “pues si en España hace falta importar el 22% de los litros de leche necesarios para elaborar los productos lácteos que demanda el mercado nacional, en Pascual podemos garantizar que el 100% de todo lo que recogemos, ya sea leche o cereal, es de producción local”.

Por pura naturaleza de la empresa, pues su propio fundador, Tomás Pascual Sanz, siempre insistía en que había que cuidar al más pequeño comercio de una manera cercana y personal, la compañía cuenta con 26 delegaciones comerciales repartidas en 15 de las 17 comunidades autónomas de España, en 20 de las 50 provincias y en las 3 principales islas de ambos archipiélagos

“Tenemos capacidad para llegar al 100% de los puntos de venta de toda España. En el 60% de la población distribuimos de forma directa a través de la filial Qualianza, con más de 90.000 clientes de hostelería, y en el resto, principalmente en la España Vaciada, a través de colaboradores que llevan con nosotros tanto tiempo como prácticamente años tiene la empresa”, explica el Director Comercial de Pascual, cuya compañía tiene presencia en uno de cada tres negocios hosteleros del país.

Pascual mantiene una relación de tú a tú con sus clientes, personal, estable y duradera, lo que permite crear un valor de forma sostenida para así poder dar respuesta a sus necesidades. De esta manera la compañía es capaz de ofrecer una propuesta integral, lo que ayuda a adaptar y fortalecer cada negocio, asegurando productos y servicios de confianza con una adecuada relación calidad-precio garantizada en las transacciones comerciales. Porque cuando Pascual conoce a su cliente y el cliente a Pascual, los beneficios llegan directamente hasta el consumir. 

“Lo local y lo cercano, para que sea sostenible en el tiempo, tiene que respetar siempre tres ejes claves:”, comenta Peña, “el económico, pues si me excedo en mis costes el cliente terminará pagando más; el social, para que el cliente obtenga beneficio; y el medioambiental, pues si la producción requiere un mayor consumo de recursos, deja de ser viable”. Y así, desde el trato con el ganadero, que se encarga de cuidar y ordeñar sus vacas, o el agricultor, que cultiva las materias primas 100% origen España para su marca de bebidas vegetales Vivesoy; hasta el consumidor que compra los productos Pascual en el pequeño comercio de su barrio, se completa una cadena que comienza con una visión local sostenible.

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