Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Gobierno y PP reducen a un acuerdo mínimo en vivienda la Conferencia de Presidentes
Incertidumbre en los Altos del Golán mientras las tropas israelíes se adentran en Siria
Opinión - ¡Con los jueces hemos topado! Por Esther Palomera

14 de agosto, una fecha para la memoria, matanza de Badajoz

Cuerpos quemados en el cementerio de Badajoz, 1936

Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, Armhex

14 de agosto de 2021 13:25 h

0

El 14 de agosto, se cumplen 85 años del inicio de la matanza de Badajoz por la Columna de la Muerte, al mando del teniente coronel Yagüe, de infausta memoria.

85 años del día más nefasto de la reciente historia de Badajoz, a partir del cual comenzó un período de violencia criminal que se llevó por delante a miles de personas, y que marcó para siempre la vida de esta ciudad.

La masacre que se desarrolló en la ciudad de Badajoz, a partir del 14 de agosto de 1936, fue una de las primeras evidencias ante el mundo, de la política de exterminio del adversario, programado por los militares golpistas.

Es posible que Badajoz sea la ciudad española en que, en relación con su población, un mayor número de personas fueran asesinadas a consecuencia del golpe militar y de la masacre realizada tras su ocupación en agosto de 1936.

El cementerio de San Juan, y otros lugares de la ciudad, pertenecen a la historia silenciada y oculta de Badajoz. Allí fueron asesinadas muchas personas que pasaron luego a fosas comunes, muchos incinerados, abiertas en el interior de dicho cementerio, hechos de los que existe documentación gráfica, como son las imágenes captadas por el cámara periodista francés René Brut que dieron la vuelta al mundo. No hay Memoria sin lugares, ni lugares sin Memoria.

Uno de los estudios más exhaustivos y documentados sobre la matanza es el realizado por el historiador Francisco Espinosa, quien, en su libro “La columna de la muerte” (Editorial Crítica, 2003), documenta unos 1.400 asesinatos registrados en los libros del cementerio y del Registro Civil, pero constata que las personas asesinadas podrían ser más de 3.800, pues muchos nunca fueron registrados en el Registro civil, ni anotados en los Libros del cementerio.

Como dice el citado historiador sobre la represión franquista: “Dos fueron los instrumentos de los que se sirvieron los golpistas para llevar a cabo el plan represivo: los bandos de guerra y los consejos de guerra sumarísimos de urgencia. Es sobradamente conocido el bando publicado por la Junta Militar el 28 de julio de 1936; sin embargo son totalmente desconocidos aquellos con los que se funcionó realmente a nivel local desde el primer momento. En la práctica los bandos de guerra pretendieron dar un barniz seudolegal a la gran matanza del 36. Luego miles de personas serían inscritas en los registros civiles con la causa de muerte: ”Aplicación del Bando de Guerra“. No obstante, lo que interesa destacar de esta etapa fue el altísimo número de personas que quedaron sin inscribir en el registro Personas de cuya muerte no ha quedado huella alguna: detenidas ilegalmente, asesinadas y enterradas por lo general en fosas anónimas abiertas en los cementerios, en el campo e incluso en fincas particulares. ”El mapa de las fosas comunes se superpone a la España donde triunfó el golpe militar y se aplicó de inmediato el calculado plan de exterminio que los sublevados tenían previsto desde el principio“.

“Respecto a la represión franquista cabe establecer tres etapas. La primera, la de la represión salvaje con los bandos de guerra, comprende desde el 17 de julio del 36 a febrero de 1937. La segunda, la de los consejos de guerra sumarísimos de urgencia, va de marzo de 1937 a los primeros meses de 1945. Podría parecer que el final de la guerra marca una separación pero realmente es lo mismo; quizás la disminución del ritmo represivo iniciado en el 36 se perciba a partir de 1943. Y la tercera sería la gran oleada represiva de fines de los cuarenta y de los años cincuenta, marcada por la eliminación de docenas de guerrilleros y de cientos de personas acusadas de servirles de apoyo”.

Fue, para Francisco Espinosa, “la mayor y más efectiva de las salvajes matanzas que venían produciéndose de sur a norte y desde el inicio del golpe militar”, lo que le lleva a pensar que existió una intención previa de dar un fuerte escarmiento a Badajoz por ser la capital de la provincia más comprometida con la Reforma Agraria.

El periodista portugués Mário Neves fue uno de los testigos de primera mano de los sucesos de Badajoz, en las crónicas que remitió al Diário de Lisboa, algunas de las cuales fueron censuradas por el gobierno de António de Oliveira Salazar, claramente favorable al bando franquista. 

Neves regresó a Lisboa horrorizado por el espectáculo del que había sido testigo, y se juró no volver jamás a Badajoz, pero lo hizo en 1982, para recorrer los lugares donde presenció estos hechos en un documental para televisión.

En la Portada del Diário de Lisboa del sábado 15 de agosto de 1936, el titular decía: “Badajoz ha sido entregada a los legionarios y regulares marroquíes.”. “Escenas de horror y desolación en la ciudad conquistada por los rebeldes.” La crónica la firma Mário Neves e incluye la entrevista con Juan Yagüe, donde le informa y no le desmiente que ya hubiera unos 2.000 fusilados.

“Durante toda la jornada, se produjeron asesinatos por las calles de la ciudad, sobre todo a cargo de legionarios marroquiés. El mismo día 14, Yagüe ordenó el confinamiento de todos los prisioneros -la mayoría civiles- en la plaza de toros”.

Las crónicas de Mário Neves, de Diário de Lisboa, fueron primordiales para sacar a la luz los asesinatos que se produjeron tras la caída de la ciudad, y que fue definida por Southworth como la “masacre de las masacres”, por marcar un punto relevante en la escalada de la violencia.

Las crónicas de Neves fueron las más elaboradas, con un lenguaje a medio camino entre el periodismo y la literatura. Habitualmente, presentaban un relato cronológico dividido en tres partes: en la primera, se creaba expectación; en la segunda, se explicaban las cuestiones planteadas, y en la tercera mantenían la atención del lector por el qué ocurrirá mañana. La más impactante fue, sin duda, la última firmada por Mário Neves prohibida por la censura y reproducida por primera vez en la obra de Southworth El mito de la cruzada de Franco. Despertaba la atención desde el comienzo con la descripción de sus sentimientos: “Vou partir. Quero deixar Badajoz, custe o que custar, o mais depressa possível e com a solene promessa à minha própia consciência de que não mais voltarei aquí”. Mantenía la intriga y el suspense durante su desarrollo, y alertaba al lector ante el terrible hecho que iba a contar y que se ubicaba en el cementerio de Badajoz, donde ardían los cadáveres de los fusilados:

Encontram-se, sobre traves de madeira transversais, semelhantes às que se usam nas linhas férreas, numa extensão talvez de quarenta metros, mais de 300 cadáveres, na sua maioria carbonizados. Alguns corpos, arrumados com precipitação, estão totalmente negros, mas outros há em que os braços ou as pernas, intactos, escaparam às labaredas provocadas pela gasolina que derramaram sobre eles. (Neves).

Mário Neves, junto con Marcel Dany, de la agencia Havas en Lisboa, y Jacques Berthet, de Le Temps, fueron los primeros en entrar en Badajoz el día 15, poco después de las 9:30 horas. La edición vespertina de Diário de Lisboa daba cuenta ya en la mencionada fecha de las “cenas de horror e de desolação na cidade conquistada pelos revoltosos”. Tras recorrer algunas calles plagadas de cadáveres, los periodistas entrevistaron a Yagüe, quien les confirmó el abultado número de fusilamientos: “–E fuzilamentos…, dissemos nós. Ha quem fale em dois mil… O comandante Yangue [sic] olha para nós, surpreendido com a pregunta, e declara: –Não devem ser tantos”.

La crónica que Mário Neves no pudo publicar, pues fue censurada, describía la dantesca visión de los cuerpos ardiendo y carbonizados, inmortalizada después por la cámara de René Brut, y que el historiador Espinosa interpreta como un precedente de Auschwitz. Si bien la censura no tuvo inconveniente en que las primeras crónicas sobre Badajoz recogieran la contundente represión por considerarla un acto legítimo de los vencedores, las autoridades cambiaron de estrategia al conocer la conmoción internacional que causó la extrema violencia aplicada contra los defensores de la República. Se reforzó el control para ocultar la dimensión de la matanza y se prohibió la publicación de la crónica de Mário Neves “por inconveniente e horripilante”.

Según artículos publicados por los corresponsales de Le Populaire, Le Temps, Le Figaro, Paris-Soir, Diário de Lisboa y Chicago Tribune se produjeron ejecuciones en masa en varios lugares de la ciudad, y las calles aparecían sembradas de cadáveres.

El 15 de agosto, el enviado de Le Temps, Jacques Berthet, enviaba su crónica:

“...alrededor de mil doscientas personas han sido fusiladas (…) Hemos visto las aceras de la Comandancia Militar empapadas de sangre (…) Los arrestos y las ejecuciones en masa continúan en la Plaza de Toros. Las calles de la ciudad están acribilladas de balas, cubiertas de vidrios, de tejas y de cadáveres abandonados. Sólo en la calle de San Juan hay trescientos cuerpos (…)”.

El 18 de agosto, Le Populaire publicaba:

«Elvas, 17 de agosto. Durante toda la tarde de ayer y toda la mañana de hoy continúan las ejecuciones en masa en Badajoz. Se estima que el número de personas ejecutadas sobrepasa ya los mil quinientos. Entre las víctimas excepcionales figuran varios oficiales que defendieron la ciudad contra la entrada de los rebeldes: el coronel Cantero, el comandante Alonso, el capitán Almendro, el teniente Vega y un cierto número de suboficiales y soldados. Al mismo tiempo, y por decenas, han sido fusilados los civiles cerca de las arenas».

El martes 18 de agosto, el Premio Nobel de Literatura francés François Mauriac, publicó en primera plana de Le Figaro un artículo sobre los sucesos de Badajoz que conmocionó a Europa. El 30 de agosto apareció en el Chicago Tribune el famoso artículo de Jay Allen, en el que narró con gran crudeza los terribles sucesos de la ciudad.

Dentro del programado plan de exterminio del adversario político, los golpistas que tomaron la ciudad, asesinaron a tres de los alcaldes durante la República que la ciudad había tenido.

Vaya aquí un recuerdo y algunos datos de estos tres alcaldes de Badajoz injustamente asesinados por la barbarie fascista, en aquel verano de 1936:

Eladio López Alegría. Republicano. Concejal hasta el 14 de Agosto de 1936. Abogado, Fiscal y Corredor de Comercio, Secretario de la Cámara Urbana. Primer alcalde de la II República. Presidente de los Jurados Mixtos Agrarios. Presidente comisión para la reforma agraria en Badajoz. Fue asesinado el 16 de Septiembre de 1936, en las tapias del cementerio.

Juan Antonio Rodríguez Machín. Republicano. (Acción Republicana). Tercer alcalde tras Rodrigo Almada. Concejal hasta el 14 de Agosto de 1936. Fue asesinado el 20 de Agosto de 1936. Natural de Orellana la Vieja. Vecino de Badajoz. 53 años. Soltero.

Sinforiano Madroñero Madroñero. Socialista. Alcalde en dos etapas. Era el alcalde de la ciudad el 14 Agosto de 1936. Natural de Santi-Spiritu. Vecino de Badajoz. 34 años. Soltero. Fue asesinado el 20 de Agosto de 1936, tras ser devuelto por las autoridades portuguesas tras su marcha al país vecino, donde sin respetar el Derecho internacional humanitario y de asilo, fue entregado sin procedimiento alguno y sin garantías jurídicas de clase alguna, por la policía política salazarista a elementos golpistas franquistas de Badajoz.

Etiquetas
stats