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ANÁLISIS

Alemania promete un rearme inédito que condicionará al Gobierno de Sánchez

Olaf Scholz en su visita a Moscú del 15 de febrero.

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El jefe de las Fuerzas Armadas alemanas no estaba la semana pasada en condiciones de adoptar un papel protagonista en relación a la crisis causada por la invasión rusa de Ucrania. “El Bundeswehr, el Ejército que tengo el privilegio de dirigir, tiene más o menos las manos vacías. Las opciones que podemos ofrecer a los políticos para apoyar a la Alianza son extremadamente limitadas”, escribió el jueves el teniente general Alfons Mais en un breve artículo en Linkedin, que no es precisamente el foro en que se pueden leer análisis sobre asuntos militares. El general decidió volcar su frustración después de ver en enero cómo las autoridades ucranianas no ocultaban su malestar por la falta de ayuda alemana. Una oferta de envío de 5.000 cascos militares fue recibida con burlas.

Todo cambió el domingo. En un pleno extraordinario en el Bundestag, el primer ministro Olaf Scholz puso fin a décadas de reticencias de Alemania a financiar una política de Defensa más agresiva con su inmenso poder económico. El legado de la Segunda Guerra Mundial fue enterrado de forma definitiva. El país aumentará de forma exponencial su gasto militar para alcanzar un 2% del PIB, el objetivo marcado hace ocho años por la OTAN. El cambio supondrá una presión evidente sobre países como España, que están muy lejos de llegar a ese nivel.

El socialdemócrata Scholz anunció en su discurso que Alemania creará en los próximos años un fondo especial de 100.000 millones de euros, una cantidad que duplica el presupuesto anual de Defensa, que ronda los 50.000 millones. “En la Conferencia de Múnich de hace una semana, dije que necesitamos aviones que puedan volar, barcos que puedan salir al mar y soldados que estén perfectamente equipados para sus misiones”. Lo que quiere decir que ahora mismo no los tienen.

Alemania contaba con medio millón de soldados en el final de la Guerra Fría y un gasto militar que suponía el 2,4% del PIB. Actualmente, son unos 180.000 y su equipamiento militar deja mucho que desear. Tenía más de 5.000 tanques y hoy no llegan a 300. Desde 2011, se considera que las unidades militares están totalmente equipadas si tienen el 70% del material necesario, porque pueden pedir prestado el resto a otras unidades en caso de necesitarlo para unas maniobras.

Socialdemócratas, verdes y liberales apoyan las medidas presentadas por Scholz, así como los conservadores de la CDU. En el caso del SPD, el cambio supone un giro radical con respecto a lo defendido en la última década. En el Gobierno de coalición presidido por Angela Merkel, siempre se mostraron en contra de acercarse al 2% del PIB. Pero no eran los únicos. Durante la era de la austeridad, los conservadores tampoco estaban muy interesados en aumentar el gasto.

En una entrevista en 2014, Wolfgang Schäuble, ministro de Hacienda de 2009 a 2017, explicó que la razón del menor gasto en Defensa con respecto a otros países de la OTAN estaba en la historia de Alemania en el siglo XX. “En otras palabras, a causa de Adolf Hitler, no podemos aumentar el presupuesto de Defensa”, comentó el periodista de Der Spiegel. “Esos comentarios tienen poco que ver con un análisis serio. Todos deberían aceptar que nuestras alternativas militares son un poco limitadas”, respondió Schäuble.

Si el gasto alemán de Defensa se encuentra en torno al 1,5% del PIB, el de España es aún más bajo, ligeramente superior al 1%. El cálculo del gasto militar es difícil de establecer en todos los países, ya que no coinciden todos los parámetros. La OTAN ofrece balances periódicos, aunque admite que esas cifras no tienen por qué coincidir con las que aparecen en los medios de comunicación o publican los propios gobiernos.

En el caso de España, la confusión aumenta. Gastos como los de las misiones de paz en el exterior y los programas multianuales de compra de armamento no han estado incluidos en su totalidad durante años en los presupuestos del Estado que aprobaba el Congreso. Aparecían en créditos extraordinarios que se convalidaban por separado. Esto daba lugar a un fraude político que todos conocían que comenzó a rectificarse con una sentencia del Tribunal Constitucional de 2016. Al año siguiente, se procedió a corregir el desfase para empezar a abonar la deuda con la industria armamentística y por tanto incrementar el presupuesto de Defensa.

El Gobierno de Aznar aprobó en 1996 un programa de modernización de las Fuerzas Armadas por un importe total de 30.000 millones de euros para financiar la compra de cazabombarderos EuroFighter 2000, aviones de transporte A400M y carros de combate Leopard, entre otros, que empezaron a recibirse y pagarse casi diez años después.

La presión motivada por la decisión de Olaf Scholz condicionará a otros gobiernos. La disculpa de que el país europeo más rico de la OTAN y la UE no había cumplido el compromiso de aumentar el gasto de Defensa hasta el 2% del PIB antes de 2024 acaba de desaparecer. A ello se une el debate sobre dotar a la UE de un papel más protagonista en asuntos de política exterior y Defensa, que pasa por crear unidades militares con mando europeo con armamento más modernizado.

La invasión de Ucrania obligará además a una revisión de la protección de los países de Europa del Este que son miembros de la OTAN y la posibilidad de aumentar la presencia militar permanente en ellos.

Scholz incluyó en su discurso la promesa de “construir la próxima generación de aviones de combate y tanques”, un proyecto a largo plazo que supondrá un desembolso considerable en el que quizá quiera estar España. El precio no será pequeño. El presupuesto español de Defensa para este año, tal y como aparece en los PGE, es de 10.151 millones –un 7,9% mayor que el año anterior–, casi una tercera parte que el de Italia. Un 41% de los fondos se destina a gastos de personal.

Los Programas Especiales de Modernización, con la compra de sistemas de armamento comprometidos hace años, como los Eurofighter, los tanques Leopardo o las fragatas F-100, se llevan el 28% del presupuesto. Según dijo en octubre en el Congreso la secretaria de Estado de Defensa, Esperanza Casteleiro, la existencia de esos pagos “dificultará enormemente adquirir grandes capacidades que demanden pagos antes de 2028″.

Ese es el escenario sobre el que Sánchez deberá tomar una decisión. Es probable que el Partido Popular apoye el incremento del gasto militar, como también que el socio de coalición, Unidas Podemos, se muestre como mínimo reticente. Todos ellos deberán tener un debate sobre la política de defensa que ha pasado bastante desapercibida en España, también por la falta de interés de la opinión pública.

Ahora ya saben que Vladímir Putin ha tomado la primera decisión por todos y que ya nada será igual en Europa.

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