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Lecciones de la COVID-19: las viviendas nuevas de Euskadi tendrán terrazas de al menos cuatro metros

Una mujer toma el sol en un balcón

Eduardo Azumendi

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La vivienda ha sido la primera línea de defensa contra el coronavirus (al margen de los hospitales). Pero más de dos meses encerrados ha tensado las costuras y ha dejado al descubierto importantes carencias en la habitabilidad. Por eso, los arquitectos ya se afanan en el nuevo diseño de las casas para adecuarlas a las próximas pandemias (que llegarán) y a previsibles confinamientos. Si algo se ha echado de menos en las largas semanas de encierro ha sido el balcón. Se ha convertido en la válvula de escape para los afortunados que cuentan con él. El Gobierno vasco ya ha tomado nota de una de las lecciones que deja la COVID-19: los balcones y terrazas dejarán de computar como superficie útil del domicilio en el nuevo decreto de habitabilidad de Euskadi, lo que permitirá a los constructores disponer de más espacio para habilitar estos espacios en las nuevas promociones de vivienda.

Durante la presentación del decreto, el consejero de Vivienda, Iñaki Arriola, ha recalcado la idea de que el confinamiento forzoso como consecuencia de la COVID-19 ha puesto de manifiesto las limitaciones de las actuales viviendas para situaciones similares o para nuevas funciones, como el teletrabajo. “El confinamiento ha ratificado la importancia de balcones o terrazas como espacios para vivir, como zonas de estancia abiertas al aire libre, a la calle y al resto de los vecinos”.

Arriola ha reconocido que las terrazas estaban infravaloradas y penalizadas. ¿Por qué? Pues porque al computarse hasta ahora como superficie útil se ha tendido a reducirlas al máximo o incluso a eliminarlas.

La nueva normativa sobre habitabilidad, que unificará todos los criterios mínimos que se deben cumplir en materia residencial en la comunidad autónoma, introduce el concepto de 'espacio exterior' como un elemento del programa mínimo de la vivienda y se indica que la terraza debe de tener una superficie de al menos cuatro metros cuadrados. Y para favorecer su construcción, siempre que sea posible, deja de computarse como superficie útil de la vivienda. En el caso de no construirse, se exigirá aumentar la superficie mínima de la vivienda en esos cuatro metros cuadrados.

Según Arriola, la construcción de terrazas y balcones en las nuevas promociones de vivienda no es una “imposición”, pero al desaparecer las trabas que existían hasta ahora el consejero cree que los espacios exteriores se generalizarán.

Perspectiva de género

Por otra parte, la norma de habitabilidad incorpora la perspectiva de género al diseño de los edificios y viviendas, evitando recovecos y ángulos ciegos que creen inseguridad en portales y zonas comunes, e integrando al máximo el espacio de estar-comedor-cocina, “con el fin de que las tareas del hogar sean visibles y puedan ser compartidas por el conjunto de la unidad familiar”.

La superficie mínima de la vivienda se fija en 35 m2, mientras que la de la cocina se sitúa en 7 m2, como se exigía ya para las viviendas de protección oficial. Además, se establece que esté conectada o contigua al espacio de estar-comedor.

El objetivo de la norma es tender a una vivienda más versátil que la actual y su filosofía es ofrecer, una vez garantizados unos requisitos mínimos, “la máxima libertad en el diseño y construcción de los inmuebles, favoreciendo la innovación en la edificación”.

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