Vitoria-Gasteiz, una ciudad de novela
Si a uno le piden que piense en una ciudad de novela, lo más probable es que en su imaginación se dibujen imágenes de Londres o París, de Edimburgo o Dublín. Quién no conoce Historia de dos ciudades, en la que se funde la primera pareja, o a Stevenson y Joyce, emblemáticos embajadores de las segundas. Allí se han desarrollado algunas de las obras cumbre de la historia de la literatura y, además, estas urbes han sido cuna de algunos de los artistas que han empuñado la pluma con mayor maestría. Sin embargo, Vitoria-Gasteiz parece haberse erigido como una nueva capital dentro del panorama literario. Desde la modestia, la ciudad vasca trata de abrirse paso y labrarse un nombre en el mundo de la literatura gracias a un puñado de escritores autóctonos que han decidido verter tinta para presentar la ciudad verde —o blanca, como parece estar de moda— de las formas más variadas.
El camino hacia la consagración de la ciudad como escenario literario comenzó hace ya unos años. Toti Martínez de Lezea fue una de las pioneras y Vitoria-Gasteiz le debe mucho en este sentido. Sin ningún lugar a dudas, es la escritora que más páginas de sus novelas le ha dedicado a la localidad vasca. “Es una ciudad perfecta para crear ambientes novelescos. Tiene un casco viejo impresionante y el resto no le va a la zaga”, asegura una escritora que profesa un cariño especial a la tierra en la que nació y creció. Asimismo, asegura que Vitoria es una fuente de historias. “Se fundó hace más de ocho siglos, así que hay personajes y eventos para escribir un buen número de novelas”, constata.
La aventura de llevar la ciudad al papel en la que se había embarcado Toti dio sus frutos en 1998. La calle de la judería, que a pocos meses del vigésimo aniversario de su publicación ha sobrepasado la marca de los 100 000 ejemplares y ha agotado 48 ediciones, traslada al lector al casco viejo de Vitoria en los turbulentos años del siglo XV, testigos del antagonismo existente por entonces entre judíos y cristianos. El éxito de Toti se perpetuó con la publicación de A la sombra del templo, una novela que sigue cronológicamente a La calle de la judería. En este caso, la autora alavesa narra los dos meses de 1522 en los que Adriano VI, recién nombrado papa de la Iglesia católica, permaneció en la ciudad. Con la construcción del templo de Santa María como telón de fondo, varias historias se entretejen en estas páginas, todas ellas con un denominador común: lo histórico de la presencia del sumo pontífice en Vitoria y la exaltación que esto produjo entre los habitantes. Aunque esta novela no alcanzó las mismas cotas de éxito, lleva, por el momento, la nada desdeñable cantidad de 30 ediciones agotadas.
Pese a ser esas dos novelas las más destacables, Toti también ambientó en una ya moderna Vitoria-Gasteiz Y todos callaron, que se desarrolla a caballo entre la capital y la Rioja Alavesa. Del mismo modo, la ciudad ha hecho acto de presencia en El mensajero del rey, La flor de la argoma y Los hijos de Ogaiz. Ante la pregunta de si regresará a Vitoria con sus novelas, Toti se muestra dubitativa. “No lo sé. Tengo un buen número de proyectos por delante entre los cuales no está volver a la ciudad, pero quién sabe”, confiere la autora, que actualmente reside en un pequeño pueblo de Vizcaya. No cierra las puertas a una ciudad a la que, a través de sus novelas, ha situado en lo más noble del panorama literario.
“Vitoria brilla hacia dentro”
No obstante, de llenar una biblioteca con las novelas ambientadas en la ciudad, los libros de Toti Martínez de Lezea no estarían solos. El año pasado, el joven Álvaro Arbina se embarcó en la aventura de ambientar un thriller histórico en la Guerra de Independencia contra Napoleón, que tuvo lugar entre 1808 y 1814. “Con La mujer del reloj La mujer del relojquise situar mi ciudad en el mapa, contribuir a esa tarea, y por eso elegí un periodo histórico donde Vitoria tuvo un papel relevante”, revela Arbina. Una “decisión inocente”, la de cubrir las primeras páginas de la novela desde la ciudad, que, según él, tomó al margen del cinismo y la perspicacia del ‘merchandising’ editorial y que achaca a su juventud —la comenzó cuando aún era un adolescente—.
Y es que Julián de Aldecoa Giesler, el protagonista de esta novela, a mitad de camino entre el ‘thriller’ y el género policíaco, parte desde Vitoria hacia un país sumido en la guerra con el objetivo de desentrañar el secreto que su familia guarda con celo y que él cree relacionado con el asesinato de su padre. Arbina cinceló los personajes que copan las páginas de esta historia cuando tan solo contaba con 16 años, recuperó la idea algún tiempo después y vio cómo esta lo enganchaba, sin poder dar ya marcha atrás. Concluyó la escritura de la novela a la par que terminaba su carrera en Arquitectura. Ahora, se ha convertido en un éxito editorial y ha agotado ya tres ediciones. Arbina tiene claro que quiere seguir escribiendo mientras la actividad tenga sentido para él, puesto que es algo que le llena, pero desconoce si regresará a la ciudad en futuras novelas. De lo que sí está seguro es de lo que esta le inspira: “Vitoria tiene un alma vieja y muy rica, tal vez no tan deslumbrante como la de otras ciudades, pero porque no brilla hacia fuera, sino hacia dentro, hacia sus habitantes”, explica el autor. “Toda esa riqueza —añade—, esa historia, esa atmósfera calmada, son desconocidas, no hacen demasiado ruido, y por eso piden ser contadas”.
“Un homenaje a la inteligencia y el deseo de saber”
Quien tampoco ignora toda la riqueza que atesora Vitoria es Marta Extramiana. La vitoriana considera que la ciudad está repleta de lugares sugerentes y se ensimisma pensando en los “rincones para soñar” con los que cuenta el casco medieval, los “inspiradores” arquillos y el ensanche del siglo XIX, las “deliciosas casas con sus miradores”, los paseos arbolados, los palacetes de principios del siglo pasado, con su “elegancia un tanto decadente pero abrumadoramente seductora”… Sin ningún lugar a dudas, Extramiana es una enamorada de la ciudad, tal y como evidencia su trabajo en pos de la revitalización histórica del cementerio de Santa Isabel, sobre el que ha estudiado mucho y ha elaborado una tesina y por el que incluso realiza visitas guiadas. “Una ciudad en falsa calma”. Así define Vitoria. “Transmite una sensación de lugar tranquilo lleno de gente tranquila, donde parece que no ocurre nada y nada ha ocurrido antes… Y, al mismo tiempo, al detener la vista en un lugar, la mente se llena de ensueños, como si en cada rincón latiera una historia no contada, oscura, apasionada”, dice de la ciudad.
Para escribir El caso de los amores proscritos, Extramiana se vio embriagada por el aroma a modernización que destilaba la “Atenas del Norte”, la Vitoria del siglo XIX. En esta novela, su primera, la autora vitoriana narra las peripecias de los miembros fundadores del Ateneo. “Cuanto más investigaba y me documentaba, mayor era el cariño y el orgullo por aquellos y aquellas que hicieron posible el desarrollo de nuestra ciudad, que lucharon por mejorar la sanidad, la educación, la cultura…”, comenta Extramiana. Enamorada de la literatura del siglo XIX, con esta novela quiso hacer un homenaje a la Vitoria de ese momento. Para ello, acompaña a Gerónimo Roure, un eminente cirujano y primer director del Ateneo, en la investigación de unos hechos que en un principio parecen no guardar ninguna relación. “Fue un viaje emocionante imaginar a aquellas mentes brillantes enfrentándose a la resolución de unos crímenes sin la ayuda de análisis de ADN ni huellas ni cámaras de vigilancia, solo su ingenio y su capacidad deductiva”, rememora Extramiana, y apostilla: “Un homenaje a la inteligencia y el deseo de saber, aquello de lo que hicieron bandera los integrantes del Ateneo”.
Las ansias de progreso, con hombres y mujeres decididos a no quedarse anclados en formas de pensar que poco a poco van quedando obsoletas, son el hilo conductor de este primer caso de la colección Los archivos secretos del Ateneo, en el que tampoco faltan los tintes de intriga y cuya segunda entrega —El caso de la patulea y un viaje a París— se publicará el 15 de septiembre en el Palacio Villa Suso.
Crímenes rituales en Vitoria
Vitoria-Gasteiz volvió a situarse en la cima de la literatura a mediados del año pasado. Corría abril de 2016 cuando las librerías de la ciudad se inundaron de ejemplares de El silencio de la ciudad blanca, escrita por Eva García Sáenz de Urturi, una autora que, aunque ya había publicado anteriormente varios libros en formato digital, no era aún muy destacada dentro del panorama literario. La vitoriana, aunque ahora afincada en Alicante, tejió en esta novela, en la que Vitoria desempeña prácticamente un papel protagonista, una sucesión de crímenes dobles capaz de enganchar a cualquier lector y obligarlo a voltear todas las páginas hasta llegar a la última y dar con la resolución.
La novela escrita por Sáenz de Urturi ha llegado a ser un fenómeno a nivel nacional y ha convertido a la ciudad en uno de los destinos más apetecibles para los viajeros culturales. La autora, por su parte, se ha consagrado como una de las plumas del género negro más en boga en la actualidad. El libro, cuya portada está ilustrada por una enigmática vista de la plaza de la Virgen Blanca, va ya por la vigesimoquinta edición y Atresmedia se ha hecho con sus derechos para llevar a la gran pantalla las andanzas del inspector Unai López de Ayala, más conocido como Kraken. Asimismo, en 2017 se publicó una nueva entrega de lo que la autora espera que sea una trilogía. En Los ritos del agua, la segunda novela, la acción se traslada también a parajes de Cantabria, pero Vitoria-Gasteiz sigue ocupando un lugar importante entre el elenco de personajes. “Hay un tono de homenaje a Vitoria y Álava en las novelas”, aseguró la autora en una entrevista.
Una ciudad “manejable” y con secretos que desvelar
Por si fueran pocos los crímenes que asolan la ciudad, Custó, el detective privado al que ha dado vida con su pluma el vitoriano Eduardo Rojo Díez, recupera del olvido el asesinato de un anticuario que se produjo en la ciudad al borde del cambio de centuria, allá por el año 1998. Rojo se retrotrae a aquella época para narrar un relato negro que guarda una estrecha relación con la historia de la capital alavesa. En las 224 páginas de Muerte de un anticuario, en las que cuentan las peripecias de este detective aficionado, el autor vitoriano se entretiene en las fiestas de La Blanca, hace alusiones a la situación política en la que se encontraban inmersas tanto Vitoria-Gasteiz como Euskadi por aquel entonces e incluso tiene tiempo de revelar interesantes curiosidades. Un pequeño homenaje a una ciudad a la que el autor le ve ciertas ventajas para ser escenario de una novela. “Tiene la virtud de tener un tamaño manejable para que tanto el escritor como el lector se desenvuelvan por su calles con comodidad, sin abrumar ni agobiar”, asegura Rojo Díez.
El autor asegura que las novelas que tienen a Vitoria como escenario y han gozado de una gran difusión a nivel nacional pueden provocar que visitantes culturales se acerquen a la ciudad. Aun así, alaba también el papel que pueden desempeñar en este sentido novelas que no alcanzan semejantes cotas de ventas: “Las novelas de tiradas más modestas, como mi Muerte de un anticuario, que pueden bajar al detalle, también despiertan el interés del público local por revisitar ciertos lugares o poner sobre ellos otra mirada, porque en ocasiones los habitantes de la propia ciudad son los que menos conocen sus secretos”, argumenta el escritor de esta novela negra. Y añade: “A mí me gusta que el tema de la novela tenga una dimensión humana y universal y que el escenario sea más concreto e íntimo”.
Eduardo Rojo asegura que se disfruta más al escribir con la ciudad en la que se vive de fondo. “Evocas tus propias vivencias y la ciudad se convierte en un espacio no solo físico sino también emocional, que ayuda a que las descripciones de los rincones, las calles, los edificios… tengan alma. Ayuda a esa simbiosis que conviene que se produzca entre el personaje y el paisaje”, explica. Además, ofrece más facilidades a la hora de llevar a cabo el proceso previo a la escritura: “Escribir sobre un entorno geográfico que conoces te evita mucho trabajo de documentación, porque visitar los espacios in situ es una ventaja e incluso una obligación. Además, hace posible pisar un espacio firme, que manejas bien y en el que te sientes seguro”, asegura. “Suele ser —prosigue— la elección propicia para novelistas que comienzan”. Por ello, Vitoria-Gasteiz volverá a ejercer de escenario literario en la segunda entrega de las aventuras del detective Custó, que verá la luz a lo largo del próximo año. “La ciudad y sus gentes seguirán apareciendo, pero sin ofrecer, tampoco en este caso, una visión edulcorada o folclórica de Vitoria. Custó y sus personajes se van a mover por espacios que no son de relumbrón”, adelanta el escritor.
Traspasando fronteras
El aroma a literatura que destila la Vitoria también lo percibió el internacionalmente archiconocido Ken Follet. El galés supo apreciar la belleza arquitectónica de la catedral vieja de la ciudad y aseguró que se había inspirado en ella a la hora de componer Un mundo sin fin, la segunda parte de la trilogía comenzada con Los pilares de la tierra que le catapultó a la fama mundial. Como reconocimiento a la labor de difusión de la ciudad que ha hecho a lo largo de los años el autor, en 2008 se erigió una estatua en su honor, en la que se le presenta en una pose pensativa.
Una ciudad que ya se aventuraron a plasmar en sus páginas Pío Baroja o Benito Pérez Galdós y que ahora ha resurgido en el mundo literario gracias a las ansias por darla a conocer de una nueva hornada de escritores. Vitoria se encuentra ahora en la cima del mundo literario y es tendencia escribir con el monumento de la Virgen Blanca o las góticas catedrales de fondo. Que la ciudad siga llenando páginas.