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Un remanso de aves amenazado por electrocuciones constantes en tendidos y postes de luz

Buitre atrapado en una de las barreras disuasorias de un tendido eléctrico / AMUS

Jesús Conde

El relato es contradictorio. Se destinan grandes esfuerzos –y dinero—en la conservación de especies amenazadas y en peligro de extinción, mientras muchos ejemplares son presas en su propio hábitat. No son amenazas naturales, sino un mar de metal y cables que se ha convertido en su principal enemigo.

Electrocutadas en postes eléctricos de media y baja intensidad. Víctimas de colisiones en postes de intensidad alta, donde sufren heridas o quedan lisiadas. Los tendidos son el principal motivo de mortandad no natural de las aves.

Los grupos conservacionistas describen cómo, otras veces, quedan colgadas de los sistemas disuasorios que colocan las compañías. Enganchadas a su suerte en un vasto territorio en el que no está claro ni cuántas bajas hay cada año.

Los casos de ingresos de ejemplares víctimas de los tendidos eléctricos no paran de crecer en el centro de recuperación de fauna salvaje que tiene la asociación AMUS en Villafranca de los Barros, según explica Antonio Pinilla, miembro del equipo.

Desde cigüeñas negras pasando por buitres o avutardas. Águilas calzadas, pollos de águila perdicera o las exuberantes grullas que cada invierno acompañan a las dehesas.

Una tendencia generalizada en todo el territorio nacional, que les lleva a hacer un llamamiento y advertir de que los tendidos no están bien aislados o señalizados. No son espacios seguros para la biodiversidad.

Este es el mensaje que AMUS, junto a otras ocho organizaciones lanzan en la recién creada plataforma estatal ‘SOS Tendidos Eléctricos’.‘SOS Tendidos Eléctricos’. Se han unido para mostrar la verdadera dimensión de una problemática de la que se sabe poco y mal según denuncian. Ecologistas en Acción, SEO/Birdlife y el Grupo para la Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat, así como la revista Quercus, con otros de los integrantes de la plataforma.

Calculan que cientos de miles de aves, incluidas especies amenazadas, mueren cada año al electrocutarse en los postes o chocar contra los cables.

Motivo por el que reclaman a las compañías medidas disuasorias efectivas, y que se hagan cargo de los puntos más mortíferos como grandes beneficiarios de la explotación de la energía eléctrica.

No termina de conocerse la envergadura porque la información que se maneja es la del rastreo a pie de poste, y porque no siempre las víctimas de los tendidos son localizadas.

La realidad que describe AMUS es que los centros de recuperación y los casos que allí llegan son sólo la punta del iceberg. Para hacerse una idea de cuántas aves son víctimas de los postes hay que multiplicar, y mucho, os pacientes que son acogidos en estos centros.   

En el caso extremeño tienen localizado en la provincia de Badajoz varios puntos negros en los que producen bajas año tras año, de manera sistemática. Lo que les permite afirmar que algo no funciona en estos puestos. 

¿Qué se puede hacer?

Los colectivos integrados en la plataforma reclaman a las administraciones que se pongan las 'pilas' y apliquen los reglamentos de protección de estas aves que ya existen.

Exigen que las compañías asuman los gastos. Consideran que como empresas responsables de los tendidos, son también las responsables ambientales de la mortalidad. “Deben por ello asumir el coste de la adecuación de sus instalaciones para compatibilizar su negocio con la conservación de la avifauna”.

Antonio Pinilla, de AMUS, apunta que el soterramiento de todos los tendidos es una medida muy cara, aunque sí tienen claro que habría que exigir de inmediato a las compañías que lo hicieran al menos en los puntos más mortíferos.

Un decreto que no funciona

Denuncian también las ‘ambigüedades’ del decreto estatal en lo que a la protección de la avifauna se refiere. Un decreto que según critican “no ha conseguido solucionar eficazmente la mortalidad de aves en los tendidos eléctricos y dictaminar las responsabilidades legales por este motivo”.

Así advierten que las medidas anticolisión terminan siendo “voluntarias”, mientras que las eléctricas no corren con los gastos de las correcciones de tendidos. Lamentan que las medidas de ‘antielectrocución’ solo se proponen para hacer en las Zonas de Protección, mientras que fuera de ellas no obligan a nada.

“No se obliga de ninguna manera a las comunidades a que saquen sus legislaciones de zonas de protección y listados de líneas peligrosas a modificar, aunque se sobreentiende que al ser legislación estatal básica lo tienen que hacer”.

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