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Un estudio refleja cómo ETA nació contra el franquismo, pero resultó letal para la democracia

Asesinato del periodista de El Mundo, José Luis López de la Calle.

Eduardo Azumendi

Una vez desactivada ETA, en Euskadi ahora toca la batalla del relato y de la memoria. Y en esa cruzada, los historiadores tratan de abrirse un hueco. Es el caso del Informe Foronda Contextos históricos del terrorismo y consideración social de las víctimas. 1968-2010, elaborado por el Instituto de Historia Social Valentín de Foronda, de la Universidad del País Vasco. El informe, un encargo del Gobierno vasco forzado por los socialistas, pretende convertirse en una referencia sobre el terrorismo sufrido por Euskadi y el resto de España, especialmente por parte de ETA. Una época que contabiliza 914 muertos, 845 de ellos a manos de ETA y sus organizaciones afines.

Los historiadores Raúl López Romo, Luis Castells, Antonio Rivera y José Antonio Pérez se encuentran al frente de un extenso trabajo que deja constancia con números de la dimensión de la amenaza sufrida durante más de 40 años y que combate la corriente de opinión que trata de imponer la izquierda abertzale de que es mejor “pasar la página”. El denso trabajo es una demostración de que el terrorismo y sus consecuencias siguen muy presentes en la sociedad vasca.

Por ejemplo, el abandono social al que estuvieron sometidas cientos de víctimas en los peores años del terrorismo. Solo la aparición del movimiento Gesto por la Paz, a mediados de la década de los años 80 del siglo pasado, evitó que la sociedad vasca se sumiera en el absoluto silencio frente al terrorismo de ETA. Desde 1968 (primer año con atentados terroristas) hasta 1979, apenas uno de cada cuatro asesinatos de la banda tenía respuesta social con alguna forma de movilización. El contraste con la reacción a los asesinatos de miembros de la organización terrorista es total: todos contaron con réplicas en forma de huelgas y manifestaciones. El escenario cambió con la aparición de Gesto por la Paz que impulsó una “cultura pacifista”. El punto de inflexión en la movilización ciudadana contra ETA lo marcó el secuestro y asesinato del concejal del PP de Ermua (Bizkaia), Miguel Ángel Blanco.

Paradójicamente, ETA nació contra el franquismo, pero fue en la etapa democrática cuando se mostró más letal. Durante la dictadura (1968-1975), el terrorismo asesinó al 5% de las víctimas de toda su historia. Así, su actividad más frenética se desplegó durante la Transición (1976-1981), con 336 personas asesinadas (37%), y en la etapa de consolidación democrática (1982-1994), 435 personas asesinadas (46%). Mientras, en la recta final (1995-2010) asesinó a 98 ciudadanos.

Informe Foronda

“ETA ha sido la principal responsable de la escalada terrorista en Euskadi; ha sido la organización más longeva, mortífera y con mayor apoyo social”, resumen los historiadores, que ya han presentado su trabajo en el Parlamento vasco. El estudio contiene material gráfico y una ingente cantidad de datos, desde el número de víctimas, heridos, atentados, coste económico hasta la cifra de amenazados. “Los efectos del terrorismo se proyectan constantemente sobre el presente y el futuro”, recalcan los historiadores.

Entre otros datos, el texto recoge que ETA recabó información de más de 15.600 personas para actuar contra ellas. Políticos del PP y del PSOE, empresarios, miembros de las fuerzas de seguridad, jueces y militares fueron los objetivos prioritarios, pero la banda terrorista también recopiló datos de escoltas, escritores, periodistas y profesores universitarios. La Guardia Civil y la Policía Nacional fueron las instituciones más castigadas. Los políticos asesinados fueron 30 (PP y PSOE, básicamente) y también 14 ertzainas.

Igualmente novedosa resulta la lista de heridos por atentado terrorista: 2.533, de las que 709 han quedado inválidos. Secuestró a 80 ciudadanos y provocó daños por más 161,6 millones de euros, el 9% del gasto por siniestros del Consorcio de Compensación de Seguros entre 1971 y 2001.

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