Pisos turísticos, uno de los quebraderos de cabeza de los vecinos de Centro
Los vecinos de Centro y las administraciones públicas libran una silenciosa batalla sobre las viviendas de uso turístico, muchas de las cuales se aprovechan de un limbo legal que perjudica a los residentes, pero también a los hosteleros.
El foco del problema se sitúa en los barrios de Justicia, Universidad, Sol y Embajadores, donde se concentra el 60% de la oferta de este tipo de alojamiento de toda la ciudad. Algunas zonas como Chueca y Malasaña suman al fenómeno de la gentrificación el de la turisficación, alimentado por plataformas de Internet como Airbnb, Wimdu o HomeAway.
Un estudio realizado para el Ayuntamiento de Madrid el pasado mes de mayo cifraba en 6.193 alojamientos de uso turístico (entre viviendas y habitaciones) en la plataforma Airbnb, la de mayor presencia en el mercado. Si se suman las que gestionan otros portales la cifra asciende 9.723. de las que el 83,5% (8.120) son viviendas completas.
El cambio de viviendas en alquiler a largo plazo por su uso como dormitorios para turistas no solo ha provocado un aumento de los precios de alquiler, sino que la escasa oferta en el mercado está convirtiendo buscar piso en toda una odisea. Eso sin contar a los que les han rescindido el contrato porque sus caseros ven en esta vía un negocio mucho más lucrativo.
Si consultados el informe del portal Idealista.com sobre los precios del alquiler en el segundo trimestre de 2017, el año pasado el alquiler de pisos en Madrid subió el 11,4%, un 12,1% en el caso del Distrito Centro, donde los propietarios piden un 8,4% más que hace tres meses por el alquiler de sus inmuebles.
Hace dos semanas que la presidenta madrileña, Cristina Cifuentes, anunció un decreto para regular esta actividad. Aún en fase de consulta pública, como novedad deja en manos de las comunidades de vecinos (propietarios) la posibilidad de vetar la existencia de una vivienda turística. Además exige un certificado de idoneidad con requisitos que aseguren la seguridad y comodidad de la vivienda.
Un lucrativo negocio para inversores
Si alguien tiene un piso en Madrid que quiere poner en alquiler turístico en alguna plataforma digital o que buscar por Internet un apartamento para alquilar como turista durante una estancia corta, va a tener en Raqueluna (una persona ficticia) a su mayor competencia.
Según explica el colectivo ‘Lavapiés ¿a dónde vas?’ es el nombre tras el que se esconde la empresa ‘Friendly rentals Madrid’, gestionada por uno de los grupos hoteleros más grandes del mundo, el norteamericano Wyndham Worldwide, que es dueño de un edificio en la calle de Santa Ana para uso de viviendas turísticas. Al lado de esa misma calle otro edificio también rehabilitado que pertenece a otro grupo Saga Rental que sigue el mismo juego.
Ambos edificios carecen de la licencia oportuna para poder ser viviendas turísticas y su actividad es alegal porque para la rehabilitación de edificios o viviendas individuales se puede pedir permiso de obras de rehabilitación parcial y luego acometer cambios en profundidad. Nadie inspecciona y si hay denuncia se paga una multa y se prosigue con la obra, que en muchos casos ni tan siquiera da el paso de cambiar el uso residencial por terciario.
Cansados de esta situación, la Asociación Vecinal Sol y Barrio de Las Letras puso en marcha el pasado martes 12 de julio la campaña “Las viviendas son para vivir, no para especular”, que pretende concienciar sobre la invasión de viviendas turísticas.
«La transformación que viven las comunidades vecinales, la marcha o “expulsión” de muchos vecinos y vecinas de estos barrios, el aumento del precio de la vivienda, el deterioro del comercio de proximidad, los conflictos y denuncias que se ponen de manifiesto a diario por parte de los vecinos y vecinas en relación a comportamientos incívicos, cuando no de puro vandalismo… han generado un proceso de indignación y respuesta», sostiene Víctor Rey, presidente de la entidad vecinal.
Pedro Zerolo 3, de pisos tutelados a hostel
hostel
Aunque desde el Ayuntamiento de Madrid aseguran estar preocupados por la turistificación del centro y están trabajando en medidas para evitarlo, desde la Asociación de Vecinos de Chueca (AVChueca) plantean la incongruencia de José Manuel Calvo, el responsable municipal de Urbanismo que, a pesar de declarar «No vamos a permitir que Madrid se convierta en un parque temático. El turismo es una fuente de riqueza y empleo, pero si no garantizamos un modelo sostenible terminará por convertirse en un problema» ha autorizado que un edificio de pisos tutelados para mayores se haya transformado en alojamiento turístico.
El inmueble, situado en el número 3 de la Plaza de Pedro Zerolo (antigua Vázquez de Mella), fue hasta el año 2013 la vivienda de personas mayores con escasos recursos económicos, que residían en pisos tutelados de la Comunidad de Madrid. Ese año la Dirección General del Mayor debía entregar a Bankia esos pisos (cedidos por Caja Madrid en 1998) por el vencimiento del contrato.
En la actualidad se ha convertido en Motion Hostel Chueca, un establecimiento con licencia de hoteles y moteles sin restaurante que ofrece alojamiento tipo hostel, con habitaciones compartidas muy económicas con baño también compartido.
Sigue la tendencia iniciada por otros establecimientos hoteleros de bajo coste como Room 007 Chueca (C/ Hortaleza, 74) o Sidorme Fuencarral (C/ Fuencarral, 52). Desde AVChueca apuntan que durante los dos años de gestión de José Manuel Calvo, y tomando como referencia los datos abiertos del Ayuntamiento de Madrid, el número de plazas hoteleras ha crecido un 10% (casi 7.000) y se han abierto más de 3.000 locales de hostelería (+20%).
Solo en Chueca y Salesas en los últimos años hemos sido testigos, entre otras, de las aperturas del Only You Hotel & Lounge (C/ Barquillo, 21) y su ampliación por la calle Augusto Figueroa, del Hotel Urso (C/ Mejía Lequerica, 8), del Vincci The Mint (C/ Gran Vía, 10) y del Hotel Eurostars Central (C/ Mejía Lequerica, 10) y otros, como el que se levantará en el antiguo solar de San Mateo, aún están en fase de construcción.
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