El verdadero triunfo de los antiabortistas no es cerrar clínicas, sino impedir que se construyan otras
- Según un informe de Bloomberg, las clínicas en las que se practican abortos están cerrando más rápido que nunca y será casi imposible reemplazarlas para cubrir las necesidades actuales
A nadie que haya seguido de cerca la batalla para terminar con el acceso al aborto legal y seguro en cada uno de los Estados de EEUU le sorprende el informe de Bloomberg sobre el acelerado cierre de clínicas en lo que va de año. Pero probablemente el mayor triunfo de los que se oponen al aborto no sea ese sino su enorme capacidad para asegurarse de que ningún otro proveedor de servicios de aborto abra sus puertas.
Pese a que sigue siendo un derecho constitucional, hace un lustro que la posibilidad de interrumpir un embarazo se ha ido desvaneciendo año tras año. En 2011 apareció en el poder la legislación controlada por los republicanos. Para las mujeres con menos recursos, el aborto se volvió inalcanzable. Para muchas otras, significó viajar hacia estados menos restrictivos, lo que provocó el cierre de las clínicas en regiones republicanas. Las causas: una mezcla de regulaciones estatales sobre instalaciones y médicos innecesarias desde el punto de vista de la medicina, un aumento de las persecuciones que en algunos casos llegaron a violencia absoluta, y una enorme cantidad de requisitos previos al procedimiento, como grandes períodos de espera entre múltiples visitas al doctor.
De lo que no se habla tanto es de un tema apenas mencionado en el informe de Bloomberg: lo imposible que puede ser recuperar lo perdido.
El 2 de marzo próximo, cuando la Corte Suprema de los Estados Unidos se reúna para oír los argumentos de las partes involucradas en el caso Whole Woman’s Health contra Hellerstedt, el destino de muchas clínicas del país dependerá de lo que crea la mayoría de los jueces sobre dos cuestiones: el derecho de los médicos locales para decidir si un paciente es admitido o no y si es necesario o no poner puertas de dos metros y medio de ancho para proteger la salud de las mujeres que se practican un aborto.
Es probable que los jueces fallen a favor de los derechos reproductivos, por lo que hay muchas posibilidades de que este mismo año disminuyan o cesen por completo los cierres de clínicas. También se espera que dejen de formar parte del arsenal del movimiento antiabortista las regulaciones pensadas ex profeso para impedir la práctica, como los privilegios de admisión de los hospitales o como los requisitos de los centros quirúrgicos ambulatorios.
¿Pero qué hay de las nuevas clínicas que deberían abrirse para satisfacer las necesidades que siguen existiendo? Eso es algo extremadamente difícil.
Durante los últimos años, la posibilidad de abrir una clínica donde se practiquen interrupciones del embarazo se ha vuelto un trabajo gigantesco y no parece que vaya a ser más fácil en el futuro. El esfuerzo de la empresa Planned Parenthood para abrir un proveedor de servicios en New Orleans ha llevado años; innumerables complicaciones del gobierno estatal, amenazas de incendio y hasta hostigamiento contra los contratistas y trabajadores de la construcción que participaron de la obra.
En Kentucky, el intento de Planned Parenthood de incluir la práctica de abortos en Louisville quedó atrapado en una situación sin salida cuando las administraciones estatales cambiaron de partido. Para dar fin al proceso de autorización, la empresa había solicitado comenzar con el servicio, pero lo que consiguió fue que el recién elegido gobernador republicano le impusiera una multa gigantesca por “procedimientos ilegales de aborto”. En Washington DC, el proyecto de Planned Parenthood de abrir una nueva clínica para reemplazar otra que había cerrado el año pasado se ha convertido ahora en una batalla entre los protestantes antiabortistas y los estudiantes y padres del vecindario, ya que los protestantes involucraron en la pelea a la escuela subvencionada aituada al otro lado de la calle.
Abrir una nueva clínica puede ser algo extremadamente difícil para una empresa nacional como Planned Parenthood, de grandes recursos económicos y políticos. Es casi imposible para los proveedores de servicios independientes, con mucho menos capital y poder político. A menudo es necesario comprar directamente un espacio para asegurarse de que el propietario no cancele por presiones el contrato de alquiler. Para que sea aprobada por las exigencias municipales, para que cumpla con las leyes de urbanismo, y para que la municipalidad local no pueda bloquearla, esto significa encontrar un área con espacio suficiente como para aparcar. A veces también significa lidiar con ciudades que habían creado excepciones para autorizar a una clínica pero que ahora las dejan expirar para que ninguna otra reabra en su lugar.
Sin duda, los que se oponen al aborto han logrado un triunfo gigantesco con el cierre de tantas clínicas en los últimos cinco años. Al no haber manera de abrir clínicas nuevas, es un triunfo que durante las próximas décadas moldeará el panorama del acceso al aborto legal y seguro en los Estados Unidos.
Traducción de Francisco de Zárate