Donald Trump coloca a Europa en la diana
La vieja Europa siempre ha tenido problemas para congeniar con los presidentes republicanos. Ronald Reagan, George Bush –padre e hijo– o Donald Trump: demasiado extemporáneos; demasiado desacomplejados; demasiado poco intelectuales; demasiado atrevidos... Y, también, demasiado amigos de las amenazas y de las guerras.
Los cuatro representan las cuatro últimas décadas de la influencia neocon y neoimperialista desde la Casa Blanca. Pero cada uno es distinto. El último, el actual, el presente, Donald Trump, ha elegido los actos en torno al centenario del final de la Primera Mundial y del tercer aniversario de los atentados de París para echar más gasolina al incendio que hay entre Estados Unidos y la Unión Europea. Y lo ha hecho, casualmente, después del revolcón que se llevó en las elecciones de mitad de legislatura en EEUU, en las que perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Representantes.
Frans Timmermans, primer vicepresidente de la Comisión Europea, dijo que los estadounidenses habían elegido “esperanza por encima del miedo, civismo por encima de la mala educación, inclusión por encima de racismo”.
Trump, así, ha recuperado su estilo más genuino: tuits incendiarios contra otros líderes políticos mundiales.
En los dos años que lleva en la Casa Blanca, Trump ha conseguido provocar a aliados tradicionales de EEUU en Europa, Asia y América Latina. Ha sacado a Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán y del pacto del clima de París, está imponiendo aranceles al comercio y ha coqueteado con países como Rusia, Arabia Saudí o Corea del Norte.
La negociadora jefe de la UE para Comercio, la comisaria Cecilia Malmstrom, ya ha avisado de que habrá una respuesta europea a los aranceles, gravando productos estadounidenses como mantequillla de cacahuete, zumo de naranja y whisky. El presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker ha reconocido: “Estamos trabajando en todos los niveles con la Casa Blanca para rebajar la tensión”. Juncker se reunirá con Trump en la cumbre del G20 en Buenos Aires a finales de mes.
A Trump le ofende el esfuerzo económico que hace EEUU con la OTAN, y también que Emmanuel Macron haya reivindicado una defensa europea propia, como hizo este pasado martes Angela Merkel en el Parlamento Europeo, en Estrasburgo: “He propuesto un consejo de seguridad europeo, una tropa de intervención rápida europea y seguir trabajando en la visión de que tengamos un auténtico ejército europeo. Un ejército europeo demostraría al mundo que entre los países de Europa nunca puede haber una guerra. Y no es un ejército contra la OTAN, es un buen complemento de la OTAN, nadie quiere echar por la borda una alianza que se ha probado valiosa”.
Esta semana, Trump tenía puesto el punto de mira en Europa, por dos asuntos fundamentales: el comercio entre EEUU y la UE y la factura de la OTAN. Es decir, por los impuestos que quiere poner a la importación de coches europeos y de acero y aluminio para proteger la industria del automóvil estadounidense –y a ese sector de trabajador blanco industrial de la América interior que lo votó hace dos años–; y por poner en valor al valeroso ejército estadounidense que se encuentra desplegado por medio mundo.
Trump la “ridículamente injusta” relación con Europa al insistir en que “o pagan por la protección militar” de Washington o deberán “protegerse a sí mismos”. “Acabo de regresar de Francia donde se logró mucho en mis encuentros con Líderes Mundiales. Nunca es fácil comentar el hecho de que EE.UU. debe ser tratado de manera justa, algo que no ocurre, tanto en Defensa como Comercio”, indicó Trump en su cuenta de Twitter, donde también tachó de “muy insultante” que Macron propusiese un ejército europeo “para protegerse a sí misma de EE UU, China y Rusia”.
“EEUU es nuestro aliado histórico, pero ser aliado no significa ser vasallo”, ha replicado Macron, que también se encuentra en horas bajísimas de popularidad, a Trump.
Su campaña para la reelección en 2020 ya ha comenzado. Y lo ha hecho con Europa en la diana.